ACTUALIDAD DIOCESANA

08/11/2023

De nuevo Carlos de Foucauld (II): Pastor místico

En la segunda entrega de la serie sobre Carlos de Foucauld nos adentramos en su enfoque pastoral  a través de dos de sus cartas que revelan su compromiso con la caridad fraterna y su convicción de que amar y servir a los hermanos es esencial para la vida cristiana

 

AKBÉS

Para San Carlos de Foucauld, la evangelización es el resultado de vivir apasionadamente por Jesús, permitiendo que Él sea quien hable, diga, haga o deshaga. Así concluía el artículo anterior (Carlos de Foucauld: El hermano universal). Continuamos con nuestro título.

En una carta a un trapense el 17 de julio de 1901 dice:  «Si yo contase conmigo mismo mis deseos serían insensatos, pero yo cuento con Dios, que nos ha dicho: “el que quiera servirme que me siga” […] que nos ha dicho: “Amad a vuestro prójimo como a vosotros mismos” […]. No me es posible practicar el precepto de la caridad fraterna sin consagrar mi vida a hacer todo el bien posible a estos hermanos de Jesús, a quienes todo falta, puesto que Jesús les falta (1)».

A su hermana le dirige una carta en abril de 1903 en la que se puede leer:  «Si aquellos a quien amamos aquí abajo –y debemos amar a todos los humanos, nuestros hermanos- sufren o pecan, esto no evita a nuestro Bienamado el ser bienaventurado y glorioso en lo más alto de los cielos, esto basta pues es a Él a quien amamos “con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente, con todas nuestras fuerzas y por encima de cualquier otra cosa”… (2)».

Estos dos fragmentos no son para San Carlos de Foucauld comentarios o deseos, son normas de vida ya que seguir a Jesús necesita amar al prójimo por lo que necesita hacer todo el bien posible a los hermanos que el Señor le ha dado. En este periodo, mediados de 1901 a 1902, acaba de llegar a Beni-Abbés y descubre una realidad monstruosa: la esclavitud. La esclavitud existe ante los ojos de todos y es tolerada por el gobierno francés. No puede protestar oficialmente porque no lo ve adecuado el Arzobispo de Argel, a quien consulta Mons. Guérin. Militares, amigos, y personas concretas están de acuerdo, pero una acción que lleve al legislativo francés a abolir la esclavitud es algo imposible para él.

Denuncia ante sus amigos a las autoridades francesas a los que acusa de poner en sellos; “Libertad, Igualdad, Fraternidad, Derechos humanos” y que remachan los grilletes de los esclavos, tiene presente el dicho del Señor: lo que hacéis con uno de estos pequeños, a mí me lo hacéis”. Hemos de señalar que para el Sáhara existía el “Código Negro”, algo parecido a una ley, sin serlo, por supuesto. Sin embargo, en concreto sólo pudo actuar rescatando cuatro esclavos en 1902 – 1903. Pero cabe preguntarse si es posible que su influencia contribuyera a que los jefes del anexo del oasis decidieran tomar medidas para suprimir la esclavitud (3).

Las dos cartas, más arriba citadas, la de 17 de julio de 1901 y la de abril de 1903, en mi opinión, pueden darnos una posible clave pastoral de este sacerdote: la mística. No sería descabellado decir que San Carlos de Foucauld vivió como monje una mística de carácter pastoral y como pastor llevó adelante una pastoral mística. Mística y Pastoral (4) ahora se realizan simultáneamente y no son una de los monjes y eremitas (que según San Benito, son la segunda clase de monjes (5)) y otra de los pastores que como sabemos:  «son tomados de entre los hombres y constituidos en favor de los hombres en lo que a Dios se refiere para que ofrezcan dones y sacrificios por los pecados, conviven como hermanos con los hombres. […]. Así también el Señor Jesús, Hijo de Dios, enviado por el Padre como hombre a los hombres, habitó entre nosotros y quiso asemejarse en todo a nosotros, a excepción, no obstante, del pecado (6)». Y además: «Pero si es cierto que los presbíteros se deben a todos, de modo particular, sin embargo, se les encomiendan los más pobres y los más débiles, con quienes el Señor mismo se muestra unido, y cuya evangelización se da como signo de la obra mesiánica (7)» (Lc 4,18).

Bien podemos intuir que una posible propuesta para nuestros días es volver a la “fuga mundi”, huida del mundo para poder vivir el evangelio, al igual que los primeros monjes por un lado y los primeros anacoretas que buscaban a Dios en el desierto por otro; pero teniendo presente la necesidad de buscar la oveja perdida, como el Buen Pastor. Ambas pueden vivirse simultáneamente en Nazaret (de Galilea), de donde no salían profetas según los rabinos. La vida oculta en Nazaret se torna como una nueva categoría pastoral, no tan nueva si Jesús la vivió hasta los treinta años y San Carlos de Foucauld la vivió hace cien años. Nos revela, esta categoría la necesidad de no quemar etapas y la necesidad de dejar a Dios ser Dios, que no cabe ni en reglas, ni en proyectos, ni en programas… por necesarios que estos sean.

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1. Foucauld, C. “Escritos Espirituales”. Madrid, Ed Studium, 1964. P. 158.
2. Foucauld, C. “Escritos Espirituales”. Madrid, Ed Studium, 1964. P. 162
3. Cf Six, Jean-Françoise. «Carlos de Foucauld». Burgos, Ed. Monte Carmelo, 2008. pp. 87-90.
4. K. Rahner había dicho que el cristiano del siglo XXI sería místico o no sería nada dada la presión del ambiente secular. San Carlos de Foucauld es, pues, en este sentido una figura profética.
5. C.F. Regla de San Benito, cap. 1.
6. P.O. 3
7. P.O. 6

 

 

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