ACTUALIDAD DIOCESANA

El miércoles 6 de junio la Iglesia celebra la memoria de la santa salmantina Bonifacia Rodríguez de Castro   (Salamanca. 6 de junio de 1837-Zamora, 8 de agosto de 1905).  Una mujer que, con su trabajo humilde en el taller, brindó un hogar y un empleo a numerosas jóvenes expuestas a la precariedad laboral y la marginación social en la Salamanca del s.XIX. Fundadora de la congregación de las Siervas de San José junto al jesuita Francisco Butiñá, Bonifacia puede servirnos de modelo de santidad a cada uno de nosotros.

Con motivo de la fiesta litúrgica de Santa Bonifacia, sus hijas las Siervas de San  José de Salamanca invitan a participar a toda la comunidad diocesana a la solemne eucaristía que se celebrará en su memoria el 6 de junio, a las 20.00 horas en la capilla del Colegio Sagrada Familia (C/ Marquesa de Almarza, 1), donde se encuentra su sepulcro con el epitafio que recoge su vida de silencio ante las ofensas: “Jesús autem tacebat”. La celebración será presidida por Fr. Ricardo de Luis Carballada, prior del Convento de San Esteban de Salamanca.

Santa Bonifacia, pionera de la promoción laboral y educativa de la mujer

Bonifacia Rodríguez Castro nació en Salamanca el 6 de junio de 1837 en una familia artesana donde fue educada en la fe junto a sus 5 hermanos y donde aprendió el oficio de cordonera, con el que empezó a ganarse la vida para sacar adelante a su familia tras la muerte de sus padres. Más adelante abriría su propio taller de cordonería, pasamanería y demás labores, en el que trabaja con recogimiento e imita la vida oculta de la Familia de Nazaret. Bonifacia hace de su taller un lugar de acogida y de encuentro, al que se acercaban jóvenes atraídas por su testimonio. La santidad se mueve entre costuras, como el Dios de santa Teresa se movía entre los pucheros, así, en su taller nace la Asociación de la Inmaculada y San José, llamada después Asociación Josefina.

Bonifacia se siente llamada a la vida religiosa y en un primer momento piensa en las Dominicas y se pone bajo la dirección espiritual del jesuita P. Francisco Javier Butinyà, quien manifestaba una gran inquietud por los trabajadores manuales y le propone fundar junto a él la Congregación de Siervas de san José, un novedoso proyecto de vida religiosa femenina, inserta en el mundo del trabajo a la luz de la contemplación de la Sagrada Familia y orientada a la prevención de la mujer. Con otras seis mujeres de la Asociación Josefina, entre ellas su madre, inicia en Salamanca, en su propio taller, la vida en comunidad en 1874, en un momento conflictivo en la vida política del país. En este taller, las Siervas de San José ofrecían trabajo a las mujeres pobres, evitando los peligros que en aquella época suponía para ellas salir a trabajar fuera de casa.

En su vida Bonifacia sufrió muchas vicisitudes, humillaciones, rechazos y desprecios que la obligaron a salir de Salamanca para marchar a Zamora donde fundó una nueva comunidad de Siervas de San José. Su única respuesta fue el silencio, la humildad y el perdón. El 8 de agosto de 1905 se apagaría su luz dehando en herencia a la Iglesia el testimonio de su fiel seguimiento de Jesús en el misterio de su vida oculta en Nazaret; una vida sencillamente evangélica; y un camino de espiritualidad, centrado en la santificación del trabajo hermanado con la oración en la vida cotidiana.

Esta humilde y sencilla trabajadora sería beatificada por el papa San Juan Pablo II el 9 de julio de 2003 y canonizada el 23 de octubre de 2011 por Benedicto XVI quien proclamó su santidad ofreciéndola como modelo a los cristianos de todo el mundo.