ACTUALIDAD DIOCESANA

02/03/2023

“La vida en el monasterio es ilusionante, porque cada hora es hora de amar a Dios”

En Mancera de Abajo viven en comunidad 15 hermanas carmelitas descalzas, en un convento que abrió sus puertas hace 80 años, y que a lo largo de 2023 es una de las sedes del Año Jubilar

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN

En el capítulo 14 del Libro de las Fundaciones, Santa Teresa de Jesús menciona a este municipio salmantino (a 50 kilómetros de la capital), donde en la actualidad, vive una comunidad de Carmelitas Descalzas, fundada en 1944 por Santa Maravillas de Jesús:

Apertura del Jubileo Teresiano en el Monasterio de las Carmelitas Descalzas de Mancera de Abajo, el 30 de octubre de 2022.

“Llámase este lugar Mancera. Aunque no tenía ningún agua de pozo, ni de ninguna manera parecía la podían tener allí, labróles este caballero (don Luis, Señor de las Cinco Villas) un monasterio conforme a su profesión, pequeño, y dio ornamentos. Hízolo muy bien” (Libro de las Fundaciones, capítulo 14, 9).

A lo largo de este Año Jubilar dedicado a Santa Teresa de Jesús, recorreremos las ocho sedes de la Diócesis de Salamanca donde se puede conseguir la indulgencia plenaria y revivir el espíritu de la fundadora de la Orden de Carmelitas Descalzos.

Entre estas sedes jubilares se encuentra el Monasterio de Nuestra Señora del Carmen y San Juan de la Cruz, en Mancera de Abajo, donde antes de establecerse la comunidad actual de Carmelitas Descalzas, en 1944, tiene una extensa historia de fundaciones.

Primera fundación en Duruelo

La primera de ellas fue fundada en Duruelo en 1568 por Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y Fray Antonio de Heredia, y dos años más tarde, 1570, se trasladan a Mancera, por iniciativa de Luis Álvarez de Toledo, Señor de Mancera y de las Cinco Villas, que les ofreció un monasterio junto a su palacio.

Convento de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, en Duruelo.

Esta orden masculina de Carmelitas Descalzos estuvieron allí hasta el año 1600, cuando se trasladaron a Ávila. Hasta allí llegaron unos frailes de la orden de los Mínimos, de San Francisco de Paula, en 1605, y vivieron allí hasta la desamortización de Mendizábal, en el siglo XIX. Las hermanas conservan una imagen de dicha orden.

Cuando el monasterio ya estaba en ruinas, en 1943, Santa Maravillas de Jesús decide refundar la orden de Carmelitas Descalzas, y construir el actual convento, que abrió sus puertas el 30 de abril de 1944, por lo que el próximo año cumplirán 80 años de su llegada.

Sobre esta fundación, Santa Maravillas de Jesús escribió:

“El Señor nos ha hecho una gracia muy grande al traernos a esta soledad, que tan bien le está al alma. Aquí no hay más remedio que vivir ese «estarse amando al Amado»… ¡Qué encantos tiene la vida humilde y pobre!”.

Su paso por Mancera de Abajo

Ella vivió en Mancera durante tres años, y desde allí se volvió a fundar en Duruelo, con 14 hermanas de esta comunidad. Como relata la Madre Cristina, que lleva 22 años en este monasterio, “en aquel momento había muchísimas vocaciones”. Otro de los conventos que fundó Santa Maravillas de Jesús en Salamanca fue el de Cabrera, en 1951, también sede jubilar durante este año.

Retrato de la madre Maravillas, fundadora del Convento de las Carmelitas descalzas de Mancera de Abajo

La hermana más mayor de la comunidad es la Madre Carmen, de 92 años, y la más joven es una novicia de 28 años. La Madre Cristina entró en la orden en 2000, después de la JMJ de Roma, pero como apunta, “yo ya tenía vocación de antes”, pero coincidió después de su participación en este encuentro mundial. Para ella, vivir en Mancera es un gozo enorme, “yo venía buscando hacer la voluntad de Dios y salvar las almas”. También piden por los sacerdotes, “porque es nuestra vocación y he encontrado a Dios de una manera sencilla y muy profunda”.

Ella admite que en el monasterio, “todo se vive para el Señor, y toda nuestra vida está enfocada para la unión con Dios, y todo te ayuda a ello”. Para la Madre Cristina, “la comunidad es una familia, nos queremos muchísimo”. Y también viven la caridad.

El hecho de convertirse en sede del Año Jubilar Teresiano supuso una gran felicidad para todas ellas, “nos emocionó mucho, porque es una buena ocasión para la salvación de las almas, porque se gana el jubileo y la indulgencia plenaria, y pensando en la Santa Madre que decía: Parecíame, que mil vidas pusiera yo, para remedio de un alma“.

El día a día en comunidad

En cuanto a su día a día en la comunidad de Mancera de Abajo. La Madre Cristina confirma que para ellas es “ilusionante”. De hecho, afirma que en varios relojes de la casa pone la frase: “Es hora de amar a Dios”. “Entonces hagas lo que hagas, estás amando a Dios“, reconoce. Ellas se levantan a las seis y media de la mañana con el resonar de tablillas, y tras asearse y vestirse, se van al coro a rezar laudes, leen el martirologio y el oficio de tercia.

Iglesia del Monasterio de Nuestra Señora del Carmen y San Juan de la Cruz

Después de desayunar, un trozo de pan y malta, que los domingos cambian por leche; vuelven al coro y rezan hasta la celebración de la eucaristía, a las nueve de la mañana. En absoluto silencio cada una empieza su tarea, en concreto, lo que denominan labores de manos. Por un lado, los telares, donde tejen tela para otros conventos, no solo para los Carmelitas, sino también de otras órdenes y de otros países. De hecho, venden las telas hasta en Estados Unidos. Cada hermana trabaja en soledad y en silencio, con su cometido dentro de la labor de tejer.

Esa es labor principal, pero realizan otras tareas menores, como por ejemplo, la elaboración de figuritas de escayola, que otras pintan. O pulseras de rosario, cruces o libritos piadosos. Tampoco faltan los trabajos del hogar, como la limpieza o la cocina, para los que se van turnando.

Una jornada de trabajo y oración

Durante la mañana, rezan también sexta y se van a comer sobre las doce del mediodía. Después, en silencio escuchan una lectura de la vida de un santo o algún documento del papa Francisco, y luego tienen la denominada recreación, en la que pueden hablar entre ellas.

El capellán del Monasterio de Carmelitas descalzas de Mancera de Abajo, Fernando García, conversa con una de las religiosas desde el torno

Y tras una hora de recogimiento en la celda, vuelven a sus labores tras rezar nona en el coro, y un tiempo de lectura espiritual cada una en su espacio de descanso. Sobre las siete de la tarde, rezan vísperas, y después cenan juntas. A última hora de la tarde tienen otro espacio de recreación, tras el cual rezan completas y un rosario, y sobre las diez y media, maitines y otro rosario. Ellas siguen las enseñanzas de Santa Maravillas de Jesús:

“Lo que Dios quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera”.

El capellán del monasterio de Mancera de Abajo es el sacerdote diocesano, Fernando García Gutiérrez, quien destaca la vida entregada de las hermanas carmelitas descalzas, “que ofrecen su vida por los demás”. E invita a la comunidad diocesana a traspasar la puerta jubilar de este convento, “para venir a gozar de la misericordia del amor de Dios, un Dios que está con los brazos abiertos esperándonos para rehacernos cada día”.

Este presbítero ve felices a las hermanas, “esa felicidad que produce encontrarse con la misericordia de Dios“.

 

 

Acceso a la iglesia y al monasterio de Nuestra Señora del Carmen y San Juan de la Cruz, de Mancera de Abajo.

 

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