12/11/2023
MARIANO MONTERO, SACERDOTE ADSIS
¿Cómo será el final de los tiempos? El evangelio de hoy -la parábola de las diez vírgenes- nos dice que el final de nuestra historia será el encuentro definitivo con Jesús, personal y colectivo: las bodas del Cordero con la humanidad. Jesús es el Novio por el que Dios Padre organizó el gran banquete de la Creación al que todos estamos invitados. Y es el Novio de la nueva Alianza, que por amor se entregó por nosotros y nos trajo vida en abundancia, fruto permanente y alegría completa… El Adviento ya cercano volverá a recordarnos que Jesús ha venido, está viniendo y vendrá. Es una verdad esencial de nuestra fe, que conlleva vivir en espera y esperanza.
Por eso, en este tiempo se hace más relevante, dentro de la misa, la plegaria que pronuncia, en nombre de todos, el sacerdote después de la consagración: “Líbranos, Señor, de todos los males y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos en toda perturbación, mientras esperamos la venida gloriosa de nuestro salvador Jesucristo”.
¿Cómo acogerá esta plegaria de la asamblea dominical el cristiano que vive y sobrevive en la Franja de Gaza? Después de un mes sin agua ni alimento, sin combustible ni calefacción, sin casa ni hospitales, con más de 10.000 muertos, casi la mitad niños, y sin visos de que esto termine pronto… ¿Cómo será rezar así allí?: “Líbranos, Señor, de todos los males… concédenos la paz… libres y protegidos… mientras esperamos a Jesús”… Lo que para muchos de nosotros es una oración sabida y rutinaria, para ellos es el aceite de la esperanza.
Hay signos más cerca de nosotros, en nuestra Iglesia salmantina, que también nos hablan de esto. La semana pasada se realizó una de las “oraciones por la paz” que organiza mensualmente la Pastoral universitaria en los colegios mayores de la ciudad. Ante la cruz de Taizé, aquel grupo de cincuenta jóvenes alternaba el canto y el silencio, la escucha de la Palabra y la oración… Se sentía la presencia y la paz de Dios… Y pensando en Gaza, en Ucrania, en Sudán, en las tantas guerras ignoradas, pensando en la complejidad de las relaciones sociales y políticas en el mundo y en nuestro propio país, le preguntaba yo al Señor si la oración de aquel pequeño grupo ayudaba a cambiar el mundo… Y él me respondía: “Preparad vuestras lámparas, que ya viene el Novio”.
La oración compartida, vinculada a los bienaventurados de hoy (los que lloran, los hambrientos, los perseguidos…), mantiene encendida nuestra esperanza, por más difícil que parezca la realidad de guerra y enfrentamientos que nos rodea. No cambia el mundo, pero cambia mi mundo interior, nuestra actitud ante la vida, nuestra vitalidad cristiana y nuestra actitud solidaria, nos introduce en la comunión de los santos, nos dispone a acoger a Cristo con mayor profundidad y deseo, en la esperanza de que él va a escribir el final de la historia.
Dicen los economistas que el aceite en España va a seguir muy caro todo el 2024, por la sequía y el coste de los fertilizantes y el combustible. Pero todos tenemos al alcance de la mano uno gratuito y tan necesario como el otro, el que deriva de la oración compartida y compasiva: el aceite de la esperanza.