ACTUALIDAD DIOCESANA

14/05/2018

Objetivos para un laicado en salida

El Concilio Vaticano II, en la carta magna del laicado, el Decreto Apostolicam actuositatem, situaba como una urgencia de nuestros tiempos la participación de los fieles laicos en la misión de la Iglesia: “Nuestros tiempos no exigen menos celo en los laicos, sino que, por el contrario, las circunstancias actuales les piden un apostolado mucho más intenso y más amplio… Y este apostolado se hace más urgente porque ha crecido muchísimo, como es justo, la autonomía de muchos sectores de la vida humana, y a veces con cierta separación del orden ético y religioso y con gran peligro de la vida cristiana” (AA, n. 1).

El papa Francisco está invitando constantemente a que, en una Iglesia en salida (EG 20), tengamos también un laicado en salida. Unos laicos bien formados, maduros, animados por una fe sincera y límpida, cuya existencia haya sido tocada por el encuentro personal con Cristo Jesús.

Ante la celebración del próximo Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, he dedicado un tiempo a pensar en algunos objetivos de salida que, con urgencia, deberían emprender nuestros laicos, sean asociados o no. De los muchos que se me han ocurrido he ido seleccionando algunos que me parecen más importantes. Me he quedado con los siguientes:

1.- Salida para el acompañamiento personal 

Puesto que una epidemia que hoy nos está abrumando es la de la soledad, me parece que la primera salida que se ha de hacer es aquella que busca personalmente a los que andan abandonados, desorientados, tristes… El acompañamiento personal se hace urgente en esta situación. El Papa Francisco, en Evangelii gaudium, lo tiene en cuenta: “Más que nunca necesitamos de hombres y mujeres que, desde su experiencia de acompañamiento, conozcan los procesos donde campea la prudencia, la capacidad de comprensión, el arte de esperar, la docilidad al Espíritu, para cuidar entre todos a las ovejas que se nos confían de los lobos que intentan disgregar el rebaño. Necesitamos ejercitarnos en el arte de escuchar, que es más que oír… de ahí que haga falta «una pedagogía que lleve a las personas, paso a paso, a la plena asimilación del misterio». Para llegar a un punto de madurez, es decir, para que las personas sean capaces de decisiones verdaderamente libres y responsables, es preciso dar tiempo, con una inmensa paciencia”. ¿Lo hacemos? ¿Lo haremos? Al menos, ¿lo intentaremos?

2.- Salida para la promoción del perdón y la reconciliación

Por desgracia, no solamente nos complica la vida la soledad sino que hay algo peor como es el enfrentamiento y la agresividad. Los medios de comunicación nos dan cuenta cada día de las discusiones y peleas a todos los niveles. El Compendio de la doctrina social de la Iglesia nos invita a ser promotores de paz mediante el perdón y la reconciliación: “La Iglesia enseña que una verdadera paz es posible sólo mediante el perdón y la reconciliación. No es fácil perdonar a la vista de las consecuencias de la guerra y de los conflictos, porque la violencia, especialmente cuando llega « hasta los límites de lo inhumano y de la aflicción », deja siempre como herencia una pesada carga de dolor, que sólo puede aliviarse mediante una reflexión profunda, leal, valiente y común entre los contendientes, capaz de afrontar las dificultades del presente con una actitud purificada por el arrepentimiento. El peso del pasado, que no se puede olvidar, puede ser aceptado sólo en presencia de un perdón recíprocamente ofrecido y recibido”. Que al menos en nuestro hogar tengamos la fiesta en paz.

3.- Salida para la defensa de la verdad 

Una niebla que oscurece nuestros días se debe a la plaga de las “fake news” o mentiras falsas. Otros hablan de la actualidad de la “pos-verdad”. ¿No habrá manera de defender la verdad en este contexto? Tras estas palabras tan modernas se esconde un problema antiguo. El laico Georges Bernanos, en El escándalo de la verdad que escribió en Brasil, y dirigiéndose a los jóvenes franceses, dijo: “Espero que unos jóvenes cristianos franceses hagan entre ellos, de una vez para siempre, el juramento de no mentir jamás, incluso y sobre todo, de no mentirle al adversario, de no mentir nunca, bajo ningún pretexto, y menos aún, si es posible, bajo el pretexto de servir a unos prestigios a los que nada compromete tanto como la mentira. A eso hemos llegado. No basta ya con decir: Soy cristiano. Hay que decir: Soy un cristiano que no miente, ni siquiera por omisión, que da la verdad toda entera, sin mutilarla. Que esta nueva caballería empiece por salvar el honor. Y puesto que hasta esta palabra ha perdido su sentido, que empiece por salvar el honor del Honor”. ¿No podemos pedir a nuestro laicado que emprenda una campaña enérgica contra la mentira para defender la verdad?

4.- Salida al campo de la educación

Tampoco es nuevo el problema de los sistemas educativos. ¡Y es bien conocido la trascendencia social que tiene la educación de nuestro niños y jóvenes¡ Hace años se daban algunas claves para favorecer la buena educación. Recuerdo unas palabras templadas y lúcidas del laico Alexis Carrel (Nobel de Medicina en 1912) en su obra La incógnita del hombre: “La renovación de la educación es realizable sin modificar demasiado la escuela. Sin embargo, el valor que atribuimos a esta última debe cambiar. Sabemos que los seres humanos, como individuos que son, no pueden ser educados en masa; que la escuela no es capaz de reemplazar la educación individual dada por los padres. Los profesores llenan a menudo en forma satisfactoria su papel intelectual. Pero es indispensable además desarrollar las actividades morales, estéticas y religiosas del niño. Los padres tienen en la educación una función que no pueden abdicar, para la cual deben estar preparados”. La presencia, activa y permanente de los laicos en la escuela es fundamental y decisiva.    

5.- Salida para la defensa de la familia, sanada y sanadora 

Junto a la educación, los laicos tienen que cuidar con esmero a la familia. Y concretamente a la familia tal como sale de las manos del Creador y que está sanada de ideologías y está dispuesta a sanar todas las heridas de sus miembros y vecinos. La Conferencia Episcopal Española, para la Jornada de la Sagrada Familia de 2017, escribió: “La familia, como Iglesia en miniatura, está llamada hoy más que nunca a ser posada en el que las personas heridas puedan recuperar la salud. De este modo el poder curativo y sanador de Jesús ha de llegar a muchas personas heridas en sus vínculos y relaciones familiares. La acción del Samaritano se compone de diferentes momentos: se acerca, venda las heridas, les echa aceite y vino, le levanta y monta en su cabalgadura, lo conduce a una posada y lo cuida (Lc 10, 34). La secuencia de los diferentes actos que realiza indica el singular valor de la temporalidad para la acción humana. Así también la familia ha de aprender a vivir la temporalidad de toda actividad terapéutica”. ¿Nuestras familias están sanas? ¿Son sanadoras?

6.-  Salida frente a la ideología de género 

Todo el laicado, todas las familias, han de ponerse en pie para erradicar cuanto antes la droga de la ideología de género, antes de que sea demasiado tarde. Aunque se disculpa y esconde tras buenas intenciones, no es inocente. Su poder es hoy apoyado por grupos de presión, multinacionales interesadas y paridos políticos al margen, y aún en contra, de toda visión trascendente. La Conferencia Episcopal Española, en La verdad del amor humano, tras un estudio detallado de esta ideología y mostrándonos su sombra alargada, nos invita a salir a la defensa de la auténtica vida familiar y la dignidad de la persona: “El camino primero e imprescindible para salir al paso de las consecuencias de esta ideología de género, tan contrarias a la dignidad de las personas, será el testimonio de un amor humano verdadero vivido en una sexualidad integrada. Una tarea que, siendo propia y personal de todos y cada uno de los miembros de la sociedad, corresponde de un modo muy particular a los matrimonios y familias. Porque son ellos, sobre todo, los que, con el testimonio de sus vidas, harán creíbles a quienes les contemplan la belleza del amor que viven y les une”. Los laicos han de cuidar y ejercer una educación afectivo-sexual en todos los ambientes.

7.- Salida hacia las periferias existenciales 

Por último, y como resumen de todo lo anterior, creo que el laicado en pleno, junto a todos los hombres de buena voluntad, ha de salir por todas las periferias existenciales. Son importantes en este sentido las palabras pronunciadas por el papa Francisco con motivo de la Asamblea del Pontificio Consejo para los Laicos (17.VI. 2016): “Necesitamos laicos que se arriesguen, que se ensucien las manos, que no tengan miedo de equivocarse, que salgan adelante. Necesitamos laicos con visión de futuro, no cerrados en las pequeñeces de la vida. Y se lo he dicho a los jóvenes: necesitamos laicos con el sabor de la experiencia de la vida, que se atrevan a soñar. Hoy es el tiempo en que los jóvenes necesitan los sueños de los ancianos¨. 

Y termino con las palabras de otro laico. Un laico comprometido con su fe. Político, alcalde en la ciudad de Florencia, Giorgio La Pira, del que dijo Gorvachov: “Estoy de acuerdo con La Pira en la convicción de que no puede haber política sin cultura y sin moral. Él añade también a esto la fe cristiana y la oración que consideró verdaderamente como un hecho político”.

Pues bien, el alcalde La Pira ha animado el compromiso de todo cristiano laico: “Nuestro plan de santificación es desconcertante: muchos creen que basta el muro silencioso de la oración y de la fuerza interior. Pero no es así. Tenemos que comprometernos con la realidad para comprender las palabras de Jesús: Sufrirán tribulaciones… Toma tu cruz y sígueme… No basta una actitud interior, es imperioso que la vida se construya a través de los canales externos que la hacen circular por la ciudad del hombre. Hay que transformar la sociedad” (L’anima di un apostolo, Milano 1932). Él nos ha hablado y nos ha dado ejemplo. 

 

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