ACTUALIDAD DIOCESANA

11/05/2020

“Los sacerdotes tenemos que estar encarnados en la realidad y dar respuestas”

Este sacerdote diocesano, natural de Galicia, se ordenó con 28 años en Salamanca, y desde entonces, ha volcado su ministerio en los demás, de forma especial, en Proyecto Hombre, que puso en marcha en 2004, sin olvidar su atención pastoral en sus parroquias del medio rural

 

¿Cómo surgió su inquietud sacerdotal?

Hace mucho y hace poco, porque son más de 25 años. Cuando entré en el Seminario la inquietud brotó sin duda alguna por la formación religiosa que mi madre nos transmitió y desde ese acompañamiento empieza uno a plantearse cosas. El testimonio del sacerdote, párroco de mi pueblo, y de otro amigo del Colegio en el que yo estudiaba, del Opus Dei, fueron los testimonios que me motivaron y me arrastraron a plantearme la vida como sacerdote. Así de simple y sencillo. Con todo lo que puede haber alrededor. Pero lo esencial brotó de ahí.

 

¿Qué balance hace de estos 25 años?

Han sido 25 años de muy buenos recuerdos y vivencias. Que hubo sinsabores, dificultades e incomprensiones y malos momentos, indudablemente. Sobre todo, los momentos en los que pierdes a personas a las que quieres, con las que convives y estás continuamente y se van. Esos son los momentos duros, y difíciles, sobre todo cuando se te van personas jóvenes o niños, a mí me cuesta mucho esa ‘pastoral funeraria’, me resulta difícil, pero positivo todo lo demás.

Son 25 años que se han pasado volando, en los que he intentado vivir en lo que me he comprometido. No siempre he estado a la altura, indudablemente, porque soy humano, y me equivoco, y fallo, y cometo errores, pero la ilusión, la alegría, la esperanza o las ganas, no me han faltado nunca, la fe en Dios y en los demás, en uno mismo, es fundamental.

La esperanza, generar esperanza en el corazón de los demás, y en el corazón propio, y sobre todo el vivir con felicidad cada día. Yo reconozco que no me he comprometido para toda la vida, me he comprometido para cada día, y así sumando días, he quemado 25 años, pero muy a gusto, muy feliz y muy contento. Ese sería el balance de estos 25 años. Un balance tan positivo que me comprometo a por otros 25,  pero día a día, como hasta ahora.

 

Celebración dominical del 10 de mayo en la capilla de la comunidad terapéutica “El Caminero”, de Proyecto Hombre Salamanca, en la que hubo un recuerdo especial y agradecimiento por sus 25 años de ministerio sacerdotal

 

¿Qué ha sido lo más reconfortante en estos años?

Lo más reconfortante, más que momentos,  han sido personas, que me lo han hecho fácil, que me han ayudado a vivir la vida como encuentro, porque creo que eso es la vida. Un encuentro con Dios, con los demás y con nosotros mismos. Y han sido muchas y muy buenas las personas que me han acompañado en ese caminar. Momentos para el recuerdo, el más entrañable fue cuando don Mauro, que en paz descanse, me recibió en el Obispado, y me preguntó por mi vida, por mi familia, de una manera muy cercana y familiar. Cuando me planteaba lo que tenía que hacer, me dijo: “Tú, hijo, ánimo y adelante, ponle todo el corazón y el sentido común que puedas”. Fue un momento de mucho cariño y he intentado poner el corazón, sin duda alguna. Lo del sentido común me cuesta , pero creo que no lo he hecho mal del todo y doy gracias a Dios por ello.

Manuel en la comunidad terapéutica “El Caminero” de Proyecto Hombre Salamanca, entidad de la que es presidente.

Otro momento clave en estos años fue poner en marcha Proyecto Hombre en Salamanca. Ha sido muy especial en mi vida, era el año 2004, aunque la historia empezó mucho antes. Momentos reconfortantes. Cada vez que una congregación religiosa me ha abierto sus puertas y acompañado en este caminar. Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, a las Jesuitinas, a los Pavonianos, donde se encuentra la sede de Proyecto Hombre, y últimamente, también a los Capuchinos, que siempre han estado ahí incondicionalmente y lo han puesto fácil. Otro también fue el reconocimiento de Villaseco de los Reyes nombrándome Hijo adoptivo del pueblo, un momento muy bonito.

El pasado 24 de septiembre Manuel  Muiños recibió una distinción de la Agencia ICAL por su compromiso social como presidente y fundador de Proyecto Hombre Salamanca.

También esos momentos de reconocimiento como el Premio de Cruz Roja a la solidaridad, el de ICAL, la Cruz del Mérito de la Policía Nacional, y aquellos que han ido cayendo. Se agradece, porque te valoran, te motiva y te compromete, ya que supone un esfuerzo y la superación del día a día.

 

Una cita bíblica que haya marcado su vida…

Sin duda Mateo 25, el juicio final, “venid benditos de mi Padre”. Esa es mi ilusión, poder escuchar esa frase por el Padre Dios, “pasa, que no lo has hecho mal del todo hombre, tuve hambre y me diste de comer, fuiste forastero y me acogiste, estuve preso en la cárcel y fuiste a visitarme, estuve desnudo y me vestiste. Yo creo que hoy más que nunca hace falta esa Iglesia en la calle. Esa Iglesia encarnada, esa Iglesia dando respuesta. Y creo que es tarea y compromiso de todos y de un modo especial, de nosotros, los sacerdotes.

Muiños vive de cerca en Proyecto Hombre las debilidades del ser humano.

No son momentos fáciles, pero son momentos para la esperanza, para el compromiso, momentos muy bonitos para poder dar razón de nuestro ministerio sacerdotal desde la entrega, desde la disponibilidad, desde el servicio, desde el amor incondicional al pobre, al necesitado, al débil. Desde nuestro amor incondicional al prójimo, en todas sus circunstancias porque la pobreza, la debilidad no siempre y solo y únicamente es material.

Hay muchas soledades, hay muchos vacíos, agobios, angustias y tenemos que cambiarlos en ilusiones, en alegrías, en esperanzas. Se trata de hacer cielo en la tierra. Se trata de superar este valle de lágrimas, y creo que en Mateo 25 nos lo ha dejado muy claro, y siempre ha estado muy presente en mi vida.

Me ha interpelado y cuestionado mucho a la hora de responder porque es fácil, al menos para mí, encontrar escuchas, justificaciones par no mover un dedo, para no decir venga, vamos y por ahí vienen muchas tentaciones muchas veces. A veces es de las personas muy cercanas. Mi madre me decía: “Hijo, para qué te metes en estos jaleos. Yo no sé que curas hacen en Salamanca”. Me río mucho con ese comentario, lo hacía con toda la buena fe y con todo el amor del mundo, de una madre para proteger a su hijo. Otras veces me decía, “a mí no me compliques la vida que el cura eres tú”. Pero al final terminaba llevando a los chicos de Proyecto Hombre todos los veranos a su casa, a cenar allí, y nos preparaba con los vecinos lo que podía y más. Ese también es un momento entrañable para el recuerdo. Momentos en los que sientes el cariño y el apoyo de los demás.

Animo y pido que la gente entienda y valore la razón de los sacerdotes. Pero para que la gente lo entienda tenemos que ser los primeros en dar testimonio, los primeros en estar ahí, en la brecha. Sin descuidar la dimensión celebrativa, orante,… tenemos que estar encarnados en la realidad y dando respuesta. Creo que hay que saber hacer equipo y saber complementar lo uno con lo otro. Esta sociedad espera algo de nosotros y creo que podemos darlo. Es cuestión de ponernos manos a la obra y de renovar aquel compromiso de hace 25 años cada día y seguir ahí, porque creo que merece la pena dar un “sí” a Dios cada mañana,  dando un sí cada mañana al hermano con el que nos vamos a encontrar.

 

Manuel recibió el cariño de los usuarios de la comunidad terapeútica “El Caminero”, con quienes está viviendo esta situación de confinamiento por el covid-19, junto a otros dos técnicos de Proyecto Hombre.
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