18/06/2020
La tradicional romería del Cristo de Cabrera se ha adaptado en esta ocasión a los tiempos de pandemia. En el exterior de su santuario no había peregrinos, ni apenas coches, ni el ir y venir de personas a la espera del inicio de la eucaristía. El aforo de la ermita estaba limitado a 40 personas, dos por cada banco, uno en cada extremo. Las medidas se han cumplido en su festividad a rajatabla, con el gel hidroalcohólico a la entrada, y con apenas fieles de pie en los laterales.
En la nave central, ocho bancos ocupados por menos de una veintena de personas, y lo mismo en los laterales. Minutos antes del inicio de la misa de las nueve de la mañana, reinaba el silencio en el interior, tan solo interrumpido por el trino de los pájaros. Los allí congregados no quitaban su mirada al Cristo de Cabrera, rodeado de carteles donde se indica que no se puede besar ni tocar la imagen. “Inclinemos la cabeza y el corazón“, se puede leer en algún otro. Además, se indica rezar siempre con fe, “para superar enfermedades y dolencias”, aunque en estos días, “se pide por el final de la pandemia”, advierten.
A las nueve menos cinco de la mañana comenzaron a sonar las campanas del templo, tocando a misa. El sonido de la flauta y el tamboril marcaron el inicio de la eucaristía, presidida por el capellán del santuario, Amado Mateos. Sus primeras palabras ya en el altar han sido para recordar que en esta ocasión, y por las circunstancias actuales, “esta celebración tiene un significado más profundo”.
Este sacerdote diocesano puntualizó que en este jueves, 18 de junio, se está celebrando la romería del Cristo de Cabrera, e insistió en que uno de los aspectos más llamativos de la condición humana “es el dolor y el sufrimiento, las contradicciones de la vida“.
Además, subrayó que la imagen del Cristo de Cabrera, como otras tantas imágenes repartidas por el mundo, “son este gran misterio de amor del Señor que nos atrae”. Amado Mateos reconoció que el ser humano necesita tocar, “por eso nos está costando tanto no poder subir a tocar al Cristo”. Y para él, todo aquel que se siente atraído se convierte “en romero”, porque la romería, como aclaró, es el flujo de personas “que caminan desde la fe hacia un lugar donde pueden sentirse atraídos para no distraer el dolor, sino para sublimarlo”.
La eucaristía ha sido retransmitida en directo en la página oficial de Facebook de la Diócesis de Salamanca por el Servicio diocesano de Comunicación Social, con más de 564 interacciones y 2.319 personas alcanzadas. A través de esta red social, muchos fieles también transmitieron sus peticiones a esta imagen de la dehesa de Las Veguillas, en el campo Charro, en especial, pidiendo por el fin de la pandemia, o recordando a los fallecidos y a sus familiares.
En su homilía, Mateos insistió en el hecho de aprender a caminar, “en el dolor y el sufrimiento”, y que hoy en día está muy presente a través de “la soledad”, como dolor espiritual. Además, quiso tener un recuerdo a tantos hermanos “que han caído en el camino” en este tiempo de pandemia, “tantas familias rotas por estas circunstancias, por no poder acompañarnos”. El capellán del Cristo de Cabrera cree que no se debe de perder el ánimo, “todo esto es una prueba de la vida, porque la vida son pruebas y tenemos que poner los ojos en Cristo Crucificado“. Y concluyó pidiendo que el Señor, “nos dé la fuerza que necesitamos para que la celebración de este año, con estas connotaciones tan especiales, la llevemos a nuestra vida de cada día para enriquecer nuestra existencia”.
Durante la Comunión, las hermanas Carmelitas Descalzas de la Madre Maravillas entonaron un canto, y antes de la bendición final, se escuchó el himno al Cristo de Cabrera acompañado de la flauta y el tamboril. Antes de abandonar el templo, los fieles aplaudieron tras la bendición y rindieron culto a la imagen con una inclinación.