06/04/2023
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
El obispo de Salamanca, Mons. José Luis Retana, presidió este Jueves Santo la Santa Misa “In Cena Domini”, con la que se ha iniciado el Triduo Pascual en la Catedral. Una celebración en la que ha conmemorado la institución de la eucaristía, el sacerdocio y el mandamiento del amor fraterno, manifestado con el signo del lavatorio de los pies. Un gesto que el obispo ha rememorado al término de su homilía, en la que despojado de su casulla y con una toalla en su cintura se ha agachado a lavar y besar los pies de varios cofrades de la Hermandad de Jesús Amigo de los Niños, del Cristo Yacente y de Nuestra Señora de la Soledad, situados en las escaleras del presbiterio.
Después del lavatorio, dio comienzo la liturgia eucarística, en la que el pastor de la Diócesis de Salamanca ha evocado la cena pascual que Jesús compartió con sus discípulos. Tras la comunión, en un ambiente de profundo recogimiento, el obispo acompañado de los concelebrantes, los acólitos y la asamblea ha llevado la Eucaristía, procesionalmente y bajo palio, hasta la capilla de San José de la Catedral Nueva donde se ha instalado el altar para la reserva y la adoración.
Mons. José Luis Retana iniciaba su homilía recordando y haciendo suyas las palabras de Jesús a sus discípulos en el Cenáculo: «He deseado ardientemente comer esta Pascua con vosotros», manifestándose “feliz de presidir la Cena del Señor con el pueblo que el Señor me ha pedido pastorear”.
El prelado ha resaltado que “Dios nos ama apasionadamente”, a pesar de “nuestras caídas, de nuestras continuas torpezas y no nos abandona nunca y el amor con el que Él se entrega libremente por nosotros, es lo que nos salva, nos ama hasta el fin”.
Mons. José Luis Retana recordaba que la liturgia del Jueves Santo está marcada por “la humildad y el servicio”, testimoniadas en el lavatorio de los pies. Un gesto que Jesús hizo a sus discípulos y que en aquella época era propio de los esclavos, como ha recordado: “Jesús lava como esclavo nuestros pies (…) para servirnos, para curarnos, para sanarnos, para limpiarnos” y que podamos así “sentir de nuevo su amor”.
En su homilía también ha manifestado que en este Jueves Santo, “el Señor nos alerta frente a la autosuficiencia, frente a la indiferencia ante Dios, frente a un cristianismo cómodo, sin alma, sin compromiso”. Y continuó diciendo que Él “nos purifica con su palabra, con su ejemplo y con la entrega de sí mismo para que aprendamos a amar como él y para que ese amor nos lleve a una vida auténticamente cristiana”.
Y refiriéndose a la institución de la eucaristía, el obispo recordaba que Jesús llevó al extremo “su amor, la entrega de sí mismo”. Una entrega “que se perpetúa en la eucaristía, sacramento de la fraternidad”, cuya institución junto a la del sacerdocio se celebraban en ese día. “Jesucristo sigue amándonos hasta el extremo, dándonos su cuerpo y su sangre para acompañar nuestro peregrinar cotidiano con sus dificultades”, manifestaba el prelado.
El pastor de la diócesis concluía su homilía resaltando que la celebración solemne de la Cena del Señor “nos adentra en el corazón de Cristo, que es todo amor; un amor que nos purifica y nos transforma interiormente para que nosotros entreguemos nuestra vida a los demás”. E invitó a la asamblea a pedirle que “nos ayude a no retener nuestra vida, sólo para nosotros mismos, siguiendo el ejemplo de Jesús, que entregó su vida hasta el fin”.