06/04/2022
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
De las cuerdas de la guitarra de Sergio Iván González sonaron los acordes de Pasión en Salamanca, la marcha que compusiera Abel Moreno para la Semana Santa de Salamanca. Unos minutos después, el pregonero hacía su entrada al patio de butacas por el pasillo central con un farol de Jueves Santo en la mano.
En el ambiente se sentían las ganas de Semana Santa y de escuchar la voz del periodista y pregonero que ha tenido su pregón en pausa durante los dos años de pandemia y de suspensión de todos los actos de la semana de Pasión. Pero el 5 de abril era su momento. Francisco Gómez despertó el interés y el sentimiento de los presentes con sus palabras y un gran despliegue multimedia, combinando imágenes, música y sonido.
Lejos del tradicional atril del pregonero, se movió por el escenario relatando sus “Doce horas de pasión y una canción esperanzada”, como tituló su pregón. La primera imagen era de una Plaza Mayor rodeada de los anagramas de las 18 cofradías, hermandades y congregaciones de la ciudad, junto al de la Junta de Semana Santa.
Su presentador, el periodista Juan Borrego, recordó minutos antes que Paco no es solo un buen periodista, “Paco es un buen maestro”, porque como añadió, “cuando alguien aterriza cerca de él, siempre encuentra un consejo”. Además, mencionó que en los últimos 15 años, su nombre es también sinónimo de Semana Santa.
En su nota final, el pregonero relata que para la elaboración del pregón fueron muchas noches sin dormir, “un viaje a la infancia y la adolescencia a través de las mejores puertas que conozco, los libros”. Y así fue, sobre el escenario comenzó a revivir momentos vinculados a esas doce horas. Como la una, hora de salida del colegio, y donde evocó su procesión del “Santo Pasillo”, en sus vacaciones de Semana Santa.
Paco Gómez también recordó las primeras veces del Santísimo Cristo de la Liberación: “La procesión llega en fila. Fúnebre. Oscura. En negro”; y la primera procesión de la hermandad de Pizarrales, a la que fue de la mano de sus abuelos, “ruido de barrio haciendo de la calle su iglesia”.
Las cinco es la hora en la que el pregonero se estrenó como cofrade, en la Hermandad Dominicana: “Fue el año de COU. Fue el año de descubrir, al fin, con ese hábito, esa medalla y esa capa, un catálogo sorprendente de ruidos de la madrugada. De desesperar en el claustro de San Esteban”.
Sobre el escenario también recibió una llamada, y un relato de su labor, de los cofrades que ha conocido y que llenan su agenda del teléfono móvil. También tuvo un recuerdo a sus compañeros de profesión que escriben y fotografían la Pasión de Salamanca, y de forma especial, a algunos periodistas que ya no están entre nosotros, como José Manuel Blanco (Josito), o Celia Sánchez.
Y como el mismo pregonero mencionó, tras recorrer las doce horas de pasión, lo último que le quedaba por decir era una canción: “Una canción esperanzada”. Y Gómez aseguró que ya era el momento de volver a la fila, “de poblar de luces las calles. De seguir arrimando el hombro en uno de los pocos universos donde no hay fronteras”.
Antes de concluir su pregón, el escenario se iluminó con un sepulcro vacío en el centro, huellas de Jesús Resucitado. “Hay un universo que contiene la respiración, que espera. Hay un sepulcro vacío y un Resucitado que proclama la primavera”, concluía.
Y de la guitarra de Sergio Iván González volvió a escucharse “Llorando a mares” y “Mater Mea”.
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