ACTUALIDAD DIOCESANA

Los profesores de música Elena Blanco Rivas, José Agustín Sastre Martínez, Francisco José Udaondo Puerto y Fernando Rubio de la Iglesia, junto con el sacerdote Matías Prieto Espinosa; el agustino Pedro Blanco Blanco y el segundo organista de la Catedral de Salamanca, Alberto Moñivas Vaquero, integran el equipo de profesionales que están colaborando con la Delegación diocesana de Liturgia en la formación musical a intérpretes, coros, salmistas, sacerdotes y seminaristas. Una actividad que desarrollan con el principal objetivo de ofrecer pautas para mejorar la técnica vocal y la selección de repertorios adecuados para cada celebración eucarística que permitan embellecerlas, mejorar la calidad de la música, y sobre todo ayudarnos a vivirlas como una experiencia de encuentro con Cristo a través de lo que aportan el canto y la música. De su mano en los próximos números descubriremos diferentes aspectos sobre cómo debe ser la música litúrgica para que nos ayude a sentir y celebrar nuestras Eucaristías más intensamente.

ELENA BLANCO RIVAS
• Profesora de música.
• Directora del Coro Francisco Salinas y codirectora del Coro Tomás Luis de Victoria de la Universidad Pontificia de Salamanca.

¿Qué opinión te merece la iniciativa impulsada por la Delegación Diocesana de Liturgia?

El hecho de potenciar la música litúrgica a través de los coros parroquiales, animadores de canto o salmistas es una gran iniciativa, ya que son ellos, los que sirven de intermediarios para acercar los diferentes repertorios al pueblo.
Muchas veces se canta siempre un repertorio, independientemente del tiempo litúrgico en el que se está, porque es el que se conoce. Si poco a poco, se va ampliando el repertorio, al final se consigue que el pueblo escuche cantos apropiados a cada momento, y que los interioricen de forma natural.
El repertorio litúrgico es muy amplio y por supuesto, no se trata de aprenderlo todo de una vez.

¿Cómo está siendo acogida?
La acogida está siendo muy buena. Se está creando una red litúrgica coral que cuenta cada vez con más personas. Cada vez hay más coros que se van uniendo a esta formación, que se realiza una vez al mes.
No es necesario que venga todo el coro a la formación, sino que lo importante es que haya algún representante de cada coro, de manera que las melodías que se trabajan se vayan difundiendo por la diócesis.

¿Qué aspectos estáis abordando y qué retos se os plantean?
Estamos abordando la formación vocal y la formación en repertorio de las personas que forman los coros, que en la mayoría de los casos no tienen ninguna formación vocal, pero tienen un gran interés y entusiasmo por hacer bien su colaboración musical con la liturgia.
No se trabaja un repertorio complicado, generalmente son piezas a una voz, propias del momento del año en el que nos encontramos, pero todas las piezas se cantan buscando una calidad musical y un gusto por el repertorio.
Valoramos muy positivamente esta iniciativa y el reto es que cada vez esta formación llegue a un mayor número de personas.

JOSÉ AGUSTÍN SASTRE MARTÍNEZ
• Musicólogo y profesor en la Escuela de Música de Béjar.  Colabora habitualmente en la parroquia de María Mediadora y en la formación musical de sacerdotes y seminaristas en la diócesis de Salamanca.

¿Se toma en serio la educación musical en el seno de nuestras parroquias, en el Seminario,…?
Si tenemos en cuenta que en nuestra cultura actual la formación musical más elemental brilla por su ausencia, no es de extrañar que esa carencia se vea reflejada también en nuestras comunidades. Sin embargo, contemplando de forma panorámica lo que la música sacra ha significado para la Iglesia a lo largo de los siglos, nos damos cuenta de que a pesar de las dificultades que hayan podido surgir en el tiempo, la música las ha ido superando cuando se ha ido purificando de todo aquello que la separada de su finalidad última: “la gloria de Dios y la santificación de los fieles” (SC VI, 112) o lo que es lo mismo, cuando ha sido un medio y no un fin en sí misma. Es cierto que el momento musical actual en la Iglesia española refleja una pobreza objetiva, por ello debemos reflexionar, a la luz del magisterio de la Iglesia, por qué se ha llegado a esta situación y cómo podemos reconducirla.

¿Sirve cualquier canto para las celebraciones eucarísticas?
No toda la música con temática religiosa es apta para la acción litúrgica, sin embargo puede ser muy útil en otro tipo de reuniones: catequesis, oraciones, vigilias, convivencias,… La música litúrgica sin embargo se convierte en signo eficaz del acontecimiento que se celebra y de la misma Iglesia que lo está celebrando. Por ello, la música destinada a la liturgia exige el empleo de formas apropiadas a la función concreta que realiza: música para proclamar, meditar, salmodiar, alabar, aclamar, dialogar, responder, suplicar,…
El Concilio nuevamente nos recuerda que “los textos destinados al canto litúrgico deben estar de acuerdo con la doctrina católica; más aún, deben de tomarse principalmente de la Sagrada Escritura de las fuentes litúrgicas” (SC VI, 121).
Para ilustrar alguno de los abusos que se comenten y caricaturizan la acción salvífica de Cristo reflejada en la liturgia, contaré que hace unos días acudí en nuestra diócesis a una misa de exequias en la que se cantó en la acción de gracias la canción profana ‘Gracias a la vida’, de Violeta Parra. Un canto que en un contexto secular puede estar lleno de contenido, en aquel momento rebajó la acción de gracias debida a Dios en un simple canto a la vida.

**(Entrevista completa en la edición impresa de la revista diocesana de Salamanca: ‘Comunidad’ nº 704).