ACTUALIDAD DIOCESANA

25/01/2022

El ministerio de catequista

El papa Francisco ha conferido este domingo, y por primera vez, el ministerio de catequista a varias personas de diversas partes del mundo. Un nuevo ministerio, establecido mediante la publicación de la carta apostólica Antiquum Ministerium (10 de mayo de 2021), que viene a reconocer el servicio evangelizador prestado por muchos laicos y laicas. Así lo recuerda en este artículo el sacerdote Juan Andrés Martín.

 

El domingo 3º del Tiempo Ordinario, por iniciativa del Papa Francisco, en la Iglesia católica se celebra el Domingo de la Palabra de Dios, con el objetivo de que toda la comunidad eclesial valore cada vez más la importancia de la Sagrada Escritura en la vida cristiana.

Con este motivo, en la basílica de San Pedro en Roma, el pasado domingo el Papa confirió por primera vez el Ministerio de Catequista a varias personas, hombres y mujeres, llegadas de diversas partes del mundo.

No cabe duda que es un reconocimiento a un servicio evangelizador que continuamente han desarrollado durante mucho tiempo incontables laicos y laicas, y una misión que la Iglesia les confía y confirma, como bautizados que son dentro del pueblo de Dios. Además, el Papa instituyó en los ministerios laicales de “Lector” y “Acólito” a varios hombres y mujeres que realizan esta misión.

La catequesis y evangelización es sostenida en gran medida por los catequistas que se encargan de la catequesis semanal de los niños y jóvenes, preparándolos a la Primera Comunión y Confirmación. Así como en la preparación al sacramento del Bautismo, del Matrimonio, e incluso en la realización de la celebración de la Palabra de Dios en espera del presbítero, sobre todo en las poblaciones más lejanas de la capital y más pequeñas del mundo rural.

El papa entregó a los ministros catequistas un crucifijo plateado, reproducción de la cruz pastoral utilizada por San Pablo VI y San Juan Pablo II.

Reconocemos y valoramos el admirable servicio de las y los catequistas, que ha sido y es fundamental en la conservación de la fe en nuestras comunidades. Ahora se les reconoce como un ministerio con un rito litúrgico, pero resaltamos que su importancia siempre ha sido fundamental. De hecho nos preguntamos; ¿qué sería de la Iglesia sin su entrega, comunión y misión? Son un impulso extraordinario dentro de la tarea evangelizadora.  Su servicio es gratuito, de por vida, y su formación suele ser permanente. Algunos llevan muchos años en esta tarea, y por cierto, con gran aceptación por parte de la comunidad eclesial. Debido a su capacidad y entrega generosa, algunos son escogidos para otras responsabilidades como buenos servidores y testigos de fe en la comunidad.

El Papa Francisco dice en algunos números de su Motu Proprio titulado Antiquum ministerium:

“El ministerio de Catequista en la Iglesia es muy antiguo. Entre los teólogos es opinión común que los primeros ejemplos se encuentran ya en los escritos del Nuevo Testamento” (1).

“Desde sus orígenes, la comunidad cristiana ha experimentado una amplia forma de ministerialidad que se ha concretado en el servicio de hombres y mujeres que, obedientes a la acción del Espíritu Santo, han dedicado su vida a la edificación de la Iglesia.

Dentro de la gran tradición carismática del Nuevo Testamento, es posible reconocer la presencia activa de bautizados que ejercieron el ministerio de transmitir de forma más orgánica, permanente y vinculada a las diferentes circunstancias de la vida, la enseñanza de los apóstoles y los evangelistas” (2).

“Muchos catequistas capaces y constantes están al frente de comunidades en diversas regiones y desempeñan una misión insustituible en la transmisión y profundización de la fe” (3).

“Sin ningún menoscabo a la misión propia del Obispo, que es la de ser el primer catequista en su Diócesis junto al presbiterio, con el que comparte la misma cura pastoral, y a la particular responsabilidad de los padres respecto a la formación cristiana de sus hijos, es necesario reconocer la presencia de laicos y laicas que, en virtud del propio bautismo, se sienten llamados a colaborar en el servicio de la catequesis” (5).

Encuentro de catequistas.

“El catequista, en efecto, está llamado en primer lugar a manifestar su competencia en el servicio pastoral de la transmisión de la fe, que se desarrolla en sus diversas etapas: desde el primer anuncio que introduce al kerygma, pasando por la enseñanza que hace tomar conciencia de la nueva vida en Cristo y prepara en particular a los sacramentos de la iniciación cristiana, hasta la formación permanente que permite a cada bautizado estar siempre dispuesto a «dar respuesta a todo el que les pida dar razón de su esperanza» (1 P 3,15).

El catequista es al mismo tiempo testigo de la fe, maestro y mistagogo, acompañante y pedagogo que enseña en nombre de la Iglesia. Una identidad que sólo puede desarrollarse con coherencia y responsabilidad mediante la oración, el estudio y la participación directa en la vida de la comunidad” (6).

“Es conveniente que al ministerio instituido de Catequista sean llamados hombres y mujeres de profunda fe y madurez humana, que participen activamente en la vida de la comunidad cristiana, que puedan ser acogedores, generosos y vivan en comunión fraterna, que reciban la debida formación bíblica, teológica, pastoral y pedagógica para ser comunicadores atentos de la verdad de la fe, y que hayan adquirido ya una experiencia previa de catequesis.

Se requiere que sean fieles colaboradores de los sacerdotes y los diáconos, dispuestos a ejercer el ministerio donde sea necesario, y animados por un verdadero entusiasmo apostólico” (8).

De manera especial recordamos a nuestros catequistas y les agradecemos su dedicación, entrega y testimonio de fe. Oramos al Espíritu Santo para que haya laicos que respondan generosamente a este carisma, a su vocación en este ministerio, tan esencial para la vida cristiana de las comunidades parroquiales. ¡Animémoslos y animémonos a confiar en su servicio!.

Juan Andrés Martín, sacerdote solidariamente de la Unidad Pastoral “Cristo, Luz de los Pueblos”.

 

Catequistas en el encuentro formativo celebrado el pasado sábado, 22 de enero de 2022., en la Universidad Pontificia de Salamanca.
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