ACTUALIDAD DIOCESANA

Con motivo del Jubileo 2000, acontecimiento de gran relevancia en la Iglesia universal, se publicó en la Diócesis de Salamanca el “Directorio diocesano de pastoral de Sacramentos”[1]. Fue un acierto pastoral su publicación y fue muy bien acogido por todos. Es un marco bíblico, teológico, litúrgico, pastoral y normativo que sigue iluminando y ayudando, en muchos aspectos, a las tareas evangelizadoras de la Diócesis, en el campo tan importante de la Iniciación cristiana y de la celebración del Sacramento del Matrimonio.

Este Directorio tiene en cuenta el valioso documento, todavía muy actual por su reflexión teológica, de la “La Iniciación cristiana. Reflexiones y Orientaciones”, de la Conferencia episcopal Española, Madrid 1998. La exposición teológica y pastoral que hacen los Obispos en él es de gran actualidad e ilumina, aun hoy, la praxis sacramental de la Iniciación con gran profundidad teórica y práctica.

A la pregunta del título de este artículo, ¿hay normas diocesanas para el Bautismo, Primera comunión y Confirmación?, tenemos que contestar que sí, que hay un marco teológico y normas pastorales, muy acertadas para el momento en que fueron escritas y todavía vigentes para nosotros. Este Directorio fue y está siendo acogido por parroquias y comunidades con alegría para caminar a la luz de sus propuestas. Demos las gracias a todos los que de él se han servido y se sirven para celebrar los Sacramentos tal como allí se nos señala, con el fin fortalecer la fe personal y también comunitaria de los que reciben los Sacramentos.

Un Directorio nos muestra que todo nace del amor trinitario que se va derramando en nosotros por los Sacramentos; del amor maternal de la Iglesia que nos va iniciando y acompañando; y de la disposición de nuestros corazones que vamos abriéndolos, en un diálogo gracia divina-libertad humana, para acoger el Don de Dios. Este triple movimiento señalado nos ofrece un camino. Así, el gratuito y antecedente amor trinitario marca las disposiciones interiores de fe necesarias para la acogida de los Misterios del Señor; la mediación maternal de la Iglesia nos indica las etapas de la preparación, del acompañamiento, de la relación entre liturgia y catequesis, de la parroquia como lugar esencial y referente de la vida comunitaria, de los necesarios acompañantes para la iniciación: familia, escuela católica, movimientos… ; y la acogida por parte de la vasija humana que recibe el Don, muestra las edades y tiempos señalados para celebrar los Sacramentos. Iluminado todo con el aliento del Espíritu Santo. Sus normas no son arbitrarias, sino al servicio de lo señalado. Desconocer este fundamento teológico y pastoral nos puede llevar a una acogida errónea del Directorio y hasta dejarlo de lado con toda probabilidad.

Desde esta mirada, vemos que sí tiene importancia que el lugar de la Iniciación cristiana como norma general sea la parroquia; que las ermitas, santuarios o capillas privadas no sean el lugar de los Bautismos, Confirmaciones y Primeras Comuniones; que la preparación para los sacramentos sea el tiempo señalado por el Directorio; que se tenga en cuenta el conocimiento y consentimiento debido de las parroquias donde se han preparado, viven o van a vivir su fe; que el proceso catequético sea más o menos igual para todos; que se ahonde en la imprescindible índole comunitaria de los sacramentos y no sean fiestas privadas; que se valore la gran importancia de la familia; etc…

En definitiva, pensamos que en la celebración de los Sacramentos de la Iniciación, los pasos señalados por el actual Directorio se deben de tener en cuenta: la acogida que discierne el momento de cada situación y la preparación; la celebración litúrgica de los mismos; la edad y lugar para el tiempo catequético; las situaciones especiales que requieren un discernimiento del Obispo; la anotación e inscripción de los Sacramentos en los que las normas canónicas dicen que es obligatorio realizarlo; la pastoral de seguimiento y acompañamiento necesario para la celebración fructuosa de los Misterios que celebramos; etc…

Detrás de todo esto no están la frialdad de unas directrices, sino una comprensión teológica, cristológica, litúrgica, eclesiológica y pastoral de los Sacramentos, en la que hemos y nos hemos de educar unos a otros, pastores y Pueblo de Dios, para alcanzar una experiencia de fe personal y eclesial que pueda dar los frutos que el Espíritu Santo suscite, en los que lo reciben, en los que ayudan a prepararse a ello y en los que presiden su celebración. Nuestro actual Directorio es todavía un válido instrumento para vivir este camino de la celebración de los Sacramentos. Acojámoslo con este espíritu eclesial y abierto; es un cauce de comunión que evita sufrimientos, disparidades, desavenencias y decisiones unilaterales que nos entristecen y dificultan la vida apostólica de los agentes de pastoral y de las comunidades. El Directorio también está lleno de realismo, mesura, prudencia y sabiduría pastoral, que evita caer tanto en el rigorismo como en la práctica del “todo vale”.

Sabemos de la complejidad de la Iniciación cristiana hoy. La Asamblea diocesana nos ha invitado a una renovada actualización de la misma, ante el momento nuevo que vivimos en esta crucial tarea eclesial de engendrar nuevos hijos de Dios y en ello estamos. Pero hablar de ese proceso no era el motivo principal de estas provisionales líneas, sino llamar la atención sobre la práctica que se está extendiendo actualmente en nuestra Diócesis de Salamanca de administrar y celebrar los Sacramentos de la iniciación cristiana. En otro momento podremos explicar cómo van los trabajos para renovar esta importante tarea y el futuro que hemos de preparar entre todos.

Tomás Durán, vicario de pastoral de la Diócesis de Salamanca.

[1] DIOCESIS DE SALAMANCA, Directorio diocesano de pastoral de Sacramentos. Salamanca 2001. NOTA: Este Directorio incluye los Sacramentos de la Iniciación cristiana (Bautismo, Eucaristía y Confirmación), y los Sacramentos del Perdón y del Matrimonio.