ACTUALIDAD DIOCESANA

04/09/2023

Seminaristas mayores de la Región del Duero-La Rioja celebraron su encuentro anual

El Seminario San Atilano de Zamora acogió este encuentro el fin de semana del 1 al 3 de septiembre, y que ha estado centrado en la reflexión sobre el discernimiento vocacional y la conversación espiritual

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN 

Seminaristas de la Región del Duero y de La Rioja participaron del 1 al 3 de septiembre en el trigésimo noveno encuentro de Seminarios mayores, celebrado en el Seminario San Atilano de Zamora, al que asistió Mario Cabrera, en representación del Seminario diocesano de Salamanca.

Este encuentro de confraternidad y reflexión contó con las intervenciones del jesuita P. Juan Antonio Guerrero Alves, quien abordó temas clave relacionados con el discernimiento y la conversación espiritual. Además de las charlas formativas y los momentos de oración, los asistentes disfrutaron de una visita nocturna a la Catedral de Zamora, así como a la ciudad de Toro, donde exploraron el Museo del Queso y la Colegiata. En este último lugar, rezaron la oración de Vísperas, preparada por seminaristas de Salamanca y Segovia.

El encuentro concluyó el domingo, 3 de septiembre, con la celebración de la eucaristía, presidida por el obispo de la Diócesis de Zamora, Mons. Fernando Varela, en la S.I. Catedral. Luego, los participantes trabajaron en grupos para compartir sus reflexiones de las tres jornadas y disfrutaron de una comida fraternal.

En su homilía, el prelado centró su mensaje en el evangelio proclamado, específicamente en la cita: “¡El que quiera venir conmigo que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga!” (Mt 16, 24). Mons. Fernando Varela exhortó a los seminaristas a no conformarse con los valores de este mundo, sino a presentar una hoja de ruta y un estilo alternativos en los que la voluntad de Dios se sitúe por encima de todo, ya que siempre está relacionada con lo bueno y lo perfecto.

El obispo de Zamora enfatizó que lo esencial es el Señor, instando a los seminaristas a dejarse seducir por Él y a configurarse mediante Su amor, que “da ojos nuevos” y transforma desde adentro. Les invitó a dirigir su mirada directamente a la cruz, donde reside el misterio del amor y la razón del servicio a los demás. Para concluir, les pidió que dejen actuar en su vida al Espíritu Santo, “porque el que pierde su vida por mí la ganará”, y  encomendó a los que quieren ser ministros de la Iglesia: una “tarea apasionante para este curso”: “contactar con la Carne de Jesús, su cuerpo eucarístico, que prepara nuestros ojos para ver con el corazón de nuestro Señor”.

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