19/03/2019
“El Seminario es el lugar donde los seminaristas nos formamos para, si Dios quiere, ser sacerdotes, sirviendo al Pueblo de Dios para llevar el pan de la Palabra y de la Mesa”. Así describe Alfonso Hernández, de 33 años, el espacio que le acoge. En su caso, como el del otro seminarista de Salamanca, Ciriaco García, proceden del mundo rural, “viviendo nuestra fe en la parroquia y en el Grupo de Jóvenes del Arciprestazgo de Peñaranda, con Juan Andrés Martín, Tomás Gil Y Fernando Gutiérrez, que fueron los sacerdotes encargados de acompañarnos y acercarnos a Jesucristo, planteándonos la vocación desde el seguimiento de Jesús”.
Hernández asegura que tras discernir la vocación al sacerdocio y hablar con el obispo, Don Carlos López, “que nos acogió con entrañas de padre”, fueron enviados al Teologado de Ávila, que se encuentra en Salamanca, donde residen desde el año 2015. El Teologado es la comunidad de formación donde conviven con hermanos de siete diócesis españolas: Ciudad Rodrigo, Salamanca, Ávila, Zamora, Segovia, Plasencia y Mondoñedo-Ferrol.
“El día a día en el Seminario es muy intenso, no paramos desde que nos levantamos: oración personal y comunitaria, clases en la Universidad Pontificia, formaciones en el Teologado, deporte comunitario, tareas pastorales los fines de semana en Carbajosa de la Sagrada, tertulias comunitarias, revisión de vida, encuentro con los formadores, teniendo como centro la celebración de la Eucaristía”, enumera. Confiesa que aunque acaban cansados, se sienten muy satisfechos, “porque sabes que no lo haces por tus intereses sino por lo que te pide Jesús y la Iglesia. Todo esto se sostiene desde el encuentro personal con Jesús, desde la oración, donde nos da su fuerza, y también las oraciones que muchos de vosotros hacéis pidiendo por el Seminario”, resalta.
Lo que más tiempo les ocupa cada día es la formación, “la vida de oración y comunitaria”, añade. Y como detalla, dedican gran parte al estudio “ya que por las mañanas las pasamos estudiando Teología en la Pontificia, y durante la tarde, en el Teologado, repasando, realizando trabajos que nos mandan en clase, además de las formaciones comunitarias sobre la dimensión que trabajamos cada año, y la preparación de las diferentes actividades de la pastoral, tanto vocacional como parroquial”.
**(Puedes leer el reportaje completo en la edición impresa de ‘Comunidad’, la revista de la Diócesis de Salamanca)