06/06/2025
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
Durante siglos, el Coro de Niños formó parte de la historia musical de la Catedral y sus voces eran habituales en las principales celebraciones litúrgicas. Figuras importantes en la música de su tiempo, como Manuel José Doyagüe (1755-1842), maestro de capilla, fue niño de coro en la Catedral con tan solo nueve años, donde recibió sus primeras enseñanzas musicales.
El nombre de Casa de los Niños de Coro todavía se puede ver en la fachada de la actual residencia del obispo de Salamanca, que cuenta con diferentes estancias, y en uno de los salones anexos a la vivienda, comenzaron a ensayar este curso los niños que ahora componen ese grupo musical sesenta años después se han recuperado esas voces, que ya han estado presentes en celebraciones de la Catedral como Navidad o el Domingo de Ramos.
En esa vivienda residían y estudiaban los Niños de Coro, que muchos de ellos procedían de pequeños municipios de Salamanca, cuyos sacerdotes descubrían sus voces y entraban a formar parte de este grupo musical. Uno de esos niños fue Damián Sánchez, que con 86 años relata cómo vivió aquellos años siendo niño de coro de la Catedral desde los siete años, cuando llegó a la casa desde su pueblo natal, Calvarrasa de Abajo. “Éramos niños de pueblo y tuvimos que acostumbrarnos a vivir en una mini sociedad con muchos superiores, desde el rector, las hermanas del rector…”. Desde el primer momento fue nombrado como solista, “yo creo que heredé la buena voz para cantar que tenía mi padre”. Y formó parte del coro hasta los 14 años, cuando comenzaba a cambiarle la voz.
Este niño de coro recuerda que también cantaban fuera de la Catedral, en las fiestas de los pueblos, donde era muy bien acogidos, “siempre acompañado por don Aníbal, el organista”. Su día a día en la casa comenzaba sobre las ocho de la mañana, para dirigirse a la Catedral sobre las nueve y media. “Allí sobre todo eran cantos gregorianos, que aprendíamos de memoria, sin leer las partituras”. Damián Sánchez evoca también las clases de melódico, “con Bernardo García Bernalt, que era muy motivador”.
El canto figurado, más melodioso y con distintas entonaciones, era impartido por don Bernardo García Bernalt, director del conservatorio de música, y resultaba mucho más motivador para los niños. En la casa internado también recibían enseñanzas primarias, y posteriormente, fue matriculado en el Ateneo salmantino.
El actual director del coro es el organista de la Catedral, Alberto Moñivas, que desde septiembre ensaya con una veintena de niños de entre 7 y 10 años, procedentes de diferentes parroquias y colegios de la diócesis, y que de cara a próximo curso le gustarían ampliar el número de integrantes.
Cada martes acuden al ensayo en un salón de la Casa de Niños de Coro, junto a Arroyo de Santo Domingo, con sus partituras en una carpeta. Ahora están preparando piezas que se contarán en la eucaristía del Corpus Christi, el próximo 22 de junio. Tras calentar la voz con varios ejercicios vocales, comienzan a repasar cada canto, acompañados del sonido de un pequeño teclado, guiados por Alberto y Rodrigo.
Moñivas insiste en que se trata de una oportunidad para que los niños puedan cantar en la Catedral, “y acercarles al patrimonio musical que tiene”. El funcionamiento actual del coro es diferente al modelo de hace 60 años, en el que los niños residían en régimen de internado, “ahora son niños que proceden de parroquias o colegios de toda la diócesis”, matiza este responsable.
Este mes de junio comenzará un nuevo proceso de selección para que algún niño más se incorpore al grupo, “para dar esta oportunidad a más gente”. Albergo Moñivas aclara que no tienen que tener conocimientos musicales previos, “hace falta mucha ilusión, ganas de cantar y de participar en la vida de la Catedral”, aunque si subraya que si requieren unos requisitos mínimos de tener oído, “y un poquito de cualidades de voz”.
En cuanto a la vestimenta, según matiza el director, “hemos recuperado el diseño anterior de este coro de niños”, en concreto, visten túnicas rojas “con un sobrepelliz blanco encima”. La diferencia es que antes, al ser colegiales y vivir en la Casa de Niños de Coro, “también llevaban una beca de color negro para contrastar con el rojo, pero esa prenda no se ha recuperado”. Si han recuperado el mismo espacio, ahora reformado, de la Casa de Coro de Niños para sus ensayos, “hemos querido mantener esa esencia, y devolver a la casa ese ajetreo de los niños”.
Patricia tiene nueve años y forma parte del actual Coro de Niños de la Catedral, y reconoce que le gustan mucho las canciones, “y haber cantado en la Catedral”. Ella valora mucho a sus profesores y compartir su pasión por la música junto a otros compañeros, “me gusta mucho cantar”. Uno de ellos es Román, de ocho años, que resume en qué consiste esos ensayos de cada martes: “Primero calentamos la voz y después cantamos las canciones que nos van diciendo”, precisa. Y antes de terminar, comparten algunos juegos relacionados con el lenguaje musical. Este niño anima a otros a que se sumen al coro.