ACTUALIDAD DIOCESANA

30/08/2021

¡Gracias Tere!

El militante de Juventud Estudiante Católica (JEC), Eduardo Martín Ruano, dedica estas palabras a su amiga Teresa Viñuela, del Intituto de Misioneras Seculares, tras su fallecimiento el pasado 23 de agosto

 

Para hablar de la partida de Teresa Viñuela a la casa del Padre, hay que hablar de su vida compartida con tantas personas, y recordarla con alegría.

Una vida entregada a los demás, sin reservas, desde su experiencia en Latinoamérica hasta sus últimos días en Salamanca. Una figura incansable y totalmente convencida de que sin servicio y sin compromiso con el mundo, ni la fe ni la vida, tenía ningún sentido. Que Dios nos ama, y que Jesús nos muestra el camino de vida, es algo que muchos predican y que muchas veces hemos escuchado, pero yo, y seguramente muchos de nosotros, lo aprendimos de la vida de personas como ella.

Su amigo y sacerdote salmantino, Matías Prieto, escribía que nos enseñó a VER con los ojos de Jesús, a JUZGAR con la misericordia que lo hacía Jesús y a ACTUAR como Él, hasta morir como el grano de trigo para poder dar fruto.Hablaba de él mismo, del movimiento de la JEC en Salamanca, de todas las personas que han pasado por su acompañamiento. Dejarse seducir por el Evangelio que vivía Teresa no era fácil, pero era apasionante.

Un acompañamiento tierno pero radical es el que yo experimenté a su lado, y que a mi, y otros tantos jóvenes que la escucharon, nos cambió para siempre la manera de vivir nuestra fe. Recuerdo su empeño por descubrir nuestra propia vocación desde nuestros estudios hacia los más pobres, hacia la construcción de un mundo más justo, más fraterno, mas humano.

Su compromiso

No se callaba fácilmente, ni se daba por vencida cuando algo no le gustaba, puede que incluso fuera incómoda en algunos espacios; pero su compromiso con la diócesis, con la juventud, con la cultura, con las personas descartadas, como inmigrantes o personas sin hogar, con su vida comunitaria en el Instituto de Misioneras Seculares… era innegable. Tenía una capacidad de escucha y de comprensión que la llevaba a querer aprender siempre más, pues sabía que, dentro de cada persona, había mucho por lo que merecía la pena confiar. Semanalmente se reunía con grupos de estudio del Evangelio, de JEC, de profesionales de diversos ámbitos… cercanos o lejanos a lo eclesial, pero siempre desarrollando su espiritualidad.

Ahora solo me queda darle las gracias. A ti, Tere, que confiaste en los jóvenes, especialmente en la JEC, y luchaste porque siempre tuviéramos un hueco en una desenfocada pastoral juvenil. Porque amabas la música, la cultura, y todo lo que supusiera un crecimiento para la persona. Porque, hasta el último momento, nos enseñaste a amar al Padre. Porque contagiabas tu sonrisa, tu “alegría del Evangelio” que me regalaste en mis años universitarios. Gracias porque, siendo yo uno de los últimos jóvenes que acompañaste, hoy te puedo homenajear con estas palabras que me salen del corazón, y que compartirán tantas personas. Y gracias a Dios, por ponerte en mi vida y en la de tantos y tantas. Fuimos tanto contigo, y hoy nos quedamos tan huérfanos con tu partida.

Feliz por tu vida, referente y compañera. No te olvidaremos, y tú siempre nos acompañarás en el camino. Feliz descanso eterno, Tere.

Eduardo Martín Ruano

Militante de JEC, y amigo.

No tener nada. No llevar nada. No poder nada. No pedir nada. Y, de pasada, no matar nada; no callar nada. Solamente el Evangelio, como una faca afilada. Y el llanto y la risa en la mirada. Y la mano extendida y apretada. Y la vida, a caballo, dada. Y este sol y estos ríos y esta tierra comprada, por testigos de la Revolución ya estallada. ¡Y “mais nada”!

Pedro Casaldáliga

 

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