ACTUALIDAD DIOCESANA

01/09/2023

Vivir la JMJ desde los ojos y el corazón de la discapacidad intelectual

Cuatro jóvenes de dos comunidades de Fe y Luz de Salamanca, Abba y El Viso, formaron parte del grupo de peregrinos de la diócesis que participó en Lisboa en la Jornada Mundial de la Juventud

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN

“En la Iglesia, hay espacio para todos. Para todos. En la Iglesia, ninguno sobra. Ninguno está de más”, apuntaba el papa Francisco en la ceremonia de acogida de la JMJ que se ha celebrado en Lisboa. Y la Iglesia, de manera especial, es de Jorge, de Iñigo, de Esther y de Eneko, cuya discapacidad intelectual les permite vivir la fe de una manera más auténtica, con el corazón siempre abierto, y una sonrisa eterna. Un sello personal que ha contagiado al grupo de jóvenes peregrinos de la Diócesis de Salamanca. Una lección de vida para todos.

Estos cuatro jóvenes, de entre 29 y 48 años, pertenecen a dos de las comunidades de Fe y Luz de Salamanca (Abba y El Viso), y han ido acompañados de Maitane Reyes, Marta Rodríguez y Laura Martín. Desde el 31 de julio que llegaron a Estoril, han acudido a cada una de las catequesis y celebraciones del papa Francisco junto a los peregrinos salmantinos, contagiando su “luz”.

El 31 de julio, participaron en el encuentro de españoles en Estoril (donde se reunieron más de 40.000 personas), con una eucaristía y un festival de música; y el día 1, en la visita del obispo de Salamanca, Mons. José Luis Retana, al que no dudaron en recibir con unos abrazos; o el encuentro con otras ciudades de Castilla y León, el día 2. También se emocionaron al ver al papa Francisco en el papamóvil antes de comenzar el vía crucis del 4 de agosto. Y cargando su saco y esterilla, partieron hacia el Campo da Graça (parque do Tejo), para vivir la vigilia junto a un millón y medio de personas, que durmieron bajo el cielo estrellado de Lisboa.

Una JMJ sin barreras

No hay barreras físicas para ellos, que caminaron numerosos kilómetros cada día, con calor, con vagones de tren o de metro llenos de personas, pero sin perder nunca la sonrisa y ese brillo en sus ojos tan especial. Entremezclados entre los peregrinos diocesanos, compartiendo charlas y abrazos…

Jorge Martín tiene 48 años y es del grupo de Fe y Luz Abba, de La Purísima. Para él, la de Lisboa era su segunda JMJ, ya que en 2011 vivió la de Madrid. “Es emotivo ver a un papa cercano, y espero estar en las próximas ediciones”, apuntaba en Lisboa antes de celebrarse la vigilia y la misa de envío.

Para él, las palabras del papa le han motivado el “on” del corazón, como también escuchó en la catequesis del obispo de Barbastro, Mons. Ángel Javier Pérez Pueyo. Jorge reconoce que gracias a estas jornadas, “he sabido parar, reflexionar y pensar en mí”.

“Un papa cercano a todos”

Iñigo Carabias es el más joven de Fe y Luz, con 29 años, del grupo El Viso, en la parroquia de Villares de la Reina. De la experiencia, admite que ha conocido a mucha gente, “de todos los países”, y fue muy emocionante poder ver al papa Francisco de cerca, “me acordaba de mi familia que ya no está”.

Esther Iglesias también pertenece a El Viso, de 48 años, y lo que le gusta de la JMJ, “es venir a ver al papa”. Ella destaca que ha venido junto a otro grupo de Fe y Luz de Salamanca, y con el apoyo fundamental de Marta, Maitane y Laura, así como del joven del grupo Jerut, de la Pastoral Juvenil, Pablo Sánchez, también de El Viso.

Eneko Reyes comparte lo vivido a través de su hermana, Maitane Reyes, que conoce mejor que nadie sus gestos y sonidos con los que transmite tantas cosas. Este joven, de 38 años, pertenece a Fe y Luz Abba, de La Purísima, y es también su segunda JMJ, porque participó en la de Madrid, en 2011.

El papel de las familias de acogida

Ha tenido la oportunidad de ver al papa Francisco en primera línea antes de comenzar el vía crucis, “se emocionó muchísimo”, asegura su hermana. Y tiene claro que lo que más le ha gustado es: “El papa”. En esos momentos tan intensos, se ha acordado de sus padres. Agradecen la hospitalidad de su familia de acogida en Estoril, en casa de Vera.

Laura Martín ha sido una de las acompañantes de este grupo de Fe y Luz, que pertenece a la comunidad de Abba. “Lo mejor es haber venido con ellos, y haber sentido toda esta experiencia con las personas con las que vivimos nuestra fe en las comunidades”, subrayaba emocionada.

Entre los momentos, destaca el de ver al papa Francisco, “y haber participado con todos los jóvenes con los que vivimos nuestra fe en Salamanca, y en todo el mundo”. Ella se siente uno más, e incluso “pequeña junto a ellos, junto a todos, y de, como nos dice el papa, que Dios nos ha llamado a cada uno por nuestro nombre, a todos juntos dentro de una misma Iglesia”. E insiste en que todos estamos dentro de la misma Iglesia, “siendo en el movimiento o el grupo en el que estemos de la parroquia, todos somos uno”.

“Dios está en lo más pequeño”

La acompañante de El Viso era Marta Rodríguez, que muy emocionada también hacía su balance de la JMJ todavía en Estoril. “He disfrutado mucho con ellos, porque Dios está en lo más pequeño, pero es lo más grande”, reitera. Considera que han tenido suerte de disfrutar con los jóvenes de la Diócesis de Salamanca, “y venir como diócesis, porque Fe y Luz pertenece a la diócesis, y creo que es algo que nosotros queremos hacer sentir a la gente, que somos una parte más“.

Además, agradece que las familias de acogida abrieran sus casas en Estoril, “nos llevamos a una familia el corazón, y vamos a tener siempre presente a Marco, Inés, Isabel, Leonor,  Miguel y a Manuel”. Y aunque ya vivió la JMJ de Madrid en 2011, en esta ocasión lo ha vivido más en la madurez, “y de una manera muy emocionante y especial“.

Por último, Maitane Reyes, del grupo Abba, coincide en sentimientos con sus dos compañeras que han apoyado a este grupo de personas con discapacidad intelectual. “Estos días hemos estado dejándonos ver, para ser más visibles entre nuestra propia Iglesia, y hemos tenido la suerte de ir coincidiendo con personas que han sido un poco luz en nuestro camino”.

Dar a conocer el movimiento

E incluso, “con personas con discapacidad que no nos conocían como movimiento, y que quizás surgen nuevas comunidades“.  Maitane también considera que es una suerte y un regalo, “compartir estas jornadas con estos chicos, desde lo pequeño y humilde, pues nos dan la vida”.

Quizás era cansado físicamente, como también reconoce, “pero hemos tenido mucha fuerza de voluntad, y tuvimos la suerte de poder ver al papa bien cerquita, en primera línea, en uno de los caminos por los que subía hacia el altar del parque Eduardo VII”. Ella agradece haber tenido personas “muy pendientes”, en general, insiste, “la gente se ha portado muy bien con nosotros”.  Maitane asegura que todo ha sido gracias a Dios y a la Diócesis de Salamanca, y sobre todo, “gracias a ellos que nos hacen ver a un Dios más cercano en nuestro día a día y en nuestra vida eclesial”.

 

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