ACTUALIDAD DIOCESANA

05/05/2023

Miguel Martín Yuste: “Para llegar con la predicación hay que dejarse llevar por el Espíritu santo”

Este sacerdote, natural de Cespedosa de Tormes, celebra sus 25 años de sacerdocio en la festividad de San Juan de Ávila, y hace un balance de sus destinos pastorales y diferentes tareas que ha realizado en la Iglesia de Salamanca

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN

Miguel fue ordenado diácono y después presbítero por el obispo Mons. Braulio Rodríguez Plaza.

Miguel Martín Yuste ha redescubierto su vocación de sacerdote ejerciendo este ministerio durante los últimos 25 años. Natural de Cespedosa de Tormes, reconoce que le marcó el presbítero que le bautizó, Alipio Ruiz, “un cura sencillo, de entrega a la confesión, a la oración, a la visita a los enfermos…”.

Durante su época de estudiante adolescente en los Reparadores de Alba de Tormes, descubrió la oración y a Jesús, “y decidí entrar al seminario como algo normal, me planteaba ese camino”.

Se formó en el Seminario diocesano San Carlos Borromeo- Calatrava. “En mi curso entramos tres, y destaco la buena relación con los compañeros”, argumenta. Y tras acabar los estudios de Teología, Miguel Martín hizo el servicio militar, en Salamanca, “que fue una experiencia agradable, donde hice buenas amistades”.

Estudió Derecho Canónico

Su siguiente etapa fue estudiar Derecho Canónico, mientras que realizaba su tarea pastoral en Alba de Tormes, junto al actual vicario general, Florentino Gutiérrez. “Había mucho trabajo y actividad, y convivía junto a la comunidad apostólica”, relata. De aquellos dos años y medio recuerda que aprendió mucho de cine, en las sesiones que organizaban, “el modo de hablar de los jóvenes, etc.”.

Junto al entonces vicario general de la Diócesis de Salamanca, Joaquín Tapia, con un grupo de jóvenes de Cabrerizos que acababan de ser confirmados

Se ordenó en la Catedral de Salamanca el 3 de mayo de 1998, con 27 años, de manos de Mons. Braulio Rodríguez, junto a Jorge García. “Fue un día bonito, aunque casi no lo vive”, reconoce. Miguel Martín Yuste evoca con cariño cómo vino a su ordenación un grupo de la comunidad parroquial de Alba. De ese día revive algunos detalles, y personas: “Don Alipio Ruiz me revistió y don José Adolfo Sánchez me hizo la casulla”. Los dos habían sido párrocos de su pueblo natal, Cespedosa de Tormes.

Ya como sacerdote diocesano, una de sus nuevas tareas fue la de secretario general del obispado, durante cerca de siete años, y su primer destino el primer año, Gomecello. En la curia se encargó de la informatización de la documentación y de la reforma de estatutos, entre otras tareas. Una labor que compaginó con su tarea pastoral en las comunidades parroquiales de Cabrerizos y Moriscos a las que fue enviado.

De nuevo, de esa etapa se queda con la gente que conoció, “con las buenas amistades que a día de hoy permanecen”. Algo que siempre le ha acompañado a este presbítero es tratar que la gente descubra, “que Dios les quiere“.

Nuevo destino a Almenara y Valverdón

Procesión de San Miguel Arcángel en Santiz

En 2005, el obispo Mons. Carlos López, le encomendó nuevos pueblos para su tarea pastoral: Almenara de Tormes y Valverdón, donde estuvo 15 años. “Pueblos pequeños y sencillos”, subraya. A los que se fueron sumando otros, entre ellos, San Pelayo de Guareña, El Arco, Valdelosa y Topas. Hasta que en 2020 le destinaron de nuevo a otras parroquias, en concreto, a Ledesma y 20 localidades cercanas.

Miguel Martín Yuste también resalta su vínculo con el colegio de las Misioneras de la Providencia, donde celebra la misa quincenal con los alumnos de la ESO, o en sus campamentos. Y su labor en la enseñanza como profesor de Religión en el Instituto Miguel de Unamuno de Ledesma, donde lleva 15 años. “Estoy muy a gusto, hay buena relación con los profesores, y con alumnos muy bien, es una tarea que no es fácil, pero es bonita”, añade. Cree que es fundamental en los jóvenes, “sembrar conocimientos y valores, y la fe a largo plazo”.

Encuentro pascual en la ermita de Villaseco de los Reyes celebrado el domingo, 31 de mayo, con las comunidades parroquiales de la comarca de Ledesma que tiene en la actualidad a su cargo

A Ledesma llegó con la pandemia, junto a su madre, Etelvina, “que siempre ha estado conmigo”. Es el séptimo de nueve hermanos. Y a modo de balance de estos 25 años considera que para realizar en condiciones su tarea como sacerdote requiere de un tiempo largo en un mismo lugar, “para conocer a la gente y que se acerquen a ti”. Asegura que esa es la manera de “sembrar”.

Y dentro de su ministerio como párroco, para él es esencial la predicación, “no la escribo, porque aunque la esencia es la misma, cada comunidad es diferente, nunca es igual, hay que dejarte llevar por el espíritu”.

Junto al Camino Neocatecumenal

En su etapa en Almenara, hace cinco años, Miguel Martín Yuste conoció a las comunidades del Camino Neocatecumenal, en concreto, a la segunda de Cristo Rey. “Son matrimonios jóvenes, con muchos hijos, y la experiencia es buena, de compartir la fe y la vida con un grupo de gente”, detalla. Y como describe,  “no solo les predicas a ellos, es un acompañamiento mutuo, siempre me han respetado mucho”.

Para este sacerdote, “se trata de un camino válido de iniciación cristiana, “que laicos y curas compartamos la fe, y es lo que experimento allí con ellos”. De sus celebraciones, Martín Yuste subraya lo importante que es la Palabra para ellos, “la celebración de  la eucaristía, y la vida en comunidad, compartir la vida y la fe”. Desde diciembre de 2022 es juez diocesano de la Diócesis de Salamanca, a cuyo tribunal ya perteneció como vicario judicial adjunto en el año 2000.

 

 

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