ACTUALIDAD DIOCESANA

23/03/2020

Sacristanes en el mundo rural

Tienen entre 41 y 93 años, y para su sacerdote, Antonio Carreras, son esenciales para mantener vivas las comunidades parroquiales de la Salamanca vaciada

 

**(Reportaje publicado en la revista Comunidad del pasado 13 de marzo).

Se podría decir que los sacristanes en el medio rural “son los ojos y oídos del sacerdote”. Así lo reconoce el joven presbítero Antonio Carreras, porque abarcar cinco municipios y la labor pastoral en Peñaranda de Bracamonte limita el tiempo que dedica a cada uno de ellos, “no tanto como quisiera”. Pero gracias a Rosa, Manuel, Rosi, Aurora y Sofi siempre está al día de la vida de cada comunidad parroquial, “si alguno está enfermo o necesita acompañamiento, son transmisores de toda la información…”.

Ellos son los sacristanes de Coca de Alba, Ventosa del Río Almar, Nava de Sotrobal, Alconada y Tordillos, cinco mujeres y un hombre, nada que ver con otros tiempos, donde la labor estaba reservada a los varones. De edades comprendidas entre los 41 años de Manuel García, el más joven, y los 93 de Rosa Bautista. “Estos colaboradores son esenciales hoy en día, y va más allá de abrir la iglesia, tocar las campanas o colocar los elementos necesarios para la eucaristía… son la cercanía con la realidad de los pueblos”, afirma Carreras.

De generación en generación

Rosa Bautista, de 93 años, es la sacristana de Coca de Alba, una tarea que heredó de su padre.

A la más veterana, Rosa Bautista, de 93 años, su labor de sacristana en Coca de Alba la viene de familia: “Mi familia siempre ayudó mucho en la iglesia, y mi padre fue sacristán”, relata. Ella abre y cierra el templo (tiene la llave como su mayor tesoro), prepara el cáliz y todo lo que necesita el sacerdote, “reparto las lecturas”.

Otra tarea que realiza durante todo el año es enseñar la iglesia a los visitantes, un templo declarado “Bien Interés Cultural (BIC)”. Rosa también lleva las cuentas y comunica a su párroco si algún feligrés está enfermo. “Desde pequeña he recibido una educación cristiana, y en lo que la salud me lo permita seguiré”, subraya. En cuanto a la situación de la comunidad parroquial de su pueblo, “lo domingos va bastante gente a misa, unos 70”. Esta sacristana también se encarga de doblar las campanas cuando alguien fallece, “la víspera de Los Santos también se toca, y antes, en los incendios, y cuando se murió el Papa”.

Manuel García es el más joven del grupo de sacristanes de Antonio Carreras. Tiene 41 años y es de Ventosa del Río Almar. Sus labores son similares a las de los otros sacristanes: “Preparo todo para la misa: las vinajeras, la patena, el cáliz, el misal o los leccionarios”.

Este sacristán también realiza cada domingo las labores de monaguillo, “llevo ayudando desde que tomé la Comunión, que es cuando empecé a leer las lecturas, más de 33 años”. Cada domingo van a misa una media de 25 personas, aunque como sucede en todos los municipios, “en verano aumenta bastante la población”. Manuel también lamenta que desde hace dos años ya no pueden realizar ni la novena al Cristo de la Calzada ni la de la Virgen del Carmen, “por falta de gente”.

Rosi Blázquez es la sacristía de Nava de Sotrobal.

En Nava de Sotobral, la sacristana es Rosi  Blázquez, de 79 años, y confirma que lleva colaborando en la iglesia “toda la vida”. Al Santísimo, antes iba a visitarle todos los días, “ahora una vez a la semana”. Ella toca las campanas y deja todo preparado para la eucaristía: “Comprendemos que andan apurados con tanto pueblo donde dan misa”. Los domingos acuden al templo unas 20-25 personas, “pero jóvenes ninguno”. Rosi también ha sido catequista, “yo siento la necesidad de ayudar en la iglesia, y el domingo es el día del Señor, y de dar gracias por estar ahí”.

Aurora Martín, de 70 años, es la sacristana de Alconada, y entre sus responsabilidades en el templo de su pueblo está también dar aviso ante cualquier desperfecto del mismo:  “Como ocurrió con la obra del retablo por la humedad”. Para ella, realizar esta tarea le hace muy feliz, “y cuando llega la fiesta presento al sacerdote a la gente, de qué familia son, etc”.

Una labor que pasa desapercibida

Otra de las jóvenes sacristanas de Antonio Carreras es Sofía Alonso (Sofi), de Tordillos, de 52 años. Es la primera mujer que realiza esta tarea en el pueblo, desde hace nueve años. “Soy del coro, me encargo de repartir las lecturas, preparo las moniciones… entre otras tareas”, enumera. En su municipio cuentan con un monaguillo, Ángel Gabriel, de 18 años, “que ayuda un montón”. Para esta mujer, ser sacristana “es una satisfacción tremenda, para mí no es un trabajo, quiero hacerlo y me encanta”. Ella valora la oportunidad de estar sola en el templo para preparar las cosas, “me da mucha paz”.

Este el segundo año de servicio pastoral en estos cinco municipios de Antonio Carreras, y el balance es más que positivo. “Me ha sorprendido gratamente la tranquilidad, con una vida más auténtica, en pueblos envejecidos, con poca infancia o nada, quizás eso sea lo más amargo de la España vaciada, y sin remedio”. Este sacerdote se queda con todas las experiencias positivas que recibe, “y lo que me ilustran las personas mayores”. En cuanto a sus sacristanes reitera que su función es esencial, “y quiero dar visibilidad a una función que pasa desapercibida”.

 

 

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