ACTUALIDAD DIOCESANA

20/03/2023

Mario Cabrera: “Cada uno somos llamados a una vocación”

Junto al seminarista diocesano también será admitido a las Sagradas Órdenes, el candidato al diaconado permanente, Pepe Sánchez, quien confirma que es un paso más, “para seguir configurando mi vida a la de Cristo”

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN

El obispo de la Diócesis de Salamanca, Mons. José Luis Retana, preside esta tarde en la parroquia de Villares de la Reina el rito de Admisión a las Sagradas Órdenes del seminarista diocesano, Mario Cabrera, y del candidato al diaconado permanente, Pepe Sánchez, que tendrá lugar a las 19:30 horas.

La Admisión es un rito que realiza aquel que se está preparando para el ejercicio del sacerdocio ministerial para manifestar públicamente su deseo de consagrarse al servicio de Dios y de los hombres, y para ser aceptado entre los candidatos a las Sagradas Órdenes.

Esta tarde, manifestarán públicamente ese deseo el seminarista, Mario Cabrera, y el candidato al diaconado permanente, Pepe Sánchez. Para el primero de ellos, es un gran paso, “manifiesto de manera pública la voluntad de seguir formándome en el Seminario y de servir a Dios y a la Iglesia”.

Formación en el Teologado de Ávila

El joven seminarista lleva cuatro años en el Teologado de Ávila, un curso inicial de propedéutico (de iniciación), y tres de Teología. Como Cabrera reconoce, “el paso por el Seminario suele durar unos cinco años de Teología y uno o dos más, de Pastoral”.

Mario Cabrera convive con otros 14 jóvenes seminaristas en el Teologado de Ávila en Salamanca

El día a día de Mario Cabrera transcurre con unas rutinas muy marcadas, “por la mañana rezamos laudes y tenemos un ratito de oración personal, y después del desayuno, nos vamos a clase a la Universidad Pontificia de Salamanca“. Allí es donde se imparten las asignaturas de Teología, y a la vuelta, “comemos y por la tarde, dependiendo del día, tenemos formaciones, deporte, limpieza o tertulias”.

En el Teologado de Ávila, Mario convive con otros 14 jóvenes seminaristas de diferentes diócesis, en concreto, tres de Ávila, uno de Segovia, tres de Zamora, uno de Plasencia, cinco de Mérida-Badajoz, y uno de Tenerife. Todos ellos son formados bajo el rector y los formadores del Seminario de Ávila.

Unido a la vida de la parroquia de Cantalapiedra

A este joven, natural de Cantalapiedra, la vocación le surgió de una manera “muy sencilla”, como él mismo relata. “Mi implicación en la parroquia cada vez era mayor, y todo eso hace que uno se vaya planteando muchas cosas”, reconoce. En un primer momento no se planteó ser sacerdote, “pero es verdad que la gente también te ayuda a ver ese encuentro con el Señor”.

Vigilia vocacional celebrada el pasado 17 de marzo.

Y llegó un momento que tuvo que decidir, “sigo adelante con lo que Dios tiene para mí”. Mario admite que es un proceso largo, “de toda la vida”, en el que en un momento tiene que decidir, “y responder a lo que Dios le pide”.

La jornada del Seminario, que se celebra en la festividad de San José, tiene como lema “Levántate y ponte en camino”, y para animar a otros jóvenes, este seminarista reconoce que aunque a veces el camino “no es fácil”, merece la pena iniciar algo nuevo, “eso siempre es bueno para una persona, porque quiere decir que estás en movimiento y en crecimiento”.

Llamados a la vocación

Y en lo que se refiere a la relación con Dios, “siempre hay que crecer, hay que avanzar, sea la vocación que sea, cada uno somos llamados a una vocación, pero lo importante para todos es levantarse y ponerse en camino, dar testimonio del Evangelio de Jesucristo”.

Pepe Sánchez junto al obispo de Salamanca, Mons. José Luis Retana, en la parroquia de San Mateo donde el pasado 27 de septiembre fue instituido acólito y lector

Junto a Mario Cabrera será admitido a las Sagradas Órdenes el candidato a diácono permanente, Pepe Sánchez, que el pasado 27 de septiembre fue instituido como acólito y lector en la parroquia de San Mateo. Para él, el rito de hoy representa dos cosas importantes. “La primera es manifestar libremente mi voluntad de entregarme al servicio de Dios y de los hermanos, y responder afirmativamente al Señor, al regalo que me hace para ser dócil al Espíritu Santo y al propio obispo, y en colaboración con los demás presbíteros, asumir la vocación a la que el Señor me llama”.

Para Sánchez es un paso firme y decidido, “que manifiesta mi decisión de dedicarme de modo perpetuo al ministerio eclesiástico, y seguir configurando mi vida a la de Cristo, que se hizo servidor de todos”.

Por otra parte, subraya que es un momento importante, “de manifiesto y de aceptación por mi parte del regalo de la vocación“.

 

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