ACTUALIDAD DIOCESANA

17/04/2020

Peregrinos confinados en el albergue parroquial de Fuenterroble

El sacerdote Blas Rodríguez convive con 16 personas desde el comienzo del estado de alarma, el pasado 14 de marzo

Este confinamiento por el estado de alarma ha pillado a algunos por sorpresa, desde que entrara en vigor el pasado 14 de marzo. Muchos peregrinos estaban realizando el Camino de Santiago, y desde la Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago se hizo una llamada a la “responsabilidad individual” de cada peregrino, y muchos, consiguieron regresar a sus casas, por lo que los albergues se cerraron.

Pero algunos no tuvieron tanta suerte, al no encontrar la forma de regresar a sus lugares de origen. Es el caso de varios peregrinos de Italia, Gran Bretaña, Alemania, Holanda y América, que transitaban por el Camino de la Plata a su paso por Fuenterroble de Salvatierra.

Hospitalidad en varios idiomas

Pero encontraron techo y calor en el albergue parroquial “Santa María’, de este municipio de la comarca de Guijuelo. Allí se encuentran confinados 16 personas desde hace más de un mes, entre ellas, el sacerdote diocesano Blas Rodríguez, que coordina la actividad de dicho centro, así como un matrimonio que colabora en la gestión.

Junto a ellos también conviven cuatro alumnos del Colegio “La Inmaculada” de Armenteros, cuyos padres no han podido todavía ir a recogerles, “pero en los próximos días lo harán”. Todos ellos han sido acogidos “desde la hospitalidad que marca la vida cristiana”, como resalta Blas Rodríguez. “Este es un ejemplo de la acogida de la Iglesia, se acoge a cualquier persona, de cualquier nacionalidad y credo”, y añade, “sin ningún tipo de condiciones”.  Este presbítero asegura que todo el mundo tiene la mesa puesta, “la lumbre encendida y una cama para poder descansar”, y que entre todos, “vamos compartiendo lo que se puede,  y es la acogida con una nota de identidad cristiana que es la hospitalidad”.

Blas Rodríguez confirma que la convivencia está resultando “muy rica”,  a pesar de las dificultades que puede plantear la diversidad de idiomas. “Esto un pequeño Pentecostés, hablando en lenguas diferentes, todos nos entendemos porque lo que importa es la buena voluntad y el deseo de que todos pongan lo mejor de su parte, lo que tienen en cada momento”.

Uno de los peregrinos dedica parte de su tiempo a una de sus pasiones, la pintura.

Durante estos días, “no hay tiempo para aburrirse”, subraya, porque la jornada comienza con una limpieza exhaustiva de todo el albergue. “Hay tiempo después para talleres y actividades diversas, además de preparar las comidas, e incluso la oración de cada día”, enumera Rodríguez.

Los domingos se celebra la eucaristía, y así se ha hecho también durante el triduo pascual:  “Se han tenido que celebrar en el ámbito interno, y es una experiencia muy rica, porque hemos tenido la oportunidad de que los que han querido participar, lo han hecho”, sentencia.

Silencio y oración

Uno de los aspectos que caracterizan al Camino de Santiago, como describe este sacerdote, es el silencio, que permite disfrutar al peregrino al máximo de su experiencia. Y en su albergue parroquial también hay momento para ello, y ese tiempo de silencio y la oración que se comparte “es todo un regalo” como lo califica Blas Rodríguez.

Eduardo junto a otro peregrinos hospedado en el albergue.

“Hemos tenido mucha suerte de encontrar cobijo aquí”, afirma Eduardo, uno de los peregrinos que se alojan en el albergue, y que se siente afortunado por haber sido hospedado allí, al igual que el resto de peregrinos. “Yo no tenía posibilidad de volver a mi país en marzo, no había manera de regresar”, relata.

Siente mucha pena por no poder estar al lado de su familia en estas circunstancias, sobre todo al lado de su padre, ya mayor. Este peregrino italiano estaba realizando el Camino de Santiago Mozárabe, y no era la primera vez que se embarcaba en esta aventura, “por la motivación espiritual”, porque para él, “es un momento de reflexión interior y de pensar”.

Este peregrino, relata emocionado su estancia en este albergue: “Nos organizamos en habitaciones distintas, yo la comparto con otro señor de Madrid. Hacemos limpieza del lugar donde descansamos, y colaboro en lo que puedo, leo, escucho música y cada día hacemos un momento de meditación, leemos el Evangelio y lo compartimos”.

Eduardo ayuda a Blas en la preparación de la oración diaria, algo que para él es muy enriquecedor: “ Es un momento importante para mí, en el que confronto y en el que siento más cerca del camino para mí, donde se hacen preguntas entorno al Evangelio, y se intenta contestar”.

25 años ofreciendo acogida en este albergue parroquial

Las puertas del albergue de “Santa María’ llevan abiertas casi 25 años, ofreciendo experiencias muy enriquecedoras, “porque cada peregrino que pasa por aquí no deja de ser un tesoro, transmite unas vibraciones muy positivas, porque es un hombre con mucha creatividad, con mucha ilusión, con ganas de descubrir un mundo nuevo, de buscar y cultivar su vida interior, entonces todo eso se contagia”.

Para Blas Rodríguez, la mayor riqueza es encontrarse con ellos. “Cada uno es un regalo, un tesoro”, asevera el párroco de la localidad.

Y a la espera de que se levante el estado de alarma y puedan reanudar su Camino para abrazar al apóstol Santiago, estos peregrinos continuarán compartiendo techo y comida en este albergue parroquial.

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