ACTUALIDAD DIOCESANA

10/05/2022

“Los sacerdotes hemos sido elegidos, ungidos y enviados para ser pastores del Pueblo de Dios”

En la eucaristía en honor a San Juan de Ávila, el obispo de Salamanca, Mons. José Luis Retana, ha recordado a los presbíteros que tienen que vivir el sacerdocio, “con una dimensión de totalidad, como una vocación de entrega absoluta”

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN SOCIAL

La capilla mayor de la Casa de la Iglesia volvió a acoger la eucaristía en la festividad del patrono del clero, San Juan de Ávila, que reunió a un gran número de presbíteros de la Diócesis de Salamanca, y que fue presidida por el obispo, Mons. José Luis Retana.

En su saludo inicial, antes del acto penitencial, el prelado resaltó que estaban reunidos alrededor del altar, “en este día especial, para algunos más, pero especial para todos, porque nos hace mirarnos y reconocer el milagro que con cada una de nuestras historias ha hecho el Señor”. E insistió en que con esta gratitud, “con esta fundamentación teológica y espiritual, que nos ha hecho Ángel (Cordovilla), nos ponemos ante el Señor reconociendo que esta historia no ha sido siempre certera, que también hemos tenido nuestros tropiezos”,  e invitó a pedir perdón, “sobre todo por las veces que Él no ha sido reflejo de nuestra vida”.

En la homilía, Mons. José Luis Retana comenzó dando gracias a Dios, “por todos y cada uno de vosotros”, dirigiéndose a los sacerdotes, “por vuestras personas, por el don de vuestra vocación y ministerio sacerdotal, por vuestra entrega fiel a Jesucristo, y a las ovejas de su rebaño en esta parcela de su Iglesia”.

La creatividad del Espíritu

De una manera especial felicitó a los que celebran los 25 y 50 años de ordenación sacerdotal, un total de ocho sacerdotes, de quienes dijo que eran “reflejo de una creatividad del Espíritu y de la misión de la Iglesia, en la que habéis ejercido el ministerio”.

En la festividad del patrono del clero, San Juan de Ávila, Mons. Retana también insistió en que esa jornada servía para estrechar “los vínculos de fraternidad de nuestro presbiterio, a manifestar visiblemente la unidad de nuestro sacerdocio”.  Asimismo, quiso resaltar que era necesario, “acoger a todos los hermanos, a darnos la mano, a eliminar etiquetas, a hacer fuerte nuestra fraternidad”.

Además, quiso resaltar en sus palabras que los sacerdotes “hemos sido elegidos, ungidos y enviados para ser pastores y guías del Pueblo de Dios en nombre y representación de Jesucristo”. Y por ello, interpeló que no pueden olvidar, “que somos pastores del rebaño de Jesucristo, Cabeza y Pastor”.

La labor del presbítero

Y aseguró que lo nuestro, “no es vivir del ministerio, sino para el ministerio”. Mons. José Luis Retana añadió que la labor del presbítero, “no es servirse del sacerdocio en beneficio propio, o de la propia familia, sino vivirlo como un servicio humilde y desinteresado a los hermanos por amor”.

El obispo invitó a sus presbíteros a conocer a sus ovejas, “se trata de un conocimiento íntimo y personal, nacido del encuentro y el diálogo con los fieles, de compartir sus dramas y dolores“. Al respecto, considera que ese conocimiento exige “vivir con ellos, compartiendo sus angustias y gozos, sus sufrimientos y esperanzas, para poder anunciarles a Jesucristo, camino, verdad y vida del mundo”.

En este sentido, asegura que “nadie puede cuidar de su comunidad desde la distancia, desde la torre de marfil de la casa parroquial, el despacho o la sacristía, al resguardo de cualquier inclemencia y de las encrucijadas de los caminos“.

Una vocación de entrega

Por último, subrayó la necesidad de vivir el sacerdocio, “con una dimensión de totalidad, como una vocación de entrega absoluta y a tiempo pleno, sin reservarnos tiempos y espacios para nuestra vida privada, que en nuestro caso debe de estar siempre impregnada por nuestra configuración ontológica con Jesucristo, lejos de cualquier concepción funcionarial del ministerio”.

Este año, los homenajeados han sido el obispo emérito de Almería, Mons. Adolfo González; el sacerdote diocesano Alfonso de Maruri,  el operario diocesano Santiago Luis de Vega, y, el agustino Juan José Sánchez, quienes fueron ordenados presbíteros en el año 1972; y José Ramón Mateos, Miguel Ángel González, Jesús Luengo y José Romelio Ramírez, que recibieron su ordenación sacerdotal en 1997.

En nombre de todos, Alfonso de Maruri compartió unas palabras antes de la bendición final. “Gracias a las personas que hemos conocido en estos 25 o 50 años en nuestra vida pastoral, y sobre todo, gracias a nuestro Señor, por estar siempre ahí, por acompañarnos, porque nos marca el camino y solamente nosotros, con la ayuda del Espíritu Santo, tenemos que seguirlo”, confirmó.

Cada 10 de mayo, en la Diócesis de Salamanca se celebra la festividad de San Juan de Ávila (1500-1569), patrón del clero, en una jornada que comenzó con la recepción y presentación de los sacerdotes que celebran sus bodas de oro y plata, en la Casa de la Iglesia. Antes de la eucaristía tuvo lugar la proyección de un vídeo con los testimonios de algunos de los homenajeados, así como una ponencia a cargo del sacerdote, Ángel Cordovilla. Para finalizar la jornada, han disfrutado de una comida de confraternidad.

 

El sacerdote salmantino y profesor de Teología de la Universidad Pontificia Comillas, Ángel Cordovilla, ha impartido una ponencia antes de la celebración de la eucaristía de la fiesta de San Juan de Ávila.

 

El obispo de Salamanca, Mons. José Luis Retana, con algunos de los sacerdotes homenajeados por sus 25 y 50 años de ministerio sacerdotal: Miguel Ángel González, Santiago Luis de Vega; Alfonso de Maruri; Juan José Sánchez, OSA; Jesús Luengo y José Romelio Ramírez.

 

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