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12/04/2025

Recorrer con Jesús su historia de amor

La religiosa Maru Cornejo, ss.cc, nos invita este Domingo de Ramos a detenernos y dejarnos tocar por el misterio que comienza: la Semana Santa. Un tiempo para mirar a Jesús con el corazón abierto, dejarnos interpelar por su amor hasta el extremo y redescubrir, una vez más, que la cruz no es el final, sino el camino hacia la vida verdadera

 

Este domingo es un domingo especial. Es el comienzo de la Semana Santa, una semana que nos invita a parar, a mirar a Jesús y a conmovernos por lo que vivió. Y, aunque ya conocemos el final de la historia, vale la pena volver a recorrerla, como si fuera la primera vez.

Hoy vivimos dos momentos muy distintos: primero, la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, donde lo aclaman como rey. Todos gritan, agitan ramos, lo reciben con entusiasmo. Pero unos días después, ese mismo Jesús será traicionado, abandonado, juzgado injustamente y crucificado. ¿Cómo puede cambiar tanto la gente en tan poco tiempo?

La verdad es que ese cambio también nos pasa hoy. A veces seguimos a Jesús con emoción cuando todo va bien, pero cuando las cosas se ponen difíciles —cuando implica ir contra corriente, perdonar, no responder con odio, ser honestos, ayudar al que nadie ve—, nos cuesta. En esos momentos, podemos vernos reflejados en Pedro que lo niega, en los discípulos que huyen, o incluso en la multitud que grita “¡crucifícalo!”.

Pero el centro de este Evangelio no es solo el dolor o el abandono. Lo más fuerte es cómo Jesús lo vive. En medio de la traición y el sufrimiento, no pierde la calma ni deja de amar. Perdona a quienes lo están matando. Se acuerda del ladrón que sufre con Él. Confía en Dios hasta el final. Y lo hace por amor. Por nosotros. Porque quiere mostrarnos que el amor es más fuerte que el odio, que el perdón tiene más poder que la venganza, y que la vida no termina con la muerte.

Miramos a nuestro alrededor, y vemos un mundo donde es más fácil juzgar que entender, donde a veces pareciera que el más fuerte gana, donde hay mucha violencia, indiferencia y soledad. Pero Jesús, con su cruz, nos propone otro camino. No uno fácil, pero sí uno que tiene sentido: amar sin medida, estar para los demás, no tener miedo de ser luz en medio de la oscuridad.

Esta Semana Santa, somos invitados a no ser un espectador más. No se trata solo de recordar lo que Jesús vivió, sino de entrar en esa historia. Podemos preguntarnos: ¿quién soy yo en esta Pasión? ¿En qué momentos me alejo o me canso? ¿Dónde necesito aprender a perdonar o a confiar más? Y, sobre todo: ¿cómo puedo responder al amor de Jesús con mi propia vida?

Acompañar a Jesús en su Pasión no es solo emocionarse por su dolor, sino dejar que transforme el nuestro. Es dejarnos mirar por Él, como miró a Pedro después de la negación; es dejarnos perdonar y también aprender a perdonar.

Que esta Semana Santa nos encuentre abiertos al misterio del amor que se entrega, del Dios que no se impone con poder, sino que salva desde la cruz. Porque la cruz no es el final. Es el paso hacia la vida verdadera. Una vida con sentido, con entrega, con esperanza. Y esa es la vida a la que estamos llamados.

Maru Cornejo, ss.cc

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