19/03/2019
El lema de la campaña vocacional de este año es “El Seminario, misión de todos”. Y es que la vocación al sacerdocio es un gran regalo que Dios hace, pero si no colaboramos todos, es difícil que haya vocaciones. Evidentemente, el primer responsable es el obispo, y sobre todo, un servidor, que se me ha encomendado esta tarea. Pero en tantas ocasiones al oír esta frase: ¡Qué difícil lo tenéis para sacar hoy vocaciones!, percibo como si promocionar la vocación sacerdotal fuera una cosa sólo de curas o del responsable de la promoción vocacional.
¡Es misión de todos!: del obispo y rector que se preocupan de animar, suscitar, acompañar, discernir, proponer caminos para la promoción vocacional; de los sacerdotes, que proponen y acompañan en la vocación y presentan al candidato previo ingreso en el seminario; de las familias, sobre todo de los padres, que crean un ambiente religioso favorable, y no ponen obstáculos ante la posible vocación de su hijo; de los laicos comprometidos en todos los ámbitos de la vida de la Iglesia, en especial, los catequistas, que muestran a niños y jóvenes la belleza de la vocación sacerdotal. En definitiva, de toda la comunidad cristiana que reza y acompaña para ayudar a que los miembros que pertenecen a ella descubran y puedan vivir en la vocación a la que son llamados.
Podéis preguntaros cómo juntos podemos ser misioneros para suscitar la vocación sacerdotal.
1. CREAR UN AMBIENTE COMUNITARIO DONDE SE VIVA LA FE. Lo primero, por supuesto, es crear un ambiente comunitario en el que se viva la fe. Es difícil que haya vocaciones si los jóvenes no encuentran un ambiente fraterno donde se rece, se viva la entrega gratuita, la preocupación por los más débiles y la inquietud por llevar a Cristo a los que no creen.
2. MOSTRAR LA BELLEZA DE LA VOCACIÓN SACERDOTAL
Lo segundo es mostrar la belleza de la vocación sacerdotal. La mejor forma de promocionar la vocación es el mismo sacerdote viviendo su vocación con gozo.
3. NO TENER MIEDO A PROPONER LA VOCACIÓN. En tercer lugar, no tener miedo a proponer la vocación cuando veamos que algún chico tiene signos vocacionales (admira vida sacerdotal, preocupado por los demás y de llevarlos a la fe, hombre de oración, que se alimenta permanentemente de la Eucaristía, la confesión, persona de comunión y reconciliación, etc.).
4. ACOMPAÑAR Y DISCERNIR
En cuarto lugar, si alguien muestra interés por la vocación, habría que acompañarlo y discernir.
Aquí entra más en concreto mi misión y ahora os expongo brevemente lo que hago: -antes que nada es fundamental que el candidato esté avalado por algún sacerdote que le conoce y le presenta al Seminario.
Después comienza un camino de discernimiento en el acompañamiento personal realizado semanal o quincenalmente. Este discernimiento tiene tres partes:
1. ¿Tienes vocación?
Rastreamos los signos vocacionales desde la biografía de su vida, dejándonos iluminar por las historias vocacionales de los grandes personajes bíblicos (Abrahám, Moisés…), y por los textos magisteriales más relevantes que contemplen la naturaleza del sacerdocio (‘Prebiterorum ordinis’, Pastores Davo Vobis).
2. ¿Quiéres la vocación?
Pasamos a ver cuáles son las motivaciones profundas que le llevan a querer entrar en el Seminario, tomando conciencia de aquellas que sean disonantes con la vocación (dependencias afectivas, etc.).
3. ¿Es posible la vocación?
Se analiza si la persona es idónea en el sentido de que tiene la madurez física, psíquica, espiritual para dar este paso.
Analizados estos elementos se hace una evaluación general recopilando todos los datos y se toma una decisión. Este discernimiento personal va acompañado de visitas al Teologado de Ávila, convivencias de fin de semana en el Seminario, estando presentes nuestros seminaristas, participación en fiestas del Seminario y sacerdotales, y en la vigilia vocacional.
Hay que añadir que, con la nueva Ratio fundamentalis, se establece un año propedeútico obligatorio para mejor discernir si se ha de dar el paso hacia la formación sacerdotal o elegir otro camino. Los rectores y obispos de la región del Duero están estudiando cómo llevar a cabo esta propuesta. De momento tenemos tres encuentros regionales: ejercicios espirituales, día de formación y experiencia de servicio a los más pobres, en verano.
Por último, retomando la invitación de este año a que todos seamos corresponsables en la misión de suscitar vocaciones, sugiero una propuesta para que en nuestros grupos de acompañamiento de adolescentes o jóvenes, nos atrevamos a plantear lo vocacional, que puede consistir en distintas catequesis o en una convivencia intensa que tenga estos momentos de reflexión:
1. El Padre llama a la vida. ¿Quién soy? ¿Dónde estoy? (Gn 1,27). La vida como don gratuito. Ser hijos. Hacer descubrir tanto don recibido de Dios y llenar el corazón de agradecimiento.
2. El Hijo llama al seguimiento. ¿A quién debo entregar mi vida?. (Mt 19,2). Aquí planteamos la llamada que sentimos a amar, pero a quién, cómo. Es en Cristo quien encontramos respuesta.
3. El Espíritu llama al testimonio (Jn 16,13). ¿En qué vocación concreta en la Iglesia entregaré mi vida? Presentar las tres vocaciones (sacerdotal, consagrada y laical). Tres testimonios bien preparados pueden ayudar mucho.
Finalizo agradeciendo la labor que todos realizáis en las distintas tareas pastorales de la Iglesia. Seguro que el Señor está sembrando desde vuestro empeño la semilla vocacional. Sigamos construyendo una cultura vocacional rezando y trabajando unidos porque es una tarea que nos implica a todos. Estoy convencido que si avanzamos en este tomar conciencia y estar unidos en promover las vocaciones y en particular la sacerdotal, en el futuro las habrá. Feliz y fecunda campaña del Seminario.