ACTUALIDAD DIOCESANA

05/08/2022

Los jóvenes de la diócesis, tras las huellas del apóstol desde Vigo a Santiago

Un grupo de Salamanca ha realizado la variante espiritual del Camino Portugués junto a las pastorales juveniles de Castilla y León y Santander, a lo largo de seis etapas y 111 kilómetros, previo al encuentro de la PEJ

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN

“Nos ponemos en Camino: ¿Qué esperas de este viaje?”. Esa fue la primera pregunta que se lanzó a los jóvenes peregrinos en el colegio San José de Cluny de Vigo, punto de partida del itinerario hacia Santiago de Compostela que iban a recorrer las diócesis de Castilla y León y Santander.  En total, 562 jóvenes, divididos en 22 grupos, y 111 kilómetros, en seis etapas, una de ellas en barco por la ría de Arousa.

Foto de grupo en el monasterio de Poio.

De Salamanca han participado en esta experiencia 64 personas de entre 15 y 35 años, previo al Encuentro Europeo de Jóvenes (PEJ) de Santiago de Compostela, donde se han reunido más de 12.000 jóvenes. En la capilla del colegio de Vigo se hizo entrega de una concha del peregrino a cada uno de los participantes, al igual que de un sombrero verde para protegerse del sol.

La primera etapa realizada fue entre Vigo y Arcade, hasta el pabellón de Soutomaior, de 25 kilómetros, atravesando importantes municipios como Redondela. El lema del día también tenía formato de pregunta: “¿Qué tatuajes traes? ¿Cómo vienes al camino?”. De esta forma, se invitaba a los jóvenes peregrinos a la reflexión personal durante el recorrido.

Una vez completada la etapa e instalados en el pabellón municipal, con sus sacos y esterillas en el suelo, era tiempo de reunirse por grupos para las dinámicas, que en ocasiones se entremezclaban por provincias. En esa ocasión, a última hora de la tarde tuvo lugar la eucaristía en el exterior, concelebrada por la treintena de sacerdotes presentes en esta iniciativa.

Primeros testimonios

Cristina López, del grupo de Molokai de Salamanca, relataba su experiencia en la primera etapa, que calificaba de “dura”, aunque admitía que todos habían dado su “máximo”.  “Hemos llegado cansados, pero creemos que mañana iremos a mejor, porque estamos mentalmente fuertes para seguir con ello”. Del camino destaca como van hablando unos con otros, “compartiendo historias, juegos, anécdotas y música”.

Los peregrinos se levantaban cada día de sus sacos a las seis de la mañana, para tratar de sortear el intenso calor de esos días en Galicia, que en las horas centrales rondaban los 35 grados. Y de nuevo, el lema del día para la etapa entre Arcade y Poio era otra interrogante: “Sigue la flecha, ¿hacia dónde va tu vida?”. Se invitaba a reflexionar durante los 23 kilómetros de la jornada sobre las flechas de su vida, “aquellas personas o situaciones que les han ayudado a encontrar la dirección de su vida”.

Tras atravesar la ciudad de Pontevedra, se realizó el último tramo del día hacia el alojamiento en el IES de Poio, junto a la ría y las playas de la localidad. En el monasterio de los Mercedarios tuvo lugar la eucaristía por la tarde, además de una adoración al Santísimo en su claustro.

Un momento de adoración en el monasterio de Poio

Joaquín Muñoz, de la parroquia de Villamayor, compartía sus impresiones tras la segunda etapa, junto al monasterio de Poio. “Nos hemos dirigido hacia Pontevedra pasando por toda la senda del río Gafos, que ha sido una experiencia muy bonita porque el paisaje era precioso”. Ya en Poio, este joven resaltan las vistas al mar y a la ría, “donde hemos subido al monasterio para tener una celebración, y el paisaje desde aquí es increíble”. Además, reconocía que la etapa había sido dura, “íbamos cansados de la etapa anterior, pero al final, hemos conseguido llegar todos sin problema”.

La tercera etapa ya formaba parte de la variante espiritual del Camino Portugués, que comienza en Pontevedra, conocida por este nombre por la cantidad de monasterios que se encuentran a su paso, entre ellos el de Armenteira y Poio, habitado por Cistercienses y Mercedarios. Los jóvenes de Salamanca y Castilla y León caminaron un total de 21 kilómetros entre Poio y Ribadumia, atravesando una de las rutas más bellas de Galicia, la de la Piedra y el Agua, junto al río Armenteira.

En cuanto al lema del día, 30 de julio, era: “No estás solo, ¿quién habita en tu vida?”. Ya en Ribadumia, Salamanca era la responsable, junto a Ciudad Rodrigo, del reparto del desayuno, la comida, la merienda y la cena, así como de la eucaristía, que tuvo lugar en el auditorio del municipio. La misa fue presidida por el delegado de Pastoral Juvenil de Salamanca, el sacerdote Andrés González Buenadicha, y concelebrada por una treintena de presbíteros. Los jóvenes de la diócesis formaron un coro para el acompañamiento musical de cada parte de la eucaristía.

Valorar la compañía

Ana Vicente, de Molokai, reconocía que los primeros ocho kilómetros de esta tercera etapa habían sido “duros”, de subida , “al principio se han hecho un poco duros, pero la verdad que luego con la compañía y la música, se ha hecho mucho más llevadero”.  De lo que llevaba de Camino, esta joven aseguraba que había conocido mucha gente nueva y diferente a ella, “y para crecer personalmente,  la rutina no te deja”. Asimismo, confirma que ya está sintiendo que cada camino es distinto, “porque cada persona lo es, y siempre vas a sacar una lección, un aprendizaje incluso de ti mismo, no tiene que ser del resto”.

La principal novedad de la cuarta etapa fue que los jóvenes no tuvieron que cargar con sus pesadas mochilas gracias al gesto de llevarlas en una camioneta del Ayuntamiento de Ribadumia hasta el siguiente destino en Vilanova de Aurosa. El recorrido era corto, de unos 14 kilómetros. Con una nueva pregunta para los peregrinos: “¿Qué sobra en mi vida?”. La eucaristía de la tarde tuvo lugar en la iglesia del municipio, y después, una velada musical.

Otro de los jóvenes salmantinos que han acudido al Camino ha sido José David de la Varga, que lo ha hecho junto a tres de sus hermanos. En el ecuador de este viaje hasta Santiago, siguiendo las huellas del Apóstol, reconoce que ir sin mochila ha sido una ayuda, “llevábamos días bastante cargados, y este ha sido como una etapa para descansar y relajar los músculos, para ir más tranquilos”.

La confianza en Dios

Este salmantino también subraya que han sido menos kilómetros que en tramos anteriores, “la mayoría de la etapa  la he hecho con unos compañeros de Salamanca y de la parroquia de Santa Marta”. En el camino han tenido tiempo de hablar sobre la reflexión del día, que como argumenta José David, “que era sobre echar las redes, y estuvimos deliberando sobre que podría significar, y de confiar en Dios, y que de Él te diga dónde echar las redes y que se encargue del resto”.

Por otra parte, describe alguna de las dinámicas realizadas con su grupo, el dos, y como se desplazaron a la iglesia de Vilanova para la celebración de la eucaristía. “La gente del pueblo es muy amable con nosotros, se interesa por saber de dónde venimos”, relata.

A José David, esta experiencia le está pareciendo “increíble”, porque en un principio reconocía no tener ningún tipo de expectativa. “Tengo que decir que las apariencias engañan, y no pensaba en absoluto que iba a ser como es,  y aunque sabes que la etapa es dura y acabas con los pies destrozados, al final del día merece la pena, y conoces a tanta gente”, admite. Por último, comparte también la satisfacción de estar con tanta gente joven que sea católica, “te hace ver que no estás solo en el mundo”.

Momento para la confesión

Al día siguiente, gran parte de la actividad del día se desarrolló en Vilanova, ya que la quinta etapa se realizaba en barco hasta Pontecesures, rememorando el recorrido que hicieron los restos del apóstol Santiago, simbolizado por doce cruceiros a lo largo de la ría. Esa mañana, los jóvenes peregrinos se desplazaron de nuevo al templo del pueblo, y en la calle comenzaron las dinámicas, vinculadas a varios puzles. El lema de ese día era: “Las heridas del Camino, ¿qué necesitas curar?”.

En esa ocasión, la catequesis se centró en el sacramento de la reconciliación, donde pudieron examinar sus relaciones con los demás, con el estudio o trabajo, con la familia y con la sociedad. En la calle se ubicaron hasta 30 sacerdotes para la confesión en diferentes rincones del pueblo. La mañana concluyó con la eucaristía. Pasadas las siete de la tarde, la delegación de salmantina cogió el barco rumbo a Pontecesures, de una hora y media de duración.

La última etapa que llevaba al grupo hasta Santiago, de 28 kilómetros, partió de Pontecesures a primera hora de la mañana, al amanecer. En esta ocasión, la pregunta planteada a los jóvenes era clara: “¿Qué has descubierto para tu vida?”. Al respecto, invitaban a reflexionar sobre las cosas que se han ido descubriendo por el camino, “sobre la vida, sobre nosotros mismos, sobre Dios…”.

Tras atravesar varios municipios y zonas industriales, el grupo de la diócesis comenzó a emocionarse por las calles más céntricas de Santiago, muy próximas a la plaza del Obradoiro, donde ya se respiraba el ambiente de la PEJ y grupos llegados desde toda España y Europa.

Llegada a Santiago

Sobre las 13.30 horas llegaba el grupo de Castilla y León a los pies de a Catedral, con una cuenta atrás previa y tras recibir el saludo del obispo auxiliar de Santiago de Compostela, Francisco José Prieto. Muy emocionados, los peregrinos se dieron abrazos e inmortalizaron el momento para siempre.

Ya por la noche, tuvieron la oportunidad de obtener la indulgencia plenaria al cruzar la Puerta Santa de la Catedral y visitar las reliquias del apóstol Santiago, en un turno junto a 1.200 peregrinos. Los responsables del templo recordaron que quien cruz la Puerta Santa, “deja atrás la vida del pasado y empieza una nueva vida nueva, y se libra del pecado”.

El tradicional abrazo al apóstol no se pudo hacer por la situación de pandemia, pero los jóvenes participaron de una vigilia de oración en el interior del templo.

César Samaniego daba su testimonio sobre la última etapa del Camino, “una de las más complicadas, pero se ha notado mucho el contraste con el resto, por la esperanza de ver la meta final después de tantos días de sufrimiento”. Este joven ha observado cómo la gente sacaba fuerzas de donde ya no les quedaba, “ha sido realmente lo que más me ha impresionado de la etapa”.

El camino del Señor

Sobre la experiencia vivida, Samaniego reconoce que poco a poco fue descubriendo la magia del Camino, “hemos venido jóvenes de entornos muy distintos y con intereses completamente diferentes”. Este joven se lleva varias lecciones, como por ejemplo, cómo sobrellevar esos días que no van como uno quiere, “uno se va encontrando en el camino lo que el Señor le va poniendo, y hay que dejarse llevar por lo que va apareciendo y saber encontrar el valor”.

Finalmente, una vez terminado el Camino, el delegado de Pastoral Juvenil de la Diócesis de Salamanca, el sacerdote, Andrés González Buenadicha, hacía un balance final de todo lo vivido previo a la PEJ que se celebra hasta el 7 de agosto.

“Han sido unos días preciosos donde hemos podido seguir los pasos de Jesús, y del apóstol, y celebrar juntos nuestra fe”, advertía. Este responsable admite que la experiencia ha tenido momentos duros, “como cargar con la mochila, las rampas, las bajadas o el calor, pero todo eso nos ha ayudado a aprender, porque al final, el Camino es una parábola de la vida, somos peregrinos”.

En este sentido, este presbítero admite que haber hecho este camino juntos, “nos ha ayudado a comprendernos un poquito más, a comprender la vida que se nos regala cada día, y todas sus vertientes”.

La llamada del Señor

Andrés resume el camino en varias palabras, y considera que a cada uno de los participantes Dios les ha dicho: “Levántate”, como dice el lema de la PEJ. “Esa llamada del Señor es lo primero, hemos tenido el corazón abierto y nos hemos puesto en camino para responder las preguntas que tenemos en el corazón”, detalla. Para este sacerdote esta experiencia ha sido “un regalo”, al que suma la palabra “gratitud”, y “esperanza”, porque no quiere que se quede este camino en la experiencia de unos días, “queremos darle continuidad”.

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