ACTUALIDAD DIOCESANA

19/03/2019

Las vocaciones sacerdotales de ayer y de hoy

Antonio Ruano y Ciriaco García comparten sus reflexiones sobre sus vivencias en el Seminario, en la actualidad, y la de hace más de 45 años

Antonio Ruano y Ciriaco García tienen 71 y 31 años, les separan cuatro décadas de diferencia pero les une su vocación sacerdotal. El primero de ellos se ordenó hace 45 años, con 27, la edad en la que Ciriaco entró al Seminario. Se conocían de vista pero nunca habían hablado, y ahora lo hacen con motivo de la celebración del Día del Seminario, que se celebra cada 19 de marzo.

La intención es acercar la vida vocacional en la actualidad y la de hace 60 años, cuando Ruano entró al Seminario Menor de Linares de Riofrío.
“La forma de entrada al Seminario ha cambiado, antes lo hacían desde niños, y ahora, el seminarista que entra es que le ha dado muchas vueltas, lo digo por experiencia, somos un grupo de jóvenes de finales de los 80 que entramos después de hacer una carrera, aunque siempre hemos estado vinculados a la Diócesis y a una parroquia”, aclara Ciriaco García.

Este joven, natural de Tordillos, es uno de los dos seminaristas que actualmente tiene la Diócesis de Salamanca, donde hace su cuarto curso. Desde niño ha participado de forma activa en su parroquia, acudía a los encuentros de monaguillos, y para su círculo más cercano no les sorprendió que finalmente se despertara su vocación sacerdotal: “La frase que más me repitieron fue que mucho había tardado”, relata.

Tarea actual

Antonio Ruano desarrolla su tarea pastoral en el arciprestazgo de Robliza, Vitigudino y Las Arribes, que compagina con la capellanía del hospital de Los Montalvos, donde acude tres veces cada semana y un domingo alterno. “Ese mundo de enfermos era desconocido para mí, y esa atención es muy necesaria, sobre todo al tratarse de los Cuidados Paliativos”. Natural de La Alberca, cuando entró en el Seminario Menor tenía 72 compañeros, aunque reconoce que de todos ellos solo dos siguen como sacerdotes. Una situación que nada tiene que ver con la de Ciriaco, que comparte formación junto a otro seminarista de Salamanca, Alfonso Hernández, de 33 años, en el Teologadode Ávila en Salamanca, donde residen otros 16 seminaristas más de diferentes puntos de Castilla y León y España.

La vocación de Antonio Ruano la vivió desde niño, en un pueblo donde era habitual que se decantasen por el sacerdocio. En su caso se convirtió en el número 37 de La Alberca, “yo siempre dije que quería ser cura”, y en su munipio esa decisión entraba dentro de la normalidad. Sin embargo, en la actualidad, los seminaristas llegan después de un largo recorrido, como determina Ciriaco, “y en el proceso es fundamental un sacerdote que te acompañe, que en mi caso han sido varios”.

**(Puedes leer el reportaje completo en la edición impresa de ‘Comunidad’, la revista de la Diócesis de Salamanca)

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