ACTUALIDAD DIOCESANA

22/03/2024

EvangelizARTE: La entrada de Jesús en Jerusalén

El director del Servicio diocesano de Patrimonio Artístico, Tomás Gil, invita a contemplar el relieve barroco de “La entrada de Jesús en Jerusalén”, en la puerta de Ramos de la Catedral de Salamanca, para adentrarnos en el Domingo de Ramos, pórtico de la Semana Santa

 

TOMÁS GIL RODRIGO, SERVICIO DIOCESANO DE PATRIMONIO ARTÍSTICO

Puesto que la Catedral Nueva de Salamanca se comenzó a construir en los primeros años del siglo XVI, las dos primeras portadas, la occidental de los pies y la primera lateral que da al norte, fueron concebidas en el estilo del gótico final. Sabemos que en ellas intervinieron escultores como Antonio de Manilas, Gil de Ronza, y Juan de Gante, principalmente en la decoración heráldica (escudos) y gran parte de las decoraciones vegetales (hojas de cardinas, robles o vides) y animales (bestiario) de las arquivoltas. No obstante, tuvo que pasar un siglo para que se labraran los relieves de los tímpanos y bastantes esculturas de las hornacinas y arquivoltas.

El escultor salmantino Antonio de Paz en 1635 empezó con algunas pequeñas imágenes que faltaban en las arquivoltas y otros espacios. Una vez fallecido este maestro, le pudo tomar el relevo en 1661 otro escultor salmantino, afincado en Valladolid, llamado Juan Rodríguez, según se recoge en el contrato efectuado por el cabildo con el artista, para que decorara la portada principal con las imágenes de San Pedro y San Pablo, y los relieves del Nacimiento y de la Adoración de los Magos, los cuales terminó en 1664.

 

Puerta de Ramos de la Catedral de Salamanca con el relieve barroco: “Entrada de Jesús en Jerusalén”, obra de Juan Rodríguez

 

Escultura del evangelista San Marcos

A pesar de la tardanza del primer encargo, el Cabildo debió quedar tan satisfecho por el buen trabajo de Rodríguez, que le encomienda inmediatamente después el relieve de la Entrada de Jesús en Jerusalén en el día de Ramos y las estatuas de los Cuatro Evangelistas que se encuentran en la portada lateral antes descrita. Se aprecia por su educación pucelana que la estética barroca de Juan Rodríguez sigue los modelos y la influencia de Gregorio Fernández, cuya fama se extiende hasta la segunda mitad del siglo XVII, a través de los maestros que se formaron en su taller, los cuales, a su vez, formaron a artistas de segunda generación como Juan Rodríguez. Entre las condiciones que le pidieron a Juan Rodríguez para ejecutar estas obras se señala precisamente que debía hacerse con ropaje volado y laborado con mucho aire, imitando el paño de Gregorio Fernández, lo cual demuestra la enorme fama que seguía manteniendo este escultor.

La composición de este relieve de Juan Rodríguez es muy barroca, está ideada y plasmada de una manera bastante teatral y escenográfica, de ahí que haya un decorado de fondo y, por delante, se encuentran los dos grupos de personajes, saliendo por los laterales, dispuestos a encontrase y actuar en el papel que les corresponde según describen los evangelios sinópticos (cf. Mateo, 21: 1-11; Marcos, 11: 1-10; Lucas, 19: 29-40).

Jesús observa a las personas que salen a recibirle en su entrada a Jerusalén

A la izquierda el grupo está encabezado por Jesús, el cual mira de perfil montado a horcajadas sobre una borrica, cumpliendo de este modo la profecía de Zacarías: Alégrate sobremanera, hija de Sión. Grita exultante, hija de Jerusalén. He aquí que viene tu Rey, justo y victorioso, humilde, montado en un asno, en un pollino hijo de asna. (Zacarías 9, 9). Venidos como peregrinos desde Galilea, tras Jesús le siguen tres apóstoles, Pedro junto a los hermanos Juan y Santiago, representantes del grupo de los Doce y demás seguidores, que no pueden entrar en escena por falta de espacio.

A su vez, al otro lado, salen a través de un arco de medio punto la población de la ciudad de Jerusalén por medio de cinco personajes masculinos, tres adultos y dos niños, que reciben con gran expectación y alegría a un personaje importante. El primero dobla su rodilla, se quita su manto y lo extiende para que lo pise Jesús, reconociendo que está ante el Mesías, el mayor representante de Dios; la mayoría levanta y empuña su mano derecha, dentro de la cual tuvieron su ramo, perdido por el deterioro, con el que le aclaman como el Hijo de David esperado gritando ¡Hosanna!.

 

Tres varones y dos niños representan a la población de Jerusalén que sale con expectación a recibir al Mesías

 

Nos conmueven las figuras de un padre con su hijo pequeño delante de un arco, por la manera de recibir a Cristo con otro gesto, ajeno al alboroto mesiánico del resto con los ramos, el padre pone su mano derecha sobre su corazón y el pequeño junta sus manos en oración, mostrando ambos que nos encontramos en el Domingo de Ramos o de la Pasión del Señor, el día que fue la puerta de entrada a un acontecimiento central para la salvación, puesto que el Mesías acabará padeciendo siendo el Siervo obediente, entregando su vida por amor en la cruz.

La escena queda ambientada por el fondo de un decorado, en el que contemplamos un paisaje escarpado, en cuya esquina están unos edificios, se trata del lugar desde donde bajo Jesús para entrar en Jerusalén, Betfagé y el Monte de los Olivos, aunque está mal desarrollada la perspectiva de profundidad, vemos tres árboles, dos palmeras y un olivo, entre medias dos jóvenes están cortando y dando ramos a los habitantes de Jerusalén. La ciudad de David se visibiliza por una torre almenada de dos cuerpos y una cúpula, dispuestas tras un arco de medio punto, estos elementos arquitectónicos representan a la Puerta Hermosa y al Templo de Jerusalén, lugar donde Jesús realizará, a continuación, el gesto profético de la expulsión de los mercaderes del Templo, motivo por el que será acusado y sentenciado a la condena de muerte.

Los apóstoles Pedro, Juan y Santiago se sitúan tras Jesús

A pesar de que el estilo de las esculturas en las portadas de la Catedral Nueva cambió del tardo-gótico del siglo XVI al barroco del siglo XVII, sin embargo, se siguió manteniendo el programa iconográfico inicial del siglo XVI. Así como en la portada principal se mantuvo el tema cristológico de la encarnación y redención del Hijo de Dios, y el mariológico de la Asunción de María, por estar dedicada la Catedral a la advocación de la Virgen, también se mantuvo para la primera fachada lateral, la situada al norte, el tema de la Entrada de Jesús en Jerusalén. Se trata de una escena apropiada para que los fieles consideren, antes de atravesar las puertas de esta iglesia, que se van a adentrar en el espacio de la Nueva Jerusalén del Cielo. Gracias a Jesús, que es la puerta y el pastor que nos la abre (cf. Jn. 10, 9), en el interior recibiremos y celebraremos los sacramentos de la salvación, principalmente la Eucaristía, y participaremos de la nueva vida de comunión y misión de la Iglesia.

En resumen, la portada nos predispone a entrar con Jesús en la Catedral, símbolo y anticipo de la Jerusalén del Cielo, para acoger los misterios de su salvación sucedidos en la ciudad de Jerusalén, los cuales son actualizados y revividos por su Iglesia cada vez que celebra los sacramentos.

Las esculturas de los cuatro evangelistas también forman parte de la Puerta de Ramos, aparecen situados en sus jambas, reconocibles por los atributos que les distinguen (el águila para San Juan, el león para San Marcos, el toro para San Lucas y ángel para San Mateo), forman parte no sólo de la decoración sino del sentido iconográfico y teológico de esta portada, puesto que solo por la acogida del Evangelio y la persona de Jesucristo se suscita la fe, condición indispensable para entrar y participar de la Nueva Jerusalén.

 

Salida del grupo escultórico “Jesús Amigo de los Niños” por la Puerta de Ramos de la Catedral de Salamanca
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