ACTUALIDAD DIOCESANA

25/11/2019

De misión en las residencias de mayores

Un grupo de voluntarios de la parroquia de Cristo Rey visita a los feligreses que viven repartidos en 12 centros de la provincia

Nati espera al grupo en el hall de su residencia de mayores, en Santa Marta. Una vez al mes, el párroco de Cristo Rey, Juan José Calles, acude a su capilla junto a un grupo de voluntarias. Sí, todo mujeres. Esa tarde, junto a ella está otra parroquiana del barrio Vidal, Milagros, pero no son las únicas que suelen acudir a esta cita de los miércoles. Otras dos feligresas residen allí. El sacerdote las denomina “parroquianas en misión”.

Este programa de mayores se puso en marcha hace poco más de un año, en septiembre de 2018, con el objetivo de que la gente de la parroquia que se va a vivir a residencias de mayores no pierda el contacto con esa realidad pastoral, la que han vivido durante gran parte de su vida. Esta experiencia “llena y despierta la misión de la ternura, que es propio del pastor cercano a los ancianos, sentir que no están descartados, ver la alegría que les produce cuando venimos, el rato que pasamos”, apunta Calles, que como asegura, “es un tiempo de gracia”.

Parroquianas en misión

Este sacerdote tiene claro que compensa la alegría que nos da cuando se marchan “de haber hecho una obra de misericordia, que es visitar a los enfermos, a los ancianos, a los que están solos”, porque como pastores, reitera, “no podemos olvidar a los ancianos”. “Son parroquianas en misión”, subraya. Para ellas, estas visitas son “muy importantes”, porque como han sido feligresas “de toda la vida”, han sentido “el desgarro de ser arrancados de su casa, su familia, y tampoco tienen el consuelo de la atención pastoral”. Y de este modo, en la residencia “se siguen sintiendo parroquianas”.

En esta residencia de Santa Marta de Tormes viven cuatro feligresas de Cristo Rey: Nati, de 86; Milagros, de 92; Ana, de 101, y Antonia. Cada miércoles, este grupo de voluntarias y el sacerdote acuden a una residencia. De esta labor resaltan que les aporta muchas cosas buenas, aunque reconocen que a veces les resulta duro, “te das cuenta de que lo que más necesitan es que los escuches y que estés ahí”, subrayan. El equipo de visitadores se desplaza hasta un total de 12 residencias, donde ven a 18 personas, en la capital y en diferentes municipios, como Babilafuente, Castellanos de Villiquera, Arapiles, Santa Marta o Castellanos de Moriscos, entre otros.

Cada visita se prolonga durante una hora y media, que suele tener lugar en la capilla, en caso de tenerla. Lo primero que hacen es la lectura del Evangelio del día, y después, comentarlo.  Una pregunta obligada en sus visitas es: “¿Qué tal están?”, un momento que emplean para repasar su vida en la residencia y a su vez, preguntar por las novedades de la parroquia y del barrio.

Siguen siendo parroquia

Milagros se ha quedado viuda hace tan solo tres meses y no puede evitar emocionarse en compañía de los visitadores: “Noto su ausencia, sobre todo por las noches”, al recordar a José, su marido, y también parroquiano de Cristo Rey.

En su charla hablan de todo, y de las pasadas elecciones, que como admite Nati, “no fui a votar para no sentir la tristeza de volver al barrio”. Porque ella lo echa de menos, pero como admite, “a la parroquia mucho más”. Y a la hora de valorar esta iniciativa, reconoce que el grupo de voluntarios les trae mucha alegría, “supone mucho para mí, me sigo sintiendo parroquiana de Cristo Rey, lo echo de menos”. Milagros tiene la misma sensación, “me gusta que vengan y me hablen del barrio”.

(Puedes leer el reportaje completo en la edición impresa de Comunidad, la revista oficial de la Diócesis de Salamanca). ¿Quieres suscribirte? lo puedes hacer en este enlace

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