09/07/2021
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN SOCIAL
El sacramento del orden del diaconado y del presbiterado se celebra siempre dentro de la misa, cuando termina la liturgia de la Palabra, y antes de la eucaristía. Este domingo, 11 de julio, se ordenan como diáconos dos seminaristas de la Diócesis de Salamanca, Alfonso Hernández y Ciriaco García, junto al carmelita, Luca Zerneri, como presbítero.
Esta ordenación doble, como apunta el delegado diocesano de Liturgia, Emilio Vicente de Paz, “tiene elementos comunes y diferentes”. Entre los símbolos y gestos que se realizarán en esta ceremonia, primero tendrá lugar la llamada y presentación. “Una vez proclamado el Evangelio, los candidatos al diaconado son llamados y presentados ante el obispo, sentado en la cátedra”, subraya. Un sacerdote, en este caso el rector del Seminario, en nombre de la Iglesia local pide al prelado que los ordene, “y el obispo le pregunta si son dignos y los acepta”. Ese mismo gesto se realizará con el candidato al sacerdocio.
Otra parte destacada son las promesas que manifiestan los candidatos, que muestran su voluntad de desempeñar su ministerio con fidelidad, “y prometen obediencia al obispo o también al superior, en el caso de los religiosos”. Y por intercesión de los santos, “se suplica la gracia de Dios para los candidatos”, sentencia Vicente de Paz. Todos ellos se postrarán en el suelo, “en actitud de profunda oración”, y los demás se arrodillan, “pero los domingos permanecen de pie”.
En cuanto a la ordenación diaconal, que vivirán el domingo Alfonso Hernández y Ciriaco García, el obispo les impondrá las manos como candidatos al diaconado, uno por uno, arrodillados ante él. La plegaria de ordenación es la oración principal del sacramento, “con la que se les confiere el don del Espíritu Santo para su función diaconal, que es colaborar con los sacerdotes en el servicio de la caridad y en la predicación de la Palabra, y siempre cerca del obispo diocesano”.
El responsable de Liturgia también explica los ritos que simbolizan el ministerio que van a recibir. Los neodiáconos se revisten con la estola cruzada y la dalmática. Además, reciben el libro de los evangelios de manos del obispo, “y tendrán como encargo importante predicar la Palabra de Dios, proclamando el Evangelio en la eucaristía y demás celebraciones litúrgicas”.
En la ordenación presbiteral del carmelita, Luca Zerneri, el obispo también le impondrá las manos, y después, realizarán el mismo gesto todos los sacerdotes presentes, “para mostrar el común y similar espíritu, compartido sacramentalmente en el grado de los presbíteros y su incorporación al mismo presbiterio”. Y al igual que en el diaconado, junto a la imposición tiene lugar la plegaria de ordenación, “donde se confiere su función sacerdotal, de celebrar los sacramentos, predicar el evangelio y cuidar la grey que se es encomienda, ofreciéndose a Dios por ella, como Cristo”.
El nuevo presbítero se reviste con la estola al modo presbiteral y con la casulla, “para que se manifieste el ministerio que desde ahora va a ejercer en la liturgia”, detalla Vicente de Paz. Asimismo, la unción de las manos con el santo crisma significa la particular participación de los presbíteros en el sacerdocio de Cristo.
Otro gesto destacado en la ordenación sacerdotal es la entrega del pan y del vino por parte del obispo, “de la patena y el cáliz con las especies, significando el deber de presidir la eucaristía y a seguir a Cristo crucificado”.
El rito de la ordenación termina con el abrazo de paz del obispo a los recién ordenados presbíteros y después, a los diáconos. Por último, argumenta Emilio Vicente de Paz, cada uno realiza su función propia en lo que queda de celebración. Por ejemplo, el presbítero concelebrará en los primeros puestos, y los diáconos, “asistirán al obispo preparando el altar, alzando el cáliz, dando la comunión y diciendo las moniciones propias del diácono: la paz y la despedida”.