05/07/2024
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
Lucía Carballido lleva 20 años peregrinando a Lourdes. Aquel lugar tiene algo que la hace regresar una y otra vez. Esta vez forma parte de las 163 personas que participan en la XXXIX peregrinación diocesana. Su primera experiencia fue como voluntaria, “ayudando a una señora mayor, y me enganchó, porque la Virgen te engancha”. Ella también destaca el trato del personal, “que es maravilloso”, y de los voluntarios.
Su “defecto” en una pierna, como ella misma relata, no la impide disfrutar de la experiencia en Lourdes, “y los voluntarios son como una segunda familia”. Para Lucía, peregrinar a este santuario es encontrar “acompañamiento y fuerza en la Virgen”. E invita a todos los cristianos a venir alguna vez en su vida a este santuario francés, “aunque creas que no puedes por tener alguna enfermedad, aquí todo es posible gracias al voluntariado”.
En estos 20 años peregrinando a Lourdes, siempre ha sido especial, como ella misma reconoce. “He procurado siempre animar a la gente”, subraya. Lucía pertenece a la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, del barrio de San José, y se entristece al pensar que hace cuatro años peregrinaron 16 personas de su parroquia, “y este año somos cinco”. Pero siempre lo hacen con cariño y alegría, “y nada más llegar a Lourdes el corazón te palpita a cien por hora porque vienes a ver a tu madre, a tu madre celestial”.
Aunque empezó como voluntaria en sus primeras peregrinaciones, ahora Lucía viene como enferma, “veo muy poquito”, y lo ha hecho acompañada de su esposo, “pero aquí no necesito más”. Ella recibe ayuda de las voluntarias, “te lo dan todo”. Para ir a la gruta, lo hizo en uno de los carritos que llevan los voluntarios. Y de las celebraciones más bonitas de esta semana en Lourdes destaca la procesión de antorchas, “que es muy bonito, porque ves a gente de todas las nacionalidades”. Ella también resalta la cercanía de la gente: “Todo el mundo te ofrece agua, una mano para ayudarte, ….”.
El obispo de Salamanca, Mons. José Luis Retana, que ha acompañado a los peregrinos durante las primeras tres jornadas, presidió la eucaristía de apertura del jueves, en la iglesia de Sta. Bernardita, junto a la gruta. En su homilía, se dirigió especialmente a los enfermos,”que habéis acudido a este lugar bendito para buscar consuelo y esperanza, que la Virgen santísima os haga sentir su presencia y reconforte vuestro corazón”.
El prelado recordó a todos los enfermos de la diócesis, “y dar gracias a Dios porque Jesucristo es el inspirador de tantas vocaciones de servicio en los médicos, las enfermeras, auxiliares de enfermería, personal de hospitales, de clínicas y de modestos centros asistenciales de salud”.
Mons. José Luis Retana agradeció la aportación del voluntariado, “vuestra generosidad y gratuidad, que asiste a los enfermos”. Y añadió que en la mirada que nos dirige la Virgen, “se refleja nuestra dignidad de Hijo y de Dios, la dignidad que nunca abandona a quienes están enfermos”. Y considera que sin la ayuda del Señor, “el yugo de la enfermedad y el sufrimiento es cruelmente pesado”.
El obispo considera que el tiempo que podemos dedicar a un enfermo o a una persona mayor, “es un tiempo santo”. Y no hay que esconder que es la caridad de Cristo, “quien mueve a los voluntarios, y tampoco que el voluntario debe de estar dispuesto a dar razón de su fe”. Mons. Retana subrayó que hoy en día encontramos muchos cristianos en el campo de la sanidad y de la atención a los mayores, “que dan testimonio de su buen hacer, “no solo con la palabra, sino también con una vida entregada, fundada en la fe, sabiendo ser ojos para el ciego, pies para el inválido, y manos para el enfermo o el anciano que necesita ayuda concreta para elevarse”.
Durante estos cuatro primeros días de peregrinación, han participado en las celebraciones del santuario, como la misa internacional, la celebración penitencial, el paso por la gruta o la procesión de las antorchas, entre otras. El viaje finaliza este sábado, 6 de julio, tras la misa de despedida en la iglesia de Sta. Bernardita.