ACTUALIDAD DIOCESANA

22/12/2022

La Iglesia en Salamanca cuenta con una nueva virgen consagrada

La consagración de Daniela Biló se celebró este domingo, 18 de diciembre, en la Catedral vieja de Salamanca, en una eucaristía presidida por el obispo, Mons. José Luis Retana

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN

A más de 10.000 kilómetros de distancia, Eugenio, el padre de Daniela Biló, siguió en Argentina la consagración de su hija como virgen seglar a través del canal de la Diócesis de Salamanca en YouTube. Al igual que el resto de familia, a excepción de una de sus hermanas, residente en Italia, que estuvo presente en la celebración.

La Catedral vieja de Salamanca acogió la consagración de la tercera virgen seglar de la diócesis, Daniela Biló, de 56 años y natural de Argentina, aunque reside en Salamanca desde hace 16. Tras la procesión de entrada, comenzó la eucaristía, presidida por el obispo, Mons. José Luis Retana, en el cuarto domingo de Adviento.

La virgen seglar, Margarita Martín, se subió al ambón para dirigir unas palabras a Daniela Biló en la monición de entrada: “Nuestra queridísima hermana Daniela, que hoy se presenta ante el altar para ser consagrada por Dios mediante el ministerio de nuestro pastor, Mons. José Luis Retana”, apuntaba; y lo hace, “emulando a la legión de vírgenes consagradas, que a lo largo de veintiún siglos ha jalonado el firmamento de la Iglesia, respondiendo a la llamada de Cristo, el esposo, quiere decir un sí definitivo de entrega total en su persona”. Por último, invitó a abrir el corazón, “para contemplar la belleza de este rito, donde se contrae desposamiento con Cristo”.

El rito de la consagración

Tras la liturgia de la Palabra, tuvo lugar el primer gesto del rito de consagración, con la llamada a la candidata por parte del obispo a los pies del altar, mientras el coro cantaba la antífona:

“Vírgenes prudentes, preparad vuestras lámparas: ya llega el esposo, salid a recibirlo”. 

Entre sus manos, Daniel Biló portaba una pequeña lámpara encendida, junto a la primera virgen consagrada en Salamanca, Margarita Martín. Mons. José Luis Retana se dirigió a ella con la siguiente llamada:

“Ven hija, escúchame, te instruiré en el temor del Señor”

Ella respondió con otra antífona:

“Quiero seguirte de todo corazón, te respeto y busco tu rostro,

no me dejes defraudada, trátame según tu clemencia

y tu abundante misericordia”.

En su posterior homilía, el obispo se centró en la celebración de la consagración, en el día de Nuestra Señora de la Esperanza: “El Espíritu suscita en su Iglesia una multitud de formas de vida consagrada, que son una extraordinaria riqueza y aparecen como un árbol en espíritu de servicio y de evangelización, que no tiene superior o responsable, sino que su único superior es el obispo”, destacó Mons. José Luis Retana.

Al respecto, el prelado confirmó que este estilo de vida consagrada, “responde a aquella primera consagración femenina que hubo en la Iglesia, las vírgenes cristianas”. En ellas, interpeló el obispo, “en el centro de la virginidad aparece Dios como el valor absoluto, y el reino como dedicación total a Jesús con su estilo de vida”. Mons. José Luis Retana añadió que es el modelo de esta llamada, “porque él vivió entregado totalmente a la predicación del Reino, haciendo la voluntad de su Padre”.

Una actitud de servicio

El pastor cree que la donación total a Cristo en una vida de virginidad consagrada, “es un testimonio que se hace ahora más urgente en estos tiempos de increencia, de crisis, de cambios”.  Mons. José Luis Retana asegura que la consagrada, “se compromete a vivir en el desapego y el desprendimiento de los bienes materiales frente a una sociedad egoísta, preocupada solo de uno mismo, de sus propios intereses”.

Al respecto, añadía que la consagrada vive en disponibilidad y actitud de servicio frente al individualismo y el narcisismo, “se compromete a crear comunión siendo signo de fraternidad en el mundo”.

También mencionó a María, “la primicia de la virginidad cristiana, que fue plenamente en cuerpo y en el espíritu”,  lo que Daniela y sus compañeras con todas las fuerzas desean ser “vírgenes en el corazón y en el cuerpo, esposas por la total y exclusiva adhesión al amor de Cristo, madres por don del Espíritu Santo”.

El ejemplo de María

El prelado recordó el discurso de Benedicto XVI en un encuentro en Roma,  “en el que presentó a la virgen seglar como esposa de Cristo e imagen de la Iglesia, señalando a la santísima Virgen como el prototipo de las vírgenes cristianas, y así es en realidad, pues el Señor concede a estas mujeres consagradas el privilegio misterioso de ser como María y como la Iglesia, vírgenes y madres al mismo tiempo, ejerciendo la maternidad espiritual a favor de todo el pueblo de Dios”. Este santo padre también dijo, -insistió el obispo-, que con su forma de vida, “sois estrellas que orientan el camino del mundo, un recordatorio de la transitoriedad de las realidades terrenas, y un anticipo y profecía de los bienes futuros”.

Por último, a la virgen consagrada la invitó a ser “un claro testimonio de amor, y un signo manifiesto del reino futuro”.

Una vez finalizada la homilía, Daniela Biló se puso de nuevo a los pies del altar y el obispo comenzó a preguntarla: “¿Quieres perseverar todos los días de tu vida en el santo propósito de la virginidad, al servicio de Dios y de la Iglesia?”. A lo que Daniela contestó: “Sí, quiero”. Al igual que con el resto de interpelaciones: “¿Quieres caminar por la senda de los consejos que Cristo propone en el Evangelio de tal forma que tu vida sea ante el mundo un claro testimonio de amor y un signo manifiesto del reino futuro?”, y, “¿Quieres ser consagrada a nuestro Señor Jesucristo y ante la Iglesia ser desposada con el Hijo de Dios Altísimo?”.

Después de este gesto, tanto el obispo como el pueblo allí presente, dieron gracias a Dios.

La virgen consagrada se postró en el suelo mientras Mons. José Luis Retana oraba:

“Oremos hermanos a  Dios Padre Todopoderoso, por Jesucristo su hijo, Señor nuestro, y pidámosle que por intercesión de Santa María la Virgen y de todos los Santos, derrame abundantemente los dones del espíritu sobre esta hija suya que va a ser consagrada virgen”.

Mientras la virgen consagrada seguía postrada en el suelo, comenzaron las letanías de los santos entonadas por el coro y respondidas por todo el pueblo. Antes de finalizar el rito de consagración, levantando sus manos el obispo aclamó:

“Escucha Señor la oración de tu Iglesia

y vuelve tu mirada sobre esta hija tuya,

que ha llamado a la virginidad,

ayúdala a caminar por la senda del evangelio,

a desear siempre lo que te es grato

y a realizarlo con todo su corazón.

Por Jesucristo nuestro Señor”.

Otro de los signos de la celebración fue la renovación del propósito de castidad por parte de Daniela Biró, y la oración de consagración del prelado. Por último, se realizó la entrega de las insignias de la consagración: el velo y el anillo: “Recibe hija amada el velo y el anillo, signos de tu consagración, guarda siempre fidelidad plena a tu esposo, y no olvide nunca que ha sido consagrada a Cristo y dedicada al servicio de su cuerpo que es la Iglesia”.

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