28/11/2025
Participar en las XXXI Jornadas Generales de la Pastoral del Trabajo en El Escorial ha sido, para la Delegación de Pastoral Social del Trabajo de Salamanca, una experiencia de comunión y de despertar. Llegamos con la inquietud de comprender mejor qué significa hoy anunciar el Evangelio en medio del mundo laboral y nos marchamos con la certeza de que la Iglesia está llamada a ser voz profética y presencia cercana en las realidades de precariedad, exclusión y búsqueda de sentido que viven tantos trabajadores y trabajadoras.
El encuentro nos situó ante un cambio de época: una sociedad marcada por la aceleración, la meritocracia y el consumo, que genera fatiga existencial y vulnerabilidad, especialmente en la generación milennial. Escuchamos cómo la pastoral del trabajo debe abrirse a estas nuevas sensibilidades: ecología integral, igualdad de género, diversidad, migración, y sobre todo la necesidad de espacios donde cada persona pueda ser protagonista y fortalecer lo humano frente a lo tecnológico. Nos impresionó la claridad con que se nos recordó que el empleo ya no garantiza inclusión social, y que la pastoral está llamada a defender la dignidad laboral y denunciar la precariedad desde la esperanza evangélica.
En la oración compartida sentimos el clamor de un pueblo herido: la siniestralidad laboral, la falta de vivienda, la migración despreciada, los jóvenes sin horizonte. Allí descubrimos que la misión de la Iglesia no es solo acompañar, sino también denunciar y anunciar: denunciar las estructuras injustas que generan exclusión, y anunciar que el Reino de Dios se hace presente en la solidaridad, en la comunión y en la lucha por la justicia.
La reflexión sobre las parroquias nos tocó profundamente: la parroquia como lugar de comunión: donde cada trabajador y trabajadora se sienta acogido y acompañado; como lugar de participación, donde su voz ilumine la vida eclesial; y como lugar de misión, signo de esperanza en medio de la fragilidad. Nos sentimos llamadas a abrir aún más las puertas de nuestras comunidades en Salamanca, a salir al encuentro en los espacios cotidianos y a reconocer en los trabajadores en precario el lugar teológico donde se revela el Evangelio.
Los retos que asumimos son claros:
Nos vamos con gratitud por la comunión vivida y con compromiso renovado: ser Iglesia encarnada en el mundo del trabajo, cercana y compasiva, que escucha y discierne junto a los trabajadores y trabajadoras, defendiendo su dignidad y promoviendo justicia social como expresión de sinodalidad. Reconocemos con agradecimiento el camino abierto por el equipo de Pastoral Obrera que nos precedió en Salamanca, con Concha y Aníbal al frente, cuya entrega y testimonio nos han permitido continuar esta misión con renovada esperanza. Confiamos en que el Espíritu sostendrá nuestra tarea y renovará la esperanza de quienes, aun trabajando, siguen siendo pobres.
Equipo Motor Diocesano de Pastoral del Trabajo – Salamanca