09/06/2025
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
El próximo jueves, 12 de junio, a las 19:00 horas, la capilla del Monasterio de Santa María de la Vega, de las Oblatas de Cristo Sacerdote, acogerá la celebración de la solemnidad de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, presidida por el obispo Mons. José Luis Retana Gozalo, y concelebrada por el presbiterio diocesano.
Una cita marcada este año por un profundo sentido de acción de gracias: será la última vez que esta fiesta se celebre con la comunidad de Oblatas, que tras 75 años de vida contemplativa en Salamanca, serán enviadas a otros monasterios de la congregación.
Desde 1949, las Oblatas de Cristo Sacerdote han mantenido en la diócesis una presencia silenciosa y fiel, dedicadas especialmente a orar por los sacerdotes y por las vocaciones sacerdotales. Así lo recordaba la Madre Benita, OCS, superiora de la comunidad, en la carta enviada con motivo de esta celebración: “Será una ocasión de rezar juntos por los sacerdotes y la Iglesia, y para nosotras, una ocasión preciosa de agradecerles todo lo que hemos recibido de cada uno de ustedes en los 75 años que hemos estado en la diócesis”.
En la misma carta, la superiora agradece la cercanía recibida por parte del presbiterio diocesano y expresa el compromiso de estas religiosas: “Seguiremos cumpliendo
nuestra misión de oración y oblación por la Iglesia diocesana de Salamanca.
Les esperamos. ¡A Cristo Sacerdote démosle Gloria!”.
Las Oblatas llegaron a Salamanca once años después de la fundación de la congregación en Madrid, impulsada por la madre María del Carmen Hidalgo de Caviedes. Desde entonces, su monasterio, enclavado en el corazón del Campus Miguel de Unamuno, ha sido un oasis de silencio, adoración y vida consagrada. En su fachada, una inscripción resume su carisma: “Pro eis ego sanctifico meipsum” (“Por ellos me santifico”), una frase de Jesús que también se puede leer en el ábside de la capilla y que inspira su vida entera, centrada en la oración por los sacerdotes.
Durante años, este monasterio fue también juniorado, por donde pasaban todas las hermanas en su periodo de formación hasta su profesión, convirtiéndose en lugar destacado dentro de la congregación.
En su día a día, la comunidad ha mantenido el ritmo de oración continua ante el Santísimo, el rezo de la Liturgia de las Horas, la celebración diaria de la Eucaristía y el canto gregoriano, que entonan cada noche en las Completas y los domingos en la misa.
“La gente está deseosa de Dios, pero hace falta sacerdotes que se lo manifiesten, y buenos cristianos”, explicaban desde el locutorio en el reportaje publicado en 2023 el portal web de la Diócesis de Salamanca. Allí también compartían su testimonio de que la vida contemplativa no es una rutina, sino “una forma de escuchar al Señor durante el día y la noche, por el bien de la Iglesia”.
Cada día, las puertas de la capilla han permanecido abiertas a los fieles, como un espacio de encuentro con Dios y de intercesión silenciosa. Su entrega, invisible pero constante, ha sido un don para toda la diócesis.