14/06/2022
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN SOCIAL
La fiesta de San Juan de Sahagún se celebró el 12 de junio, sin las restricciones de la pandemia de los dos años anteriores y con una mayor presencia de público, que pudo seguir la celebración en pequeñas pantallas repartidas por todo el templo.
Como es habitual, la corporación municipal estuvo presente en la eucaristía del patrón de Salamanca, encabezada por el alcalde, Carlos García Carbayo, así como el presidente de la Junta de Castilla y León, el salmantino, Alfonso Fernández Mañueco, la subdelegada de Gobierno en Salamanca, Mª Encarnación Pérez Álvarez, entre otros.
En su homilía, el prelado, Mons. José Luis Retana, dedicó sus palabras al patrón de la diócesis y de la ciudad, San Juan de Sahagún, “venerado como el apóstol de la paz”. Y aprovechó la ocasión para repasar la vida de este santo agustino, “con una promesa, un consejo y un mandato que podremos aplicarnos a nosotros mismos”.
De San Juan de Sahagún destacó su libertad evangélica en el púlpito, “no le temblaba la voz a la hora de denunciar abusos, atropellos o demasías de los nobles”. De este santo también recordaba la caridad, que fue la llama que le alimentaba a diario su predicación, “la hacía correr al lado de los enfermos y necesitados, le arrancaba el perdón incondicional a sus enemigos”.
El obispo mencionó su carácter pacificador en el conflicto de Los Bandos. “El enfrentamiento entre los bandos rivales también lo sufrimos hoy, con las guerras internacionales; las luchas entre los partidos políticos; las divisiones entre religiones o el disenso en nuestra Iglesia”, destacó. Mons. José Luis Retana cree que urge “encontrar pacificadores como San Juan de Sahagún”.
Y recordó algunos mensajes del papa Francisco: “El Santo Padre, centra su mirada en el diálogo, como camino para mirar la realidad de una manera nueva, para vivir con pasión los desafíos de la construcción del bien común”, añadió. Porque el prelado aseguró que el papa pide “rezar para construir el bien común con hombres y mujeres que se tienden la mano el uno al otro, siempre al lado de los más pobres y vulnerables“.
Para concluir, el obispo insistió en la necesidad de hombres “sembradores de la paz“, “tal como están hoy las cosas, por esta sociedad de la desvinculación social y el alto clima de violencia”. Y advirtió que con la mirada puesta en San Juan de Sahagún, considera que los actuales apóstoles de la paz necesitan con urgencia, “lograr la paz interior, trabajar con palabras y obras para ser agentes de paz, y seguir los mandatos y dones del Príncipe de la Paz que es Jesucristo”.
La talla de San Juan de Sahagún se ubicó a los pies del altar, y antes de finalizar la eucaristía, se realizó un gesto de veneración a la urna con los restos del santo agustino, ubicada en el altar mayor.
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