26/11/2025
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
El Día Diocesano de Jóvenes volvió a llenar este sábado las calles de Salamanca de voces, cantos y fe compartida. Más de 150 jóvenes procedentes de grupos, parroquias, movimientos y realidades de toda la diócesis participaron en esta cita anual, que en esta edición propuso un recorrido simbólico por los sacramentos de iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.
El encuentro comenzó a las cinco de la tarde en la iglesia de Santiago, junto al Puente Romano. Allí, el delegado de Pastoral Juvenil, Amable García, guio un momento especialmente preparado para “revivir nuestro Bautismo”, siguiendo el material espiritual utilizado para este gesto.
La dinámica inició con una acogida serena y la iluminación de una vela grande, signo de la luz de Cristo que un día se encendió en la vida de cada bautizado. A partir del Evangelio de Juan —”El que beba del agua que yo le dé no tendrá nunca más sed”— se invitó a los jóvenes a redescubrir que el Bautismo no es un simple recuerdo del pasado, sino un manantial que sigue alimentando la vida de fe.
Tras escuchar el envío misionero de Mateo —”Sabed que yo estoy con vosotros todos los días”— llegó un momento de introspección. El delegado de Pastoral Juvenil propuso tres preguntas, tomadas directamente de la reflexión guiada del gesto: ¿Qué me aleja de Jesús? ¿Dónde necesito volver a empezar? y ¿Qué sentimientos necesitan fluir de nuevo en mí?
Después se realizó el gesto del agua: cada joven abrió su botella, mojó sus dedos y trazó una señal de la cruz en la frente o el corazón. Fue un signo sencillo, pero profundo, de volver a la fuente que limpia, renueva y recuerda la identidad recibida en el Bautismo. El momento concluyó con la renovación de las promesas bautismales, proclamadas en voz alta: renunciar al egoísmo, al miedo y a la indiferencia, y confesar la fe en el Padre, el Hijo, el Espíritu, la Iglesia y la vida que no se apaga. El envío final animó a vivir el Bautismo como misión cotidiana: ser portadores de vida, alegría y esperanza allí donde estén
Tras la subida al casco histórico, el grupo llegó a la Catedral Vieja para un gesto centrado en la Confirmación. En un ambiente de silencio y oración, el delegado de Pastoral Juvenil invitó a los jóvenes a reconocer la presencia del Espíritu en su vida y a pedir los dones que necesitan en este momento: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios —como respeto confiado—. Muchos levantaron la mano como signo de petición, un gesto sencillo y profundo que dejó ver la acogida interior del momento.
Después, los jóvenes se dividieron en talleres dinamizados por Pastoral Universitaria, Cáritas Diocesana, la Hermandad Dominicana y Effetá. En distintos rincones de la Catedral Nueva participaron en distintas dinámicas que los ayudaron a conectar la fe con la vida real: el compromiso, el servicio, el cuidado del otro y la responsabilidad cristiana.
La tarde continuó en la plaza de Los Bandos con un breve concierto del GleeClub, presentado por Pablo Sánchez, del grupo Jerut. Los jóvenes disfrutaron de un momento festivo, lleno de ritmo y participación, que se convirtió en una de las imágenes más alegres del día. El trayecto entre la Catedral y este lugar estuvo acompañado de canciones y carteles que portaban los jóvenes donde se podía leer: “¡Vive!”, “¡Sueña!”, “¿Para quién Soy?”, “Somos jóvenes, somos Iglesia”, “Él es el rey de la gloria”, o “Basta con vivir con todo el alma”, entre otras.
El itinerario culminó con la eucaristía en la iglesia de San Juan Bautista, presidida por el obispo, Mons. José Luis Retana. En su homilía, el obispo habló con claridad del resurgir de la espiritualidad entre los jóvenes, incluso en contextos culturales poco favorables a la fe. Señaló que muchos experimentan un “vacío” que ninguna vida basada solo en producir y consumir puede llenar.
Retana subrayó la importancia de los vínculos verdaderos, recordando que la vida humana “comienza con un vínculo” y se sostiene en relaciones auténticas, no en amistades determinadas por algoritmos, modas o consumos rápidos. Retomando palabras del papa, insistió en que los jóvenes buscan afecto verdadero, libertad interior y sentido profundo.
También los animó a no tener miedo de las grandes preguntas que nacen en el corazón y a descubrir que las decisiones importantes de la vida encuentran su fuerza en saberse amados primero por Dios: “Ya hemos sido elegidos; nuestra esperanza es Cristo, Él no elimina las dificultades, pero ofrece una presencia que no falla”. Finalmente, invitó a los jóvenes a aspirar a lo grande, a no conformarse con mínimos y a dejar que el Evangelio ilumine sus afectos, sus decisiones y sus sueños.
Las preces recogieron todas las vivencias de la jornada: se rezó por los participantes, por quienes sintieron una llamada interior, por los jóvenes que viven la fe con dificultad, y por la diócesis, “para que sea un lugar donde la fe pueda expresarse con libertad y alegría, como hoy se ha hecho caminando, cantando y testimoniando en medio de todos”. La velada concluyó con una ágape compartido en los salones parroquiales de San Juan de Bautista.