ACTUALIDAD DIOCESANA

20/07/2018

Que la injusticia no tenga la última palabra

El jueves 19 de julio la HOAC realizó un gesto público en la Plaza de Anaya de Salamanca para poner de manifiesto la realidad sufriente que, bajo formas muy diversas, hoy padece el mundo del trabajo. El acto tuvo lugar tras la eucaristía que se celebró en la iglesia de San Sebastián, que fue presidida por su consiliario general, D. Fernando Carlos Díaz Abajo.

Este movimiento de Acción Católica especializada quiso también visibilizar “los innumerables gestos, actitudes, iniciativas y experiencias humanizadoras que ya existen dentro de él y que nos deben animar para lograr un trabajo digno y una sociedad decente” conforme a la Doctrina Social de la Iglesia.

En un gesto público, convocado en el marco de las actividades de los cursos de verano de la HOAC, en la tarde del jueves 19 de julio, después de celebrar la Eucaristía junto con la unidad pastoral del centro histórico, más de trescientas personas escenificaron la situación generada por el actual sistema económico y productivo marcada por la pobreza, la exclusión, la precariedad laboral, el consumismo, el hedonismo, la inseguridad vital, la destrucción de casa común…

Esto es lo que el papa Francisco rechaza en su exhortación apostólica Evangelii gaudium: «No a una economía de la exclusión, que elimina el valor de la vida humana, una economía de la exclusión y la inequidad. Esa economía mata (…) Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del ‘descarte’ que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son ‘explotados’ sino desechos, ‘sobrantes’». (n. 53)

Foto: Óscar García.

La concreción plástica de esta realidad se llevó a cabo en la Plaza de Anaya de Salamanca, donde se cosntruyó El muro de la injusticia, que produce deshumanización y empobrecimiento, debido a la ausencia de amor, de fraternidad, de justicia, y que «los militantes obreros cristianos -junto otras muchas personas de buena voluntad- queremos transformar, porque nuestra fe en el Dios creador y liberador, el dios de Jesús, nos llama a exigir que el trabajo sea digno para que la sociedad sea decente», según expresaron los dinamizadores del gesto, antes de ser derribado el muro.

Construyamos una sociedad decente, con trabajo digno

La segunda parte del gesto público consistió en levantar una nueva construcción, expresión de la sociedad decente con trabajo digno. Cada una de las 42 diócesis representada en los cursos han incorporado un nuevo contenido fraterno «basado en los principios y valores de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Desde ahí iremos experimentando y compartiendo gestos, hechos, personas, prácticas y actitudes que sean expresión de trabajo digno y vayan en la línea de una sociedad decente», según señalaron

Foto: Óscar García.

El acto continuó con un llamamiento «a la esperanza, a la resurrección, a la vida. Por tanto, el trabajo debe ser un instrumento para la vida, para continuar la obra creadora de Dios», han señalado. Cada gesto, cada hecho de vida expresado en esta dinámica, cada  cambio en nuestros ambientes y en las estructuras hace que aumente nuestra esperanza y nos anima a seguir luchando por ese trabajo digno que nos pertenece y por esa sociedad decente que necesitamos. Los trabajadores y las trabajadoras cristianas nos reafirmamos en seguir acompañando la vida de las personas, colaborando a un cambio de mentalidad, contribuyendo a un cambio en las instituciones y visibilizando experiencias alternativas de otras formas de vivir y de trabajar».

El gesto concluyó cantando el tema Sinceramente, de Salvador Amor que expresa el anhelo por construir una sociedad justa y humana.

Foto: Óscar García.
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