ACTUALIDAD DIOCESANA

21/05/2023

Mons. Julio Parrilla presenta el 25 de mayo su último libro: “Mi esperanza lleva su nombre”

El obispo emérito de Riobamba (Ecuador), donde permaneció ocho años como prelado y 30 años de ministerio, acaba de publicar su octavo trabajo, como un reclamo “de la esperanza que todo cristiano tiene que tener en las distintas etapas de la vida, y muy especialmente, en la penúltima”

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN

El obispo emérito de Riobamba, Ecuador, Mons. Julio Parrilla, vive en Salamanca desde que alcanzó el límite de edad (75 años) en 2021. En la actualidad, además de pertenecer a las comunidades Adsis, es vicario parroquial en Santa Marta de Tormes.

El 25 de mayo presenta su octavo libro, titulado: “Mi esperanza lleva su nombre”, editado por PPC, que en esta ocasión ha escrito en el momento de jubilación, “un tiempo para la memoria”. Mons. Julio Parrilla invita a leer estas páginas, más de 300, y a acudir a la presentación oficial que tendrá lugar el jueves, 25 de mayo, a las 19:00 horas en la Casa de la Iglesia. En ella participarán, además del propio autor, el obispo de Bilbao, Mons. Joseba Segura; el sacerdote, Tomás Durán, que tomará posesión como vicario general el día 26, y el director editorial de PPC, Francisco Javier Navarro.

Mons. José Luis Parrilla recuerda a sus futuros lectores, que será una oportunidad de mejorar la formación de su espiritualidad, “y al mismo tiempo, de construcción de una Iglesia de comunión fraterna y solidaria, muy atenta también a las distintas etapas de la vida, y en concreto, a la penúltima vuelta”.

La esperanza en todas las etapas de la vida

En cuanto al título del libro: “Mi esperanza lleva su nombre”, como él mismo narra, “se refiere al nombre de un Dios cercano que nos acompaña en todas las etapas de la vida”. Y en ese sentido, argumenta, “el libro es un reclamo de la esperanza que todo cristiano tiene que tener en las distintas etapas de la vida, y muy especialmente, a aquellos que ya vamos enfilados hacia la penúltima etapa”.

Su libro se lo dedica a todos, “pero con una preocupación especial hacia las personas de la tercera edad, y muy especialmente, a los presbíteros, y a todos aquellos que en la Iglesia han asumido un compromiso no solo ministerial”. En este sentido, este obispo emérito considera que todos tenemos un compromiso de evangelización, y sobre todo, “de vivencia profunda de la fe”.

Y su libro tiene una clara referencia a la esperanza, sobre todo, “en momentos como los actuales, en los cuales, la tentación es de encerrarse en la propia tranquilidad o en la propia seguridad”. Mons. Parrilla considera que la fe siempre va a tener que vivirse en un contexto complejo, “difícil culturalmente”. Y argumenta que este no es el momento de vivir mirando hacia atrás, “y de vivir en el lamento, sino que es un momento de vivir con una profunda esperanza, en aquel que es Dios de la esperanza“.

El signo de la esperanza

Este prelado insiste en que la fe, “nos tiene que dar fortaleza, claridad, seguridad, pero no una fe vivida a la defensiva, sino una fe transitada de esperanza, de aquel que sabe que incluso al final de la vida, cuando parece que todo se derrumba, hay motivos para seguir esperando el gran signo de la esperanza“.

A través de su libro, Mons. Julio Parrilla, recuerda que la confianza en Dios, “hay que saber alimentarla en lo cotidiano, que es por un lado, la vida espiritual, la vida interior, la oración, y por otro lado, la presencia y el compromiso con el hombre en esta historia de salvación“. Y así lo intenta transmitir en su obra, “darnos esperanza, sobre todo, en la fragilidad”. Este libro también lo presentará en el mes de septiembre en Quito, Ecuador.

En cuanto a la imagen de la portada, como él mismo detalla, se trata de las luces de una autopista en el atardecer de fondo, “la idea de que la persona que hace camino en la vida, en las distintas etapas, sienta que no está sola, que hay siempre luces que orientan“, y bajo su punto de vista, en la editorial lo interpretaron “muy bien”.

Y en relación a la puesta del sol, “en una hora del atardecer caminamos siempre iluminados por Dios, y por tanta gente que nos acompaña en nuestra propia vida”.  Mons. Parrilla sobra que el compromiso creyente, “es también una luz para nosotros mismos”.

 

 

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