26/03/2021
A través de la revista Christus os hago llegar a todos los cofrades una viva exhortación a cuidar con mayor esmero durante la presente Cuaresma y la próxima Semana Santa la oración personal, la integración en la vida litúrgica parroquial y diocesana, y la caridad social, ante las extraordinarias limitaciones que por segundo año nos vienen exigidas por la prevención frente al COVID 19 y por las graves situaciones de necesidad social que llevan consigo.
Hemos de asumir, con amor generoso a los hermanos más frágiles y en comunión con el sacrificio redentor de Jesucristo, la renuncia a realizar los tradicionales actos de culto público en la calle, que son elementos centrales del ser y misión de las cofradías y que lleváis en el corazón. A la luz de la fe, estas renuncias han de ayudarnos a interiorizar y expresar con más convicción la naturaleza de las cofradías como comunidades cristianas, en sintonía y comunión con las parroquias y demás comunidades que integran la comunidad diocesana.
Para ser comunidades vivas, en la unidad de un solo Cuerpo (1 Cor 12,13), y poder ser reconocidas como sal y luz en medio del mundo (Mt 5, 13-14), las cofradías están llamadas a ser “un verdadero pulmón de fe y de vida cristiana”, en expresión del Papa Francisco. Él mismo nos ha exhortado en su Mensaje de Cuaresma a “renovar la fe, la esperanza y la caridad”.
El diálogo filial con el Padre en la oración personal nos hace posible vivir una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante. Y la oración que sustenta, motiva y alienta la oración en la calle, como testimonio público de la fe, es la que Jesús nos recomienda realizar ante el Padre en el secreto de nuestro cuarto, con la puerta cerrada, y no para que nos vean los hombres (cfr. Mt 6,5-6).
La efectiva integración de las Cofradías en las parroquias, en todos los aspectos de la acción pastoral, de la vida litúrgica, catequética, misionera, caritativa y social, puede hacerse más expresiva en estas circunstancias, que no permiten la dispersión en actos de culto varios y por separado, sino que favorecen la participación visible y significativa de los cofrades, al menos de los miembros de las Juntas Directivas, en las celebraciones litúrgicas esenciales de la Semana Santa en las iglesias donde tienen su sede canónica. Esta participación sería un edificante signo de comunión, que supere la impresión de desconcierto y disgregación.
Esta integración de las Cofradías en sus respectivas comunidades locales de referencia eclesial diocesana no limita sino que enriquece y amplía la significación e incluso el radio de acción de sus finalidades propias y específicas. En efecto una Cofradía bien integrada en su comunidad matriz tiene el apoyo y la colaboración los respectivos pastores para celebrar también dentro de su iglesia canónica, en los tiempos oportunos, los actos de religiosidad cristiana que le son propios, incluso con participación de otros fieles no cofrades. Y tengamos en cuenta la posibilidad de que algunos de esos actos puedan ser accesibles a un grupo más numeroso de devotos a través de retransmisiones por los modernos medios de comunicación, que las mismas limitaciones de aforo nos han motivado a utilizar con facilidad relativa y significativo fruto. Podemos iniciar e intensificar en las actuales limitaciones formas creativas de difusión de las Evangelio y de nuestros actos de culto y devoción popular.
En relación con la caridad social es oportuno meditar los siguientes párrafos del Papa Francisco en la Encíclica Fratelli tutti: “En estos momentos donde todo parece diluirse y perder consistencia, nos hace bien apelar a la solidez que surge de sabernos responsables de la fragilidad de los demás buscando un destino común. La solidaridad se expresa concretamente en el servicio, que puede asumir formas muy diversas de hacerse cargo de las necesidades de los demás. El servicio es en gran parte cuidar la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. En esta tarea cada uno es capaz de dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta de los más frágiles. El servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la `padece´ y busca la promoción del hermano. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a las ideas, sino que se sirve a las personas.” (n.115).
Que el Señor y su Santísima Madre nos concedan la gracia de vivir con este programa la próxima Semana Santa. De esta manera no daremos pie a nadie para decir de forma errónea que este año tampoco hay Semana Santa. Las circunstancias sanitarias pueden impedir que haya procesiones y otros actos de piedad en la calle. Pero la celebración de una Semana Santa del Misterio Pascual de Jesucristo va a depender sólo de nosotros, los fieles, las comunidades y las cofradías, acompañados por la gracia del Espíritu Santo.
La gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la Comunión del Espíritu Santo estén siempre con vosotros.
Fraternalmente en el Señor.
+ Carlos, Obispo de Salamanca.