07/06/2025
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
Santi Casanova es, desde hace un año, el delegado de Apostolado Laical de la Diócesis de Salamanca. Un servicio que desarrolla acompañado de un equipo apostólico comprometido con dinamizar y visibilizar el papel de los laicos en la Iglesia. Su tarea se centra en impulsar la comunión entre carismas, movimientos y parroquias, y fomentar una presencia activa del laicado en la vida pública, la cultura y los entornos cotidianos donde se construye el Reino de Dios.
Con motivo del Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, que se celebra este domingo, 8 de junio, coincidiendo con la solemnidad de Pentecostés, este responsable compartió en el programa El Espejo de la Diócesis, de COPE Salamanca, el sentido de esta jornada, donde destacó que “el mundo necesita más testigos que maestros” y reivindicó el lugar del laico como testigo de esperanza en medio del mundo. Desde la Delegación han preparado una programación abierta a todos, con actos de oración, reflexión y celebración repartidos por distintos puntos de la diócesis, que se llevarán a cabo los días 7 y 8 de junio, en colaboración con comunidades y parroquias, y en un ambiente de comunión eclesial.
Casanova recuerda en esta entrevista que “nuestro hábitat natural es la vida cotidiana” y anima a los laicos a ser “fermento” en la familia, el trabajo y las relaciones, llevando el Evangelio allí donde la gente vive, sufre y espera.
Santi, para ti, como laico, ¿qué significa ser testigo de esperanza hoy?
Ya lo dijo Pablo VI: el mundo necesitaba hoy más testigos que maestros. Y con la bula que nos lanzó el papa Francisco para inaugurar este año jubilar centrado en la esperanza, creo que se trata de ser capaz de tener una mirada positiva ante el mundo ante el mundo que tenemos delante, al que tantas veces criticamos, del que nos quejamos y que vemos lleno de sombras. Y es verdad. Pero a la vez, hay muchos aspectos, muchas personas, muchos signos del Espíritu que nos permiten mantener viva la esperanza.
Eso, el laicado lo sabemos bien, porque estamos en todas las partes: en los trabajos, en las instituciones, en las familias,… Somos testigos privilegiados de cómo la esperanza realmente sigue viva en nuestros entornos cotidianos.
El programa que habéis preparado para el Día del Apostolado Seglar resulta ambicioso en cuanto a contenido y participación. ¿Qué tipo de propuestas incluye?
Sí, es un programa ambicioso, pensado para que el que quiera estar en todo, pueda estar; pero también diverso, en la medida en la que, si no puedo ir a todo se pueda seleccionar. Empieza el sábado, 7 de junio, con una mesa redonda sobre signos de la esperanza, a las 12:00 horas en la Casa de la Iglesia, donde podremos escuchar —en tono testimonial— cuatro realidades de las que el papa Francisco nos habla en la bula: inmigrantes, jóvenes, enfermos y Pastoral penitenciaria. Este mismo sábado tendremos una comida para el que quiera quedarse, traer algo de comer, ponerlo en medio y tener un rato de compartir.
Y a las 17:00 horas hay un evento de The Chosen, esta serie que tanto nos está ayudando a muchos y que tanto nos está gustando sobre Jesús y sus apóstoles, en versión un poquito moderna y con un lenguaje muy fresco. En el Auditorio Calatrava tendremos el visionado de un capítulo y un sencillo coloquio.
Esta misma noche, a las 21.00 horas, tenemos la vigilia y la novedad es que no sólo se celebrará en la Catedral Vieja como todos los años, sino que simultáneamente también la tendremos en la parroquia Guijuelo. La idea es salir un poco de la ciudad y acercarnos a la realidad de nuestra diócesis más rural, que a veces se queda un poco olvidada cuando toca organizar estas cosas.
Esto también es un espacio de encuentro y de comunión: el saber que, a la misma hora, en dos sitios distintos, parte de la diócesis estaremos celebrando lo mismo: que esperamos al Espíritu, que su fuerza, su luz, su guía, para ser una Iglesia diocesana más valiente, más abierta y más convencida de que afuera nos están esperando.
Y el domingo por la mañana, la misa de Pentecostés en la Catedral Nueva (a las 12:00 h.), con D. José Luis presidiendo. Por la tarde, algo novedoso que también va a ser muy bonito: un Encuentro de la esperanza, a las 19:00 horas en Puente Ladrillo. Un signo de salir a los barrios. Allí también estará don José Luis. La idea es escuchar testimonios de esperanza de personas del barrio de Puente Ladrillo y compartir con ellos un rato.
¿Quién puede participar en estas actividades?
Están pensadas para todos. La mesa redonda, por ejemplo, es un espacio de encuentro personal más que de formación. Está pensada personas concretas que, a través de sus vidas y de su experiencia concreta, pueden iluminar la nuestra. Ahí cabe todo el mundo, adultos, jóvenes,…todos.
The Chosen está dirigida tanto a los que han visto la serie como a los que han oído hablar de ella y les llama la atención. Las vigilias, son una parte celebrativa y el encuentro en Puente Ladrillo también. Es decir, aunque el protagonismo efectivamente lo tienen las personas de la parroquia y la gente del barrio, creo que es un buen momento para acercarnos, compartir, escuchar y descubrir la vida de personas y vecinos y hermanos nuestros de los barrios que a veces no conocemos.
Es un programa para todo el mundo: jóvenes, maduros y mayores, curas, matrimonios,… todos están invitados.
El lema de este día, ‘Testigos de esperanza. para el mundo’, nos recuerda que los laicos somos fermento en el mundo. ¿Cómo podemos vivir esa misión cristiana en lo cotidiano?
Los laicos tenemos la vocación propia de ser fermento allí donde estamos. No podemos perder de vista, aunque muchas veces tenemos que echar mano una mano en las labores litúrgicas de la diócesis—como los celebrantes de la Palabra o en muchos otros ámbitos de servicio en las parroquias—. Nuestro hábitat natural es llevar la Palabra de Jesús y construir Reino en la familia, en nuestros trabajos, en nuestras oficinas, con nuestros amigos,… Eso a veces lo perdemos de vista y es nuestro hábitat natural. Jesús nos pide que ahí seamos fermento. Que en la familia, cuando hay momentos oscuros, cuando llega la enfermedad, la desesperanza, cuando hay una pérdida o discusiones, nosotros seamos quienes pongamos luz. Que en los momentos en los que estamos perdidos o ante una situación de paro… estemos ahí, que vivamos la amistad como un regalo de Dios.
Y en el trabajo, lo mismo: cada uno puede realizar su labor —la tuya propia en la radio, la mía como profesor— desde muchas perspectivas. A lo que estamos llamados nosotros es a llevarla adelante desde la perspectiva de Jesús de Nazaret. Ese es el llamado.
¿Qué retos ves hoy para el apostolado laical?
El primer reto es la comunión. Somos laicos diversos: con carismas distintos, de movimientos, laicos que no pertenecen a ningún movimiento pero que están en las parroquias sosteniéndola; somos hombres, mujeres, casados,… Esa diversidad tiene siempre el reto de la comunión: de no creernos unos mejores que otros, de no juzgarnos por la manera de celebrar, de creer y de posicionarnos ante la Iglesia y el mensaje. Es un reto tremendo.
Y luego está el reto de es salir. Estamos llamados —y además, la Conferencia Episcopal nos va a animar a ello en los próximos años— a estar más presentes en la vida pública; es decir, que se nos oiga, que se nos escuche, que salgamos de nuestra Casa de la Iglesia, de nuestros templos,… y estemos dispuestos a establecer un diálogo con el mundo, a encontrarnos con los que no creen, a encontrarnos con la ciencia, con la cultura, con el arte; a aportar nuestra manera de vivir cristiana y seguidora de Cristo, en lo que realmente que nos rodea. No se trata tanto de ser personas que convocan y esperan que los demás vengan, sino nosotros salir e ir a donde las personas están.
Yo creo que son dos retos que siempre van a estar ahí, pero que en estos tiempos son grandes.