ACTUALIDAD DIOCESANA

26/02/2021

El “Cristo que vuelve a la vida”, de Venancio Blanco, llega a la Catedral para traer “consuelo y esperanza”

El hijo del escultor salmantino, Francisco Blanco, recuerda que el deseo de su padre era que esta talla estuviese en Salamanca, y estará expuesta en la capilla del Cristo de las Batallas durante la Cuaresma y Semana Santa

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN SOCIAL

El “Cristo que vuelve a la vida”, de Venancio Blanco, ha regresado a la Catedral de Salamanca 28 años después, desde la exposición de Las Edades del Hombre de 1993. Durante la Cuaresma y Semana Santa, la talla de madera del escultor salmantino estará ubicada en la capilla del Cristo de las Batallas, gracias a la cesión temporal de la Fundación Venancio Blanco y las gestiones de la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad a través de un amigo íntimo del escultor, Chema Sánchez.

El escultor Venancio Blanco esculpiendo la talla del ‘Cristo que vuelve a la vida’ / Fundación Venancio Blanco.

En la presentación de la llegada de la obra, el hijo del escultor, Francisco Blanco, reconocía que era un día “muy bonito”, y que estaba “emocionado y agradecido”. Además, apuntaba que la Catedral de Salamanca era un espacio de fe, “y mi padre era un hombre de fe”, por lo que agradecía al Cabildo haberlo hecho posible. Al respecto de la talla, que su autor denominó “Cristo que vuelve a la vida”, Blanco recordaba que su padre muchas veces le había confesado “su ilusión y deseo que permaneciera en Salamanca”, y que también era su deseo.

Como Francisco Blanco describe, la escultura recoge el primer instante de la Resurrección, “mi padre decía que era el primer instante en el que Jesús vuelve a la vida, un momento verdaderamente inefable e inimaginable, y que mi padre concibió después de plantear en un momento dado la realización de un Cristo yacente”.

Tallado en madera de pino

Como también relata, su padre pensó que mejor que un yacente a la manera tradicional, que ya había muchos en la historia del arte, “él prefirió plasmar la vida en lugar de la muerte, y concibió ese primer momento de la Resurrección para trasladarlo a este Cristo de dimensiones algo mayores del natural, tallado en madera de pino de Valsaín“.

Antes de realiza esta obra, Venancio Blanco había realizado otros cristos yacentes de pequeños formatos, como describe su hijo, presidente de la fundación que lleva el nombre de su padre, “pero no de estas dimensiones“. En este caso, explica, “él quiso hacer un rendido homenaje a su hermano Juan, que fue su colaborador más íntimo durante tantos años en el taller, y que había fallecido poco antes de plantear este Cristo”.

Francisco Blanco cree que es un Cristo pascual, “aunque todavía está en el sepulcro, y es una de las obras más emblemáticas de la trayectoria artística de mi padre y de la iconografía cristiana, porque quizás no ha habido artista hasta el momento que desde la escultura haya plasmado esta realidad inefable”.

Junto al Cristo de las Batallas

Por otra parte, el presidente de la Fundación Venancio Blanco insiste en que en estos momentos difíciles de pandemia del Covid, “ojalá que este Cristo que ahora se expone en la Catedral de Salamanca pueda traer consuelo y esperanza a tanta gente como la necesita”.

El hijo de Venancio Blanco junto a la talla del Cristo que vuelve a la vida / Foto: Óscar García.

En cuanto al emplazamiento elegido, el hijo de Venancio Blanco cree que está quizás en la mejor capilla de la Catedral, “debajo del Cristo de las Batallas, que acompañó al Cid Campeador, y qué honor, mi padre con el Cid, tal vez les unía, salvando las distancias, que eran dos luchadores, dos personas que lucharon por su ideal y lo consiguieron”. Por otra parte, elogia el discurso teológico con otras tallas cercanas: “En la capilla de al lado está la Piedad de Carmona, un Cristo muerto que yace en el regazo de la Virgen; y al otro lado, la virgen de la Soledad, que espera la Resurrección, y en el centro, este Cristo que ya está resucitando, pero que todavía se mantiene en el sepulcro, de manera que hay una relación muy interesante”.

Francisco Blanco también mencionaba la figura de su padre, fallecido hace ya tres años: “Nos dejó pero se ha quedado con nosotros, y cuando murió la gente me decía que mi padre era un gran artista, pero sobre todo, era una gran persona”, sentencia, pero sobre todo, reitera que era un salmantino enamorado de su tierra, de sus gentes… “de la misma manera que esta tierra y esta gente le ha devuelto todo ese amor a mi padre”.

El regreso a la Catedral

Por su parte, el deán de la Catedral de Salamanca, Florentino Gutiérrez, mostraba su ilusión al volver a tener en el templo a esta talla, “lo conocimos y descubrimos la grandeza de un autor como Venancio, que es capaz de hacer una mezcla hermosa entre la técnica humana, el arte y la fe”.

Asimismo, reconocía que esta imagen es nueva y rompedora, “porque en el arte religioso y en de la Semana Santa, “tenemos una gran parte de piezas que hablan de la pasión y de la muerte, y muchas menos de la Resurrección, y es una pena”. Pero en el caso de esta talla, “se queda en la mitad, entre la muerte y la Resurrección, lo que la hace original”. Para este responsable de la Catedral, es el Cristo del Sábado Santo, “está en trance de levantarse, con los ojos abiertos, tratando de ver”.

En cuanto a la capilla elegida, Gutiérrez determina que es un complemento del Cristo de las Batallas, “que está en la Cruz, es el que muere por los hombres, y aquí en Salamanca hizo muy bien en tiempos de pandemia, y este otro Cristo tiene la otra dimensión, del que muere y que resucita, es un complemento interesante para nuestra pastoral y liturgia”. La intención del Cabildo es poder tener en la Catedral el Cristo de forma permanente.

Proceso de la obra

Uno de los impulsores del regreso de este yacente de Venancio Blanco a la Catedral ha sido Chema Sánchez, amigo personal del escultor salmantino desde el año 1970. “Compartí muchos momentos de la ejecución de esta pieza que tenemos hoy en la Catedral, que es una obra que nace como yacente pero que muy pronto evoluciona y se acaba convirtiendo en el Cristo que vuelve a la vida”, afirma este salmantino.

Foto: Óscar García

Bajo su punto de vista, cree que Venancio Blanco intentó captar ese instante previo a la Resurrección, “y consiguió que esta obra tuviera una semilevitación, parece como si estuviera a punto de arrancar para elevarse en el aire”, subraya Sánchez. Para él, esta obra es “la joya de la iconografía de Venancio Blanco, junto a otra que tiene de chapa y soldadura ‘El nazareno’, y que ambas estuvieron en Las Edades del Hombre, ‘El contrapunto y su morada de 1993′”.

Chema Sánchez enumera las fases de ejecución de esta talla, que comenzó con los trabajos previos en 1987, “cuando hace 11 bocetos en barro que estuvieron expuestos en Salamanca, en la sala Miranda, frente al teatro Liceo”.  Y de esos bocetos, fundió 8 en bronce, “pero no acababa de estar satisfecho, eran unos cristos demasiado horizontales, en la línea de Gregorio Fernández, pero él buscaba otra cosa y acabó consiguiendo esta pieza”. Este amigo de Venancio Blanco espera que fructifiquen las gestiones para que la Catedral de Salamanca sea su sede definitiva.

Dedicado a su hermano Juan

Este amigo del escultor también destaca la figura del hermano de Venancio en la realización de esta obra, de Juan, “trabajaban juntos en el taller y siempre decía que era el mejor fundidor que conocía, que con él aprendió a fundir y realizó algunas de sus piezas más emblemáticas”. Según Chema Sánchez, “Juan era su hermano del alma, y Venancio dijo que resolvió este Cristo el día que estaba con su hermano en el hospital, se quedó traspuesto, y cuando despertó vio que su hermano no tenía la vía puesta y la cama se llenó de sangre, y esa visión, le hizo resolver esta pieza maravillosa”.

Cabe recordar que el horario de visitas de la Catedral está fijado entre las 11:00 y las 13:00 horas hasta que vuelva a abrirse al turismo en su totalidad.

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