ACTUALIDAD DIOCESANA

21/05/2021

El compromiso social del laicado

Álvaro, Ángeles y Mercedes dan voz al compromiso de los laicos en la sociedad, donde transmiten sus valores cristianos en sus diferentes campos profesionales. La Delegación de Apostolado Laical trabaja cada día por aunar todo ello

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN SOCIAL

La labor de los laicos centra la séptima semana de la campaña #HazMemoria, que repasa la vida de la Iglesia. En la Diócesis de Salamanca, Álvaro Velayos, Ángeles Bodego y Mercedes Bernad ponen voz al papel de los laicos comprometidos en sus parroquias y en sus vidas diarias, tanto en lo profesional como en lo personal. El responsable de la Delegación diocesana de Apostolado Laical es Miguel Reyes, quien también repasa la función del laicado en este tiempo de pandemia, junto a sus proyectos de futuro en esta materia.

Según se recuerda en esta campaña de #HazMemoria, la labor de un laico es “llevar los valores cristianos al corazón de la sociedad”. Y su misión está en comprometerse “con el mundo y desde el mundo”. A la hora de hablar de los laicos, Miguel Reyes agradece su labor durante este tiempo de pandemia, “y quiero resaltar cuántos laicos y laicas han dado su vida, algo literal, para servir a otros”. Este responsable cree que el amor de Dios se prolongaba en su entrega a los demás, “y de esa manera evangelizaban”. Porque según su punto de vista, “anunciaban que Dios es amor, y lo anunciaban a los clientes, a los pacientes, a los ciudadanos, a los vecinos…”.

Miguel Reyes es el responsable diocesano de la pastoral laical.

Reyes también admite que su delegación, al servicio de los laicos, nunca quiso cerrar, “aunque nos vimos condicionados e intentamos adaptarnos a la nueva situación”. Entre sus últimas iniciativas ha sido la de un sondeo para los laicos de la diócesis, “en el cual han participado más de 60 personas a través de cinco sesiones en diferentes días para que cada uno pudiera amoldarse”. Lo último ha sido un encuentro con la junta directiva de la Acción Católica General, que como el delegado de Apostolado Laical admite, “nos ha entusiasmado y calentado el corazón para intentar instaurar aquí en Salamanca la Acción Católica que tan necesaria es para tantos laicos no asociados”.

Una llamada interior

Arturo Velayos, guardia civil de tráfico, pone rostro del laicado salmantino. Tras recibir los sacramentos del Bautismo, Primera Comunión y Confirmación reconoce que se alejó de la Iglesia, “la juventud te abre otras oportunidades y dejé de frecuentar la iglesia”, admite. Cuando Velayos tuvo a su primer hijo es cuando descubrió que había creado un ser, “me maravillo por esa criatura que es mi hijo y empiezo a valorar las cosas, y a preguntarme por el mundo, por la vida…”. Cuando bautizó a su hijo Mario recuerda que no comulgó, pero también sintió una llamada interior: “Me dijo que no estaba haciendo lo correcto, que debía comprometerme, y ahí tuve como un toque de atención”.

Álvaro Velayos es guardia civil de tráfico.

Un día, este laico decidió ponerse en manos de Dios y acudir de nuevo a la iglesia: “Me preparé una confesión y decidí confesarme de una vez por todas después de muchos años”, relata. Él admite que después de hacerlo rompió a llorar, “pero a la vez me sentí muy feliz de haberme quitado esa losa, y me quedé sorprendido del poder de Jesús, y a partir de ahí, empecé a crecer en mi fe”. Después, empezó a leer la Biblia, a buscar testimonios de conversión… “vi que nunca era tarde para convertirse y ahí empezó mi andadura”, subraya.

En su labor profesional como guardia civil, la fe le ha ayudado a ejercer su función con una mayor responsabilidad, “entendiendo el amor que Jesús quiere que tengamos con los demás en la responsabilidad de nuestro trabajo”. En este sentido, Arturo Velayos reconoce que cuando acude a algún accidente y hay fallecidos, “rezo, antes no rezaba, y ahora rezo por sus almas”. Admite que es una oración inmediata y otras veces reza por ellos en días posteriores, “pero trato de tenerlos presentes, sabiendo que a lo mejor han fallecido sin alcanzar todas las gracias debidas”. Este laico también pide por sus compañeros de profesión, “en este último año han muerto dos compañeros, y rezo por ellos, en el convencimiento de que puedo hacer algo todavía por ellos”.

Velayos también admite que a veces se encomienda a la Virgen María y a San Cristóbal, “cuando estoy en carretera y tengo dificultades, como pueden ser los episodios de nieve”. Por último, también trata de transmitir su fe a sus compañeros, “y quizás me ha hecho más tolerante, porque he aprendido a aceptar más las limitaciones que observo en los demás”.

Mantener la fe y sus valores

Mercedes Bernad junto a la iglesia de San Benito.

Mercedes Bernad es médico de Atención Primaria en un centro de salud rural de Salamanca, y se describe con orgullo ser cristiana. Ya desde pequeña quería ser médico porque valoraba el ayudar a los demás, a los que lo necesitaban. Ella confirma que en su trabajo y en su vida ha intentado mantener su fe y sus valores cristianos.

En este tiempo de pandemia señala que ha pasado por un torrente de sentimientos, “con miedo ante lo desconocido, ante contagiar a los demás, y hemos tenido que estudiar mucho para mantenernos informados y poder dar la mejor atención desde el punto de vista científico-técnico”. Pero también valora haber aprendido a trabajar más en equipo, a apoyarse entre los compañeros y reforzar así el resultado de las actividades. “Ha sido duro porque hemos perdido a pacientes, a una compañera y a bastantes amigos, pero no hemos perdido la fe ni la confianza”, reitera.

Y desde su labor como médico, Mercedes Bernad intenta acompañar a los pacientes desde el punto de vista técnico y también poner un poco más “de esa empatía, de ese acompañamiento, de ese sentimiento cercano, de ese ser buena persona que en el fondo es de lo que se trata ser un buen cristiano”.

No se puede aparcar la fe

Ángeles Bodego es una laica salmantina que ejerce su profesión como profesora de Matemáticas en un instituto del mundo rural. Ella nació en una familia cristiana y fue educada dentro de la Iglesia, “y doy catequesis desde los quince años”. Ella admite que su talante ha sido siempre dirigirse al mundo de la juventud.

Ángeles Bodego, “Gely”, es profesora de Matemáticas.

“Considero que la fe es un don que no eliges, sino que es un don que lo recibes”, relata. Pero Bodego asegura que lo que sí que puedes elegir es desarrollarlo, “el compartirlo e impregnar toda tu vida con ello”. Y cuando empezó a ejercer su profesión, “el don de la fe es algo que te trasciende, es decir, todas las cosas de tu vida están llenas de ese don”, porque como admite, “no puedes elegir dejó aquí mi fe, aquí la aparco y luego me dedico a ser profesora”.

En su día a día habla mucho con sus alumnos, “y aunque no les hablo de Jesús, porque soy profesora de Matemáticas, sí les hago que sientan en mí una cercanía, que pueden contar conmigo”. Ella se comporta así porque considero que no solo es su deber como profesional, “sino que es mi deber como persona, como cristiana, de estar al lado suyo”. Durante el confinamiento y la pandemia, ha intentado estar cerca de sus alumnos, “y el hecho de darles una cierta normalidad, a muchos de ellos les ha ayudado a mantener un poco el ambiente de que esto podía llegar a su final”.

 

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