ACTUALIDAD DIOCESANA

01/10/2019

«Hay que revisar qué estamos haciendo mal para que una Semana de Pastoral no sea un acontecimiento irrenunciable»

Después de seis intensos días de Semana de Pastoral, Policarpo Díaz repasa sus inquietudes de cara al nuevo curso. La Asamblea Diocesana fijó una serie de prioridades que poco a poco se van implantando en la comunidad, como la iniciación cristiana o la profundización en el Día del Señor.

¿Qué balance hace de su primera Semana de Pastoral como vicario?

Es un trabajo que merece la pena, de mucho tiempo, de muchos días, de muchas reflexiones y pensamientos que al final cuajan en un programa. La impresión que tengo es de gratitud a los casi 100 participantes, en personas e instituciones que se han implicado en la Semana de Pastoral. La participación ha sido pequeña y eso nos tiene que hacer pensar. Me pregunto si hay cosas más interesantes que hacer en este mes de septiembre, y quiero creer que sí, que haya algo más importante que sentarte con tus hermanos, con los compañeros que vamos en la misma barca, sacerdotes, religiosos, laicos,… y dedicar una semana a pensar las cuestiones que nos preocupan, a darle vueltas a este asunto o al otro, a hacer una celebración, una oración, una mesa redonda.

Y aunque la participación creo que ha sido buena, me da qué pensar por qué no ha sido mayor. No hay que conformarse con decir que somos los que teníamos que ser. Esa es la paciencia de los derrotados, que se decía en la oración del primer día. Hay que revisar qué pasa, qué nos pasa por dentro, qué estamos haciendo mal, tanto desde la organización como los participantes, para que una Semana de Pastoral no sea un acontecimiento irrenunciable.

De todos los mensajes que se han escuchado estos días, ¿con cuál se quedaría?

Con el título de la Semana de Pastoral, ‘La paciencia de Dios cuidando de su higuera’, y con la lectura teológica, espiritual y pastoral que se puede hacer de ese título. Nos da un mensaje de parte de Dios, que él lleva la historia, la Iglesia, esta diócesis, y que él es paciente, y que Dios sea paciente nos da perspectivas de futuro. Ahora bien, el mensaje de la parábola nos da a entender que es una paciencia activa, que necesitamos incrementar nuestro trabajo, nuestro cuidado de la higuera. Es decir, tenemos que trabajar más, hay que cuidarla, cortarla y abonarla, porque Dios se encargará de lo imposible para hacerla fructificar. Y significa que tenemos que ponernos manos a la obra, somos pocos, los que somos, ¿somos mayores?, los que somos, ¿limitados de recursos?, Dios nos ha escogido así. Con lo que somos, si ponemos la carne en el asador, Dios no nos va a fallar y la higuera va a dar fruto.

Y el fruto de la higuera es que en nuestras prácticas de iniciación cristiana se engendren cristianos, porque en las prácticas actuales estamos haciendo una fábrica de increyentes. No es que vengan sin creer, es que vienen sin el sentido de Dios en su corazón y en su vida, y se van con un barniz que a la primera de cambio se borra, eso hay que revisarlo, y tenemos medios. ¿Qué medios? la Delegación de Catequesis nos ha ofrecido una carpeta que probablemente no será la panacea, pero sí es un instrumento sencillo para que en los arciprestazgos se cree un equipo arciprestal de pastoral bautismal.
Con qué objetivos, evangelizar a los padres que piden el Bautismo de sus hijos, y que en los niños se produzca un despertar religioso, un pequeño primer anuncio, para que cuando lleguen a catequesis del segundo peldaño, la primera comunión, lleguen con un fondo de Dios en su corazón, que no esté sin trabajar ni cultivar esa tierra.

¿Cómo revisamos nuestras catequesis de primera comunión? Tenemos ahora la oportunidad de oro de los Jueves de Iniciación que comienzan ahora. No entendería que al menos un par de representantes de cada parroquia se implicara en ese camino de los Jueves de Iniciación, daríamos un mensaje de que no nos hace falta, nos va muy bien. Pues no, no es así, vamos a unirnos y a pensar.

El vicario de Pastoral, Policarpo Díaz, en una calle del centro de la ciudad. /Óscar García

La mirada puesta en la Asamblea Diocesana

De cara a este nuevo curso se ha fijado una serie de prioridades, ¿cuáles destacaría?

Estas prioridades son las que nos parecen a nosotros después de haber escuchado al pueblo de Dios, los consejos, los ponentes, de escuchar mucho, y de ver de dónde venimos, del camino que venimos de la asamblea. Pero estas prioridades no son látigos que te caen en la espalda, los quieras o no, son ofertas para que discerniendo en los distintos consejos, son instrumentos y que cada uno coja lo que crea oportuno. No sería higiénico que en los arciprestazgos, las parroquias o las congregaciones, entre otros, se hicieran unas prioridades pastorales distintas a estas. Se puede crear desconcierto, nos despistamos los pastores, y al final, las ovejas están dispersas y la higuera, sin frutos.

Queda claro que la evangelización de los jóvenes es la clave de futuro, y el Papa lo recoge en el documento ‘Christus vivit’, ¿qué se puede hacer en la diócesis al respecto?

No partimos de cero, en esta diócesis tenemos muchas horas de vuelo y de trabajo riguroso y serio con la evangelización de los jóvenes desde hace muchos años. No es una prioridad, ya se está haciendo. La prioridad de la Pastoral Juvenil, y lo que nos viene a decir, es que dado que ya no tenemos jóvenes en las parroquias para que sea un grupo significativo, como son pocos y se queman, unamos a todos ellos y creemos dinamismo de evangelización de jóvenes con los arciprestazgos, dirigidos y coordinados por las delegaciones del ramo, la Pastoral Universitaria y la Juvenil. Y hagamos cosas juntos, donde se convive lo parroquial con lo diocesano, que una cosa no anule la otra.

¿Cuál es la situación actual de la diócesis a nivel de laicos y presbíteros?

No tienen necesidad de médico los sanos, nosotros sí, estamos tocados. Por la mundanidad, que dice el Papa Francisco, que nos afecta también a lo sacerdotes, y estamos tocados por una sociedad que lanza permanentemente mensajes que muchas veces van en contra de los valores del Evangelio. Y es una atmósfera que nos envuelve y que respiramos todos. Estamos tocados todos por una debilidad demográfica, somos menos y más mayores. Estamos tocados por una falta de coordinación, es decir, ir más juntos a hacer todo, no que todos hagamos muchas cosas sin contar con los demás.
La coordinación es clave para lograr una participación. Si hacemos un análisis de las personas que participan es pobre, en la calidad y en la participación. ¿Cómo lo arreglamos? Haremos una llamada a hacer un calendario coordinado para que realmente sea en comunión, en la misma barca, no se puede echar la red a la derecha, a la izquierda, en proa, todo a la vez, toda a la vez, porque perdemos los pescados.

El papel de los laicos

Una de las jornadas de la Semana de Pastoral estuvo dedicada a los laicos, vinculado al congreso que se celebrará en Madrid en febrero, ¿qué aportan a la vida diocesana en la actualidad?

Los laicos son la mayor parte de la Iglesia, son el verdadero cuerpo, Cristo es la cabeza, representada en el obispo, pero los laicos son la base fundamental del cuerpo, sin el pueblo de Dios, la iglesia queda mutilada. La teología del laicado es preciosa, todos nacimos de la raíz bautismal, la diferencia con el presbítero es una diferencia con el servicio, pero la dignidad es la misma. La tarea de los laicos es preciosa, la de llevar el evangelio que viven, que celebran y en el que se forman, llevarlo a las estructuras del mundo. El laicado es el gran tesoro de la Iglesia. Nuestro laicado ha sido impresionante en las últimas décadas, formados en la antigua Acción Católica, en los cursillos de cristiandad, en las vidas de las parroquias, ha habido mucha vida y fuerza, intensidad. ¿Qué ha pasado? Lo mismo que a los presbíteros, que tienen la mala costumbre de envejecer y no se ha renovado desde abajo, es el mismo problema vocacional del laicado que del presbítero, qué pinta Dios en el corazón y vida de la gente. Si Dios pinta algo en la vida de las personas, habla y llama a todo tipo de vocaciones, pero si no está en el corazón, no se producirá la renovación.

¿Cómo se podría lograr un mayor compromiso?
Tenemos una herramienta para renovar, potenciar y reforzar un nuevo laicado y vida en las parroquias, que es la Acción Católica General. El testimonio que hemos recibido en esta Semana de Pastoral vemos que está teniendo mucha fuerza y vida en otras diócesis, y está generando laicos de parroquias, de la diócesis, y en sus tres dimensiones: niños, jóvenes y adultos. Y por ahí hay una búsqueda que explorar. ¿Quién? quien quiera, todo el que quiera unirse a este río que se sume.

En estos días pasados, el deseo del obispo, don Carlos López, era que esta Semana de Pastoral fuera continuidad “de ese río de esperanza que fue la Asamblea Diocesana”, ¿qué ha supuesto para la comunidad diocesana estos primeros pasos aplicados? ¿cuáles serán los siguientes?

Todo esto, de principio a fin, es poner en marcha la Asamblea Diocesana. Todo esto está hablado y aprobado. Porque la Asamblea habló de que hay que revisar las prácticas bautismales, de primera comunión y confirmación, que hay que profundizar en el Día del Señor, que hay que implantar el acompañamiento personal, etc. A todo ello se suma que tenemos que trabajar más en Comunión, estar en salida… No se trata de correr sino de durar, de ir dando pequeños pasos que cambien nuestra pastoral, que no sigamos con las viejas prácticas porque antes ha funcionado, pero ya no están dando frutos. E igual que hubo un cambio cuando se implantaron esas prácticas y dieron su fruto, ahora tiene que haber un nuevo cambio, y ver qué vale o qué no vale, pero en la mesa del discernimiento es cuando se ve.

¿Seguro que no podemos hacer más con los padres que vienen a la primera Comunión?, ¿y a los que piden el Bautismo?, o ¿a los que vienen a confirmarse? Vamos a buscar caminos nuevos, si metemos la pata, es lo que el Papa Francisco dice: “Prefiero una Iglesia embarrada, manchada y sucia por el polvo del camino, mejor que una Iglesia enferma de desaliento y de desánimo”, vamos a intentarlo. Dicen que somos pocos y viejos, pero es que Dios con un pueblo pequeño y debilísimo lo fue conduciendo por toda la historia de la salvación a caminos nuevos, y es una constante que se repite en toda la Biblia.

Un símbolo de la inmigración

Estos días hemos tenido presente la Cruz de Lampedusa, ¿qué ha supuesto y qué mensaje debe de quedar tras su paso?

La Cruz de Lampedusa ha sido como un hilo fino, un telón de fondo que nos ha ido impulsando y acompañando permanentemente durante toda la Semana de Pastoral, y nos ha ido dejando alto y claro el mensaje evangélico de que los pobres nos evangelizan. Y que los sufrientes del mundo, simbolizados en la Cruz de Lampedusa nos invitan a vivir el Evangelio, a identificarnos con Jesucristo en el Cruz y a no dar nunca la espalda a los pobres.

Semana de Pastoral de 2019

Además, como el mercado de la ideología es tan libre, cada uno puede pensar lo que quiera, pero a veces en los foros cristianos escuchamos cada burrada tan antievangélica, tan cruel, y sin tener en cuenta el verdadero drama de tanta gente, que dan ganas de decir: “Mira la Cruz de Jesucristo y luego habla”.

El  1 de octubre comienza el Mes Misionero Extraordinario, ¿cuáles son las claves de esta cita?

La claves fundamental del Mes Misionero Extraordinario es que el Papa Francisco quiere impulsar a lglesia, la dimensión apostólica de la fe, la misión que brota del bautismo. Por lo tanto, no nos salimos de la iniciación cristiana ni de las prioridades, brota la misión de la Iglesia a todos los niveles, ‘ad gentes’, como se llama la misión a los países donde no se conoce a Dios, pero la misión también a mi puesto de trabajo, a mi oficina, al campus, a mi bloque de vecinos, es decir, también al interior de la parroquia que necesita renovarse en una pastoral misionera.

Las actividades del mes son una pequeña excusa, pedida por el Papa Francisco, para que hagamos actividades que nos recuerden a todos que nuestra fe bautismal es misionera. El Papa ha pedido que se haga en todas las diócesis del mundo, y que se empiece en un monasterio de clausura. Y pedimos por favor que no solapemos estas actividades con otras de delegaciones o parroquias, que tengamos un poquito de paciencia, que no es mucho pedir, que es un mucho pedir, que es un mes, para que todos podamos participar.

¿Cómo podemos convertirnos en ‘Bautizados y enviados’ para lograr una pastoral misionera de Iglesia en salida?

Ya lo somos, no tenemos que convertirnos, pero necesitamos recordarlo, decirlo, celebrarlo y suplicarlo, que lo somos, que no es nada nuevo.

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