16/01/2022
Recién iniciado este Año Nuevo 2022, nuestra diócesis se volcaba en la Misa de Acción de gracias por los 18 años de ministerio episcopal de Don Carlos en Salamanca. Ese día, verdaderamente, en muchos de nosotros latía un profundo agradecimiento y reconocimiento por su paso por esta tierra salmantina… Y enseguida, el pasado domingo 9 de enero, la diócesis se volvía a vestir de fiesta para recibir a Don José Luis Retana como nuevo Pastor de Ciudad Rodrigo y Salamanca. Un gran gentío llenó la catedral y muchos más siguieron la celebración a través de la televisión, la radio y las redes sociales. Y, según parece, la mayoría de los salmantinos ha quedado con una primera impresión muy positiva.
Pero no solo por lo que se vio en la celebración, sino por sus gestos en el antes y el después. Llama la atención su aceptación serena de una misión tan compleja como es el pastoreo simultáneo de las dos diócesis charras. Y también sus numerosos gestos de cercanía y apoyo claro a los hermanos civitatenses, empezando por el hecho de que la primera llegada y celebración haya sido en Ciudad Rodrigo… Y no es menor lo ocurrido en esta última semana, cuando, ante la muerte inesperada y desconcertante del joven Iván, nuestro nuevo obispo ha enviado una carta personal, entrañable y llena de aliento, haciéndose cercano al enorme dolor de esta familia. Son gestos que encarnan palabras necesarias y urgentes para nuestro tiempo: empatía, cercanía, compasión, cuidado del otro, presencialidad…
Como las que encontramos en el Evangelio de las bodas de Caná de este domingo. María con su comportamiento nos habla de atención, sensibilidad, búsqueda del bien del otro, y nos remite a Jesús. Y el Señor inicia sus signos, transformando el agua en vino, la desolación en esperanza y la tragedia en oportunidad de gracia… Esta es la gran Buena Noticia para todos, en medio de una hora histórica marcada por desafíos y cambios que a la vez empapan y trascienden lo local, que afectan a la sociedad y a la Iglesia entera. ¿Qué haremos ahora que “se acaba el vino”, es decir: la normalidad que conocíamos, la salud asegurada, la estabilidad laboral y económica, los matrimonios para siempre, los jóvenes en las iglesias, las ordenaciones sacerdotales y las vocaciones consagradas…? ¿Qué haremos?… María lo tuvo claro: “Haced lo que Él os diga”.
El Espíritu Santo nos ha dado un nuevo Pastor que nos acompañe en el camino y nos ayude a escuchar al Señor. ¿Dejaremos nosotros ahora que Jesús transforme nuestro manido dicho “Año nuevo, vida nueva” en un convencido “Obispo nuevo, vida nueva”?
Mariano Montero, sacerdote Adsis, párroco de Santa Marta de Tormes