ACTUALIDAD DIOCESANA

‘Acompañar a la familia en la enfermedad’, es el lema con el que la Delegación diocesana de Pastoral de la Salud viene celebrando desde el pasado 11 de febrero la campaña del Enfermo 2018 que culminará el 6 de mayo, VI Domingo de Pascua, con la celebración de la Pascua del Enfermo. Este año la celebración diocesana de la Pascua del Enfermo tendrá lugar el sábado 5 de mayo, a las 20.00 horas en la parroquia Nuestra Señora de los Dolores y será presidida por el vicario general de la diócesis, D. Florentino Gutiérrez. Durante la eucaristía se administrará el sacramento de la unción de enfermos. Al día siguiente, domingo 6 de mayo, se celebrará en las capillas de los hospitales de Salamanca, a las 12.00 del mediodía.

Desde hace 33 años la Iglesia española  nos invita a celebrar en el VI Domingo del tiempo de Pascua, la Pascua del Enfermo, acercándonos al mundo de los enfermos, sus familias y los profesionales sanitarios, mostrando el rostro de Cristo curando y acompañando.

Una celebración que pone fin a la campaña del Enfermo iniciada el 11 de febrero con la Jornada Mundial y que este año ha prestado especial atención a quienes cuidan a los enfermos, especialmente  a sus familias, “que necesitan una atención especial por diversas razones”, según señalan los Obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral en el Mensaje que han hecho público con ocasión de la Pascua del Enfermo: “Por una parte, se pueden dar situaciones muy difíciles, ya sea por la gravedad, las limitaciones que impone o lo prolongado de la enfermedad. Además, “la enfermedad de las personas que amamos se padece con mayor sufrimiento y angustia. Es el amor que nos hace sentir esto. Muchas veces para un padre y una madre, es más difícil soportar el dolor de un hijo, de una hija, que el suyo propio”, aseveran.

Todos vivimos en el marco de una familia, y cuando un miembro enferma, enferma toda la familia. En esta situación tan delicada y significativa la Iglesia tiene que estar volcada con la familia que sufre, tratando de acompañar, aliviar y crear las condiciones para que les resulte menos doloroso y difícil. Así lo expresaba el Papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo de este año: “la Iglesia debe servir siempre a los enfermos y a los que cuidan de ellos con renovado vigor, en fidelidad al mandato del Señor (cf. Lc 9, 2-6; Mt 10, 1-8; Mc 6, 7-13), siguiendo el ejemplo muy elocuente de su Fundador y Maestro”.

Pero, “no se trata solo de estar físicamente cerca de las familias que cuidan a sus familiares enfermos”, señalan los Obispos, sino que además “hemos de hacer nuestro el programa de San Pablo: “Alegraos con los que están alegres; llorad con los que lloran” (Rm 12, 15). Saber oír y compartir sus cansancios y tristezas, acompañar su soledad,… No podemos acompañar el sufrimiento de los demás como meros espectadores. Tomarse en serio acompañar a las familias de los enfermos implica involucrarse con ellas, hacer, de algún modo, nuestros sus sufrimientos”.

Los obispos llaman la atención sobre algunas situaciones “particularmente difíciles” para las familias, como son “enfermedades de larga duración, personas con problemas de salud mental o con importante deterioro cognitivo, o personas con una particular dependencia (…) Ciertamente, deberemos atender de modo distinto estas diversas situaciones”.

En su mensaje los obispos agradecen también la labor de aquellas otras personas (profesionales sanitarios, voluntarios en parroquias y centros hospitalarios,…) que, “sin ser familia de sangre, cuidan de los enfermos” y deben ser también “objeto de nuestra atención y acompañamiento”. Y concluyen su mensaje afirmando que: “En la Iglesia somos conscientes del tesoro que son cada uno de los enfermos y quienes les cuidan. “Vuestro silencioso testimonio es un signo eficaz e instrumento de evangelización para las personas que os atienden y para vuestras familias, en la certeza de que ninguna lágrima, ni de quien sufre ni de quien está a su lado, se pierde delante de Dios. Vosotros sois los hermanos de Cristo paciente, y con El, si queréis, salváis al mundo”.