ACTUALIDAD DIOCESANA

08/07/2022

“Es un gran orgullo necesitar de ese Dios que nos ama y que nos perdona incondicionalmente”

El sacerdote diocesano, Manuel Muiños, fue reconocido como Hijo Adoptivo de Salamanca por su labor como presidente de Proyecto Hombre, “por estar al lado de las personas con adicciones”

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN

El mismo día que Manuel Muiños se ordenó de sacerdote, un 24 de junio, la ciudad de Salamanca le ha nombrado Hijo Adoptivo, por su labor en Proyecto Hombre, que creó en 2011 para acompañar a las personas que luchan por salir de las adicciones.

El pasado 24 de junio, el Ayuntamiento de Salamanca concedió el título de Hijo Adoptivo de la Ciudad de Salamanca al sacerdote diocesano Manuel Muiños, en reconocimiento a su trayectoria al frente de Proyecto Hombre Salamanca

Respecto al reconocimiento como Hijo Adoptivo de Salamanca, Manuel Muiños está “encantado y agradecido”, sobre todo, “por lo inesperado, porque uno hace las cosas creyendo que tiene que hacerlas, porque a mí no me gusta decir que hay que tener la satisfacción del deber cumplido, sino, la satisfacción del amor vivido, del amor sentido, y creo que eso ese evangelio en estado puro y no hay más”.

Natural de Redondela, Pontevedra, un 25 de julio de 1966, llegó a Salamanca hace 34 años. Recuerda bien la fecha: un 11 de octubre de 1988. “Me trajo un sacerdote gallego y paramos al lado de María Auxiliadora, y tras visitar el Colegio del Salvador, fuimos a dormir a Íscar Peyra, donde estaba la residencia sacerdotal”.

Allí pasó sus dos primeras noches en Salamanca, “después me fui al Colegio del Salvador y deshice la maleta por fin, porque tenía mis dudas”. Con 22 años, Manuel Muiños tenía sus miedos e incertidumbres, sus inseguridades, “pero venía con ilusiones y esperanzas, animado y motivado por el que entonces rector del Seminario menor de San Pelayo, en Tui, que me decía que aprovechara el momento y la experiencia, que seguro que era algo enriquecedor”.

Otra forma de vivir el ministerio sacerdotal

Ordenado sacerdote por el obispo de Salamanca, Mauro Rubio Repullés, el 24 de junio de 1995.

Y como admite este sacerdote diocesano, “no se equivocó, más enriquecedor no pudo ser para mí, el venir a Salamanca y descubrir otra forma de vivir el ministerio sacerdotal, aquí me formé para llegar a ese ministerio”. Muiños reconoce que tuvo la suerte de encontrarse a muy buena gente en el camino de la vida, “eso me hizo girar mucho la cabeza desde mis planteamientos iniciales en mi vocación sacerdotal, allá por el año 82 hasta el año 2022 en el que hoy estamos”.

Este presbítero agradece la confianza del entonces obispo de Salamanca, Mons. Mauro Rubio, que le ordenó en la Catedral un 24 de junio de 1995, “entonces estaba de rector Fernando García, a quien también tengo mucho que agradecer y valorar, porque ellos fueron los que me promovieron, junto con otro sacerdote gallego que estaba entonces por aquí, José Castro”. Manuel Muiños también recibió el cariño de sus primeras comunidades, en Los Santos, Fuenterroble y Casafranca, junto a Blas Rodríguez.

“Allí es otra realidad muy distinta”, confesaba. Después, tuvo como destino las parroquias de Las Villas, San Morales, Aldearrubia, Huerta y Cordovilla, y como recuerda con nostalgia, “ahí fue cuando el tristemente desaparecido, Antonio Romo, impulsó la idea de trabajar con personas con problemas de adicciones, la compra un rebaño de ovejas, y montar una ilusión que se fue haciendo realidad…”, describe.

El germen de Proyecto Hombre

Manuel Muiños en la sede de Proyecto Hombre Salamanca, en Carbajosa de la Sagrada

Y ese fue el germen de Proyecto Hombre, “la primera semilla”, porque vio que era “una forma de vivir el ministerio sacerdotal, de hacer evangelio en los más desfavorecidos, en los descartados, que dice el papa Francisco“. Porque Manuel Muiños asegura que encontró esa realidad del evangelio en el mundo de Proyecto Hombre, “donde se antepone a la persona por encima de todo, desde valores evangélicos y cristianos, porque los orígenes de Proyecto Hombre vienen de la mano del sacerdote italiano, Mario Picchi”.

Como detalla este presbítero, el fundador conocía distintas terapias en Estados Unidos y él las condimentó con los valores del evangelio de las primeras comunidades cristianas, “hablamos un lenguaje laico, pero detrás, hablamos de familia, de comunidad, de valores de honestidad, de confianza o de esfuerzo, hacemos auténticos grupos de terapia donde en el fondo son como unas confesiones públicas entre todos nosotros”.

Terapia de grupo en Proyecto Hombre Salamanca

Muiños resalta que es un “desnudarnos” para crecer juntos, “libres de juicios y de prejuicios”, o de condenas, “eso ha sido un algo muy común en mi vida, en mi trayectoria como sacerdote”. Agradece a todas las personas que le acompañan en el día a día, “que me han tendido la mano para vivir el ministerio sacerdotal y hacer del evangelio una realidad en mi vida, con mis dificultades, mis problemas y mis miserias, que eso es así de real”.

Admirar a Dios

Este sacerdote cree que hay que ser capaces de admirar lo que Dios nos regala cada día, “que es mucho”, y más de lo que a veces se piensa, determina Muiños. “Yo vivo este momento de mi vida y de la Iglesia como un momento de esperanza, me niego a quedarme en la crisis del lamento, la queja, o de que esto se acaba”, relata. Bajo su punto de vista, es momento de apagar algunas cosas, “y marcharnos en otra dirección, pero no desanimarnos ni desalentarnos, sino vivir con ilusión y visión de futuro, desde un presente real en el que tenemos que poner a la Iglesia como referente de esta sociedad que nos toca vivir”.

Al respecto, insiste en que “no podemos andar como pollos sin cabeza, y la Iglesia no decir una palabra, porque la Iglesia somos todos, como decía el evangelio del domingo pasado, como bautizados, creyentes y cristianos, o ponemos de nuestra parte, o estamos perdidos, y creo que todos podemos hacerlo y aportar mucho y muy bueno”.

Muiños está convencido de que Dios, “nos sorprende en cada momento y nos da oportunidades para poner en valor todo ese evangelio, esa buena noticia  de esperanza y de alegría, porque a veces, andamos más cabizbajos y afligidos”. Piensa que no podemos tirar la toalla, “nos limpiamos el sudor y seguimos adelante”.

Caminar juntos

Pero también considera que todos tienen que caminar juntos, “hacer equipo ya una santa vez, dejar de competir, sumamos, multiplicamos y crecemos, y en eso, Proyecto Hombre me ha enseñado y ayudado a descubrirlo y a ponerlo en valor”. En ese caso, desde el dolor, la tristeza y el sufrimiento “de tantas vidas rotas y deshechas, que se han ido recomponiendo gracias al esfuerzo de todos”.

Para ello, Muiños considera que hay que ver a la persona “desde el corazón y con el corazón”. Y siempre darse cuenta de que el otro puede salir, “observo que todos necesitamos de todos, y que algunos necesitamos de Dios, y es un gran orgullo necesitar de ese Dios que nos ama y que nos perdona incondicionalmente, y que nos muestra el camino”.

 

 

¿Te gustó este artículo? Compártelo
VOLVER

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información. ACEPTAR

Aviso de cookies