21/05/2019
Proyecto Hombre Salamanca intenta instalarse en el barrio de La Prosperidad, en el que fue hasta hace poco monasterio de las Madres Bernardas. Como el miedo es libre, un grupo de vecinos ha empezado a protestar y a organizarse para evitarlo. Tienen derecho a tener miedo, pero creo sinceramente que están equivocados. No hablo a humo de pajas, pues he sido párroco de unos barrios cruelmente azotados por la droga, en los que no había ninguna instalación de Proyecto Hombre.
Repasemos, sin embargo, los barrios salmantinos donde sí hay instalaciones de Proyecto Hombre, de Caritas, de Cruz Roja y de otras asociaciones que intentan la rehabilitación de los drogodependientes. Y así, podríamos preguntarnos: ¿ha aumentado o ha disminuido el impacto de la droga y otras adiciones en esos barrios? ¿Ha aumentado o ha disminuido la delincuencia en ellos? Me refiero a la Urbanización de Valdelagua, a los barrios de la ribera del Tormes, junto al Puente Nuevo, al barrio de San Vicente o el de Capuchinos. Creo sinceramente que los vecinos de estos barrios se sienten ahora más seguros que hace unos años.
Desde mi punto de vista, como sacerdote, como cristiano y como ciudadano de a pie, debo apostar y apuesto por la solidaridad y por apoyar todas las iniciativas que conduzcan a la rehabilitación de los drogodependientes. Es sencillo: unos se encargan de sembrar el mal, intentando de paso enriquecerse en millones o en acumulación de condenas carcelarias, mientras que otros se especializan en sembrar el bien y en luchar con todos los medios legales contra el narcotráfico y la destrucción de las conciencias y de las familias por las viejas y nuevas dependencias (ludopatía, adiciones tecnológicas).
Hay criterios evangélicos, humanísticos, sociales y políticos más que suficientes para apoyar esta siembra del bien y esta lucha contra el mal. Pero ahora voy a señalar una serie de razones prácticas y de experiencia. ¿Qué tipo de personas son las que siembran el bien y luchan contra el mal en este ámbito de las adiciones? Cualquiera que tenga un poco de sensibilidad humana. Pero hay profesiones que están permanentemente relacionadas con las drogodependencias y sus consecuencias destructivas de todo tipo. Les toca bajar hasta el fondo del abismo y contemplar de cerca la destrucción de la dignidad de la persona de cada drogodependiente y las consecuentes tragedias familiares, sanitarias, económicas y sociales. Por otra parte, estos profesionales no pueden actuar al margen de la ley, sino con pleno respeto a ella, porque el fin de erradicar la drogodependencia y de ayudar a los adictos no justifica los medios. Pienso por ejemplo, en la cruel campaña desatada por el actual presidente de Filipinas que pretende erradicar la droga matando a los adictos y a los narcos. Espero que nadie postule este tipo de soluciones entre nosotros.
Pues bien, en torno a Proyecto Hombre, Caritas, Cruz Roja y otras oenegés podemos encontrar buenas personas de todo tipo, sexo, creencia, ideología política, edad y profesión, pero abundan los sacerdotes, los trabajadores sociales, los psicólogos, los médicos y personal sanitario en general, los policías nacionales y locales y los guardias civiles, los abogados y los jueces. También hay empresarios. Reflexionen, por favor, los que se oponen a la instalación de Proyecto Hombre en el barrio de la Prospe: teniendo todo ese ejército de profesionales y de voluntarios apoyando iniciativas como las de Proyecto Hombre, Caritas o Cruz Roja ¿no les parece que la seguridad, la paz y el bienestar del barrio salen reforzados? Créanme. Sé de lo que hablo. Y lo que sugiero para los vecinos, lo hago también extensivo a las autoridades locales, autonómicas y nacionales, que tienen la grave responsabilidad de autorizarlo y apoyarlo, como de hecho ya están haciendo pero podrían hacer más y mejor.
(Publicado en Salamancartvaldia.es el 22 de mayo de 2019)