ACTUALIDAD DIOCESANA

24/05/2020

Acompañar en la soledad a los enfermos aislados por la covid-19

Seguimos en la semana de la Pascua del Enfermo. De la mano de Santos González Sierra, capellán del Servicio de asistencia religiosa católica en los centros hospitalarios públicos de Salamanca (SARC), nos acercamos a la soledad provocada por el aislamiento extremo en los enfermos por coronavirus. González nos invita a orar para romper la soledad, a conocer los rostros del buen samaritano en nuestra sociedad, y a fijar nuestra mirada en la Virgen, nuestra Madre, que nos acompaña siempre, especialmente en los momentos de dolor y soledad.

 

El hombre fue creado no para estar solo sino para vivir en sociedad, en comunidad-comunión, en familia, en Iglesia, en pueblo. Sin embargo, por diversas circunstancias, el hombre cada día está más solo, aislado, aunque rodeado de todo. Móviles, tabletas, ordenadores, GPS, pero solo. La enfermedad, la ancianidad, la viudedaz, el divorcio, la guerra, etc. Hoy, de una manera especial, nos fijamos en aquellas personas que por un insignificante bichejo-coronavirus (COVID-19) han estado aisladas en la cama de un hospital, y han muerto solas,  sin ningún familiar o amigo que les acompañara, a no ser los médicos, enfermeras y demás personal sanitario al igual que los capellanes del servicio religioso de los hospitales.

Los rostros del buen samaritano

En primer lugar, repasemos la lectura de la Parábola del Buen Samaritano: Lucas 10,30-36

En estos días personas creyentes y no creyentes han orado, vivido, practicado la parábola. Han estado a lado de estas personas infectadas. No solo en hospitales sino también en residencias de ancianos, residencias de personas con discapacidad y otro tipo de lugares. El ser humano ha mostrado su lado solidario y, no solo solidario a secas, sino también sacrificial; lo cual hay que agradecer, pues han sacrificado su salud, su convivencia familiar, sus ratos de ocio. Han mostrado un trato de cercanía, de cariño, como si fueran familiares suyos. Les han hecho caricias, les han cogido de la mano. Han sido ángeles de consuelo. Han actuado, respondido, implicados en dar salud, dignidad y vida a los que sufren. Han sido los rostros del Buen samaritano.

María, madre que acompaña en el dolor y la soledad

En segundo lugar, leamos el evangelio de Juan 19,25-27

“Junto a la Cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la esposa de Cleofás, y María Magdalena…”

 

Junto a nuestros enfermos han estado no solo el  personal sanitario, no solo los capellanes, sino también María, la madre de Jesús y madre nuestra, eran sus hijos los que estaban y están en el lecho del dolor, de la cruz, ha estado junto a ellos. Una madre da vida, acompaña y guarda en su corazón a cada uno de sus hijos. Una madre nunca abandona a un hijo y menos en el dolor y la soledad. María comparte el dolor. Acompaña a Jesús en ese momento de entregar la vida al Padre. Momento de soledad y dolor.

Que la Virgen nos acompañe siempre, que sea siempre nuestra esperanza. Ha estado la Iglesia con la oración de todos los días. No digamos, el cariño de los familiares y amigos desde casa, han mostrado sus sentimientos, sus preocupaciones.

 

Capilla del Hospital Clínico de Salamanca abierta durante todo el día. Enfermos y personal  depositan sus peticiones de oración en una mensa que se ha habilitado a la entrada junto al cirio pascual y la Palabra de Dios.

 

 

 

Rezar para romper la soledad

En tercer lugar, leamos el evangelio del domingo, día 17 de mayo. Juan 14,15-21

Qué hermoso es escuchar en estos días de soledad y confinamiento las palabras del evangelio: No os dejaré sólos”. Verdaderamente son expresiones entrañables. Palabras de amor. Palabras de paz. Ya indicamos más arriba que hay muchas formas de soledad, la soledad que nos mantiene en una cama, una situación que nos aisla… una soledad que nadie puede romper. Esta soledad es una de las experiencias más dificiles que puede vivir y experimentar el ser humano. Y en este evangelio nos dice Jesús: “Yo estaré con vosotros”. (En la puerta del sagrario de la capilla del hospital Clínico están las letras del profeta Isaías: (Emmanuel ) “Dios con nosotros” (Is, 7,14))

Rezar es entrar en comunicación con Dios. Es una manera de romper la soledad. La Pascua nos invita a acompañar. No solamente necesitamos cosas, sino también personas que estén junto a nosotros. No hace falta hablar, basta estar presente.

Hay muchas veces que parece que estamos aparcados. Recibamos con gracia las palabras de Jesús. El Señor siempre nos acompaña. En este confinamiento experimentamos una soledad que solo con nuestro rezo estaremos acompañados por Dios.

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