ACTUALIDAD DIOCESANA

06/02/2021

Cuidar del frágil y enfermo: una oportunidad de ser buen samaritano

Mercedes Bayo es religiosa de los Sagrados Corazones y colabora con los capellanes en el Servicio de asistencia religiosa católica en el complejo asistencial de Salamanca. Comparte este artículo fruto de su reflexión del mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial del Enfermo de este año.

 

XXIX JORNADA DEL ENFERMO
Uno solo es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos (Mt 23,8). La relación de confianza, fundamento del cuidado del enfermo

 

Nos disponemos a vivir la XXIX Jornada del Enfermo con el deseo de que pueda dejar huella en nuestro itinerario creyente. Es tiempo de Dios, es tiempo privilegiado para sentir que está en nuestro camino cuando nos sentimos hermanos/as.

A lo largo de este año de pandemia a quien más y a quien menos nos ha tocado la enfermedad; sea por Covid-19 o por otras patologías, que no han desaparecido y siguen haciéndose tremendamente presentes. Sí, sufrimos, nos afecta o nos ha afectado la enfermedad, bien porque la hemos sufrido en carne propia o bien porque hemos cuidado a enfermos o las dos cosas, hemos pasado por ser cuidadores y enfermos. Esto nos ayuda a vivir con mayor profundidad una Jornada que otros años podía resultarnos más lejana vitalmente. Es verdad que lo que se conoce se ama. Conocer de cerca la enfermedad nos facilita el amor verdadero a los enfermos.

Ser hacedores de proximidad

El Papa Francisco en su mensaje para esta jornada nos invita a profundizar esta situación de nuestro mundo. Ciertamente nos desborda y cansa pero también nos sitúa para leerla en clave de sentido y sobre todo en clave de fe acercándonos a la persona de Jesús de Nazaret, a sus maneras de vivir y de hacer. El mensaje parte de Mt 23, 1- 12 con la firme intención de dejar claro que en el tema de la enfermedad, como en todo en la vida, lo que cuenta es hacer y no decir. En estos tiempos de pandemia nos podemos preguntar si nos hemos especializado en decir lo que los demás tienen que hacer para superar la enfermedad y sus consecuencias o en quejarnos de los límites que nos pone.

Jesús nos invita a hacer, a ser “hacedores de proximidad”, y convertirnos en expertos en cuidar. Todos podemos. Nos viene en la genética cristiana. Se trata de arremangarnos, hacer, servir y responsabilizarnos de la situación en primera persona. Portar, soportar, agacharnos. Sí, agacharnos: “Ante la condición de necesidad de un hermano o una hermana”, fijarnos pues Jesús nos muestra un modelo de comportamiento totalmente opuesto a la hipocresía. Propone detenerse, escuchar, establecer una relación directa y personal con el otro, sentir empatía y conmoción por él o por ella, dejarse involucrar en su sufrimiento hasta llegar a hacerse cargo de él por medio del servicio (cf. Lc 10,30-35).

Cuidar la vida: ser posadero

El mensaje del Papa Francisco, también, nos propone inspirarnos en Lc 10, el “Buen Samaritano”. Seguro que hemos reflexionado este texto muchas veces. Hemos tenido momentos orantes y vitales en los que nos ha ayudado mirarnos en el sacerdote o en el levita o nos ha dado fuerza orar con el deseo de ser un poco “Buen Samaritano”. A mí en este momento me resuena en mi oración un rol que puede parecer secundario: la figura del posadero y me lleva a pedir al Señor por tantas personas que en este momento son posaderos acogiendo personas enfermas.

El posadero del Evangelio recibe el encargo de cuidar y por encargo se hace prójimo que cuida. Entre nosotros hay muchos hermanos y hermanas cuidando. Tantas necesidades materiales, tantas necesidades físicas, psicológicas y espirituales nos han impulsado a convertirnos en prójimos que cuidan. Posaderos en diferentes ámbitos: en las pensiones, acogiendo al que llega por sus propios medios o que es llevado para que pase la pandemia o se refugie de una situación difícil. Posaderos son los trabajadores de las residencias con el encargo de cuidar a nuestros mayores. Posaderos son los celadores, auxiliares, técnicos que cuidan en los hospitales, haciendo como otros dicen que tienen que cuidar. Posaderos somos todos los que cuidamos en nuestras casas a nuestros familiares a veces con pocos medios y mucha impotencia.

Cuidar la vida del prójimo sin calcular los costes, ni las renuncias (poner en riesgo la salud, comprometer la propia vida). Cuidar cambiando hábitos, costumbres, hasta proyectos personales porque la necesidad se convierte en oportunidad de amar desmesuradamente. Es tiempo de Dios porque el cuidado del frágil y enfermo nos ha implicado a muchos dándonos la oportunidad de ser “Buenos Samaritanos” o al menos posaderos que cuidan a desconocidos y sin cobrar por adelantado.

Orar

Orar con motivo de la Jornada del Enfermo para que no seamos “funcionarios” o “trabajadores asépticos” del cuidado sino para que Dios nos dé la gracia de ser al menos posaderos -hermanos/as de todo aquel que se nos presenta en el camino. Que nos detengamos, y miremos su rostro, toquemos su carne, sintiendo la projimidad y cuidar al prójimo nos humanice y nos regale la gracia de reconocer a Dios en el otro mi hermano/a enfermo/a.

 

Mercedes Bayo, sscc

 

 

 

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