24/07/2025
Las lecturas de este domingo nos hablan de un Dios que, en primer lugar, escucha, no es ajeno a lo que nos pasa, está pendiente de nosotros. Y, como escucha y está pendiente, descubre la injusticia, la falta de humanidad, los atropellos contra los débiles. Y esto le enfada, le duele. Pero sabe distinguir y no actúa a la ligera, como nos suele pasar a los seres humanos.
Qué oportuna esta semblanza de Dios misericordioso, que por un justo salva a todo un pueblo, ante los acontecimientos que estamos viviendo cerca y lejos de nosotros.
¿Cómo mirará el Señor la tragedia que se está viviendo en Gaza, con tantos inocentes masacrados sin piedad? ¿Cómo será capaz de perdonar tanto dolor y tanta muerte?
¡Y con cuánto sufrimiento verá cómo, más cerca de nosotros, por la barbarie de uno, condenamos a todo un grupo!
¡Cuánto tenemos que aprender de la misericordia de Dios!
Por el evangelio de hoy sabemos que todo lo que le pedimos tiene cauce, todo llega a sus entrañas de Padre y no nos puede negar nada. Por eso hoy me sale del corazón pedirle que nos ayude a mirar el mundo con su mirada, a dejarnos afectar por el dolor de los demás, como Él mismo lo hace. Que aprendamos de su misericordia; que esa sea nuestra justicia, el amor desmedido, que todo lo perdona y que, como hermanos, sepamos mirarnos y encontrarnos.
Que seamos capaces de hacernos vulnerables, de sabernos necesitados. Que, aunque nos sobra de todo, nos sintamos pobres ante el Señor, para que podamos pedir como niños y nos vayamos pareciendo más a Él.
Sólo así seremos capaces de revolucionar, desde el amor, este mundo tan necesitado de paz, de fraternidad y de entendimiento. Sólo así podremos seguir trabajando por el bien común y recitar, sin dejarnos una coma, el Padrenuestro.
Te lo pido, Señor.
Feliz domingo.
Belén Santamaría Eraña, laica, CVX y trabajadora en Cáritas diocesana.