16/02/2022
En estos días celebramos la Jornada Mundial del Enfermo con el lema: “Acompañar en el sufrimiento”. El Santo Padre en su Mensaje para esta jornada nos invita a ser misericordiosos como nuestro Padre es misericordioso con nosotros, por lo tanto, es pertinente pararnos a reflexionar en esta clave de acompañar el sufrimiento desde las obras de misericordia.
En este pequeño texto invito a que consideremos la obra de misericordia “Sufrir, llevar con paciencia los defectos de los demás”.
Como seguidores de Jesús lo primero que podemos hacer es pensar en el Maestro: ¿cómo encajaba los defectos de la gente que tenía alrededor, especialmente de los discípulos? Los Evangelios nos dan pistas de virtudes y defectos de los discípulos en las diferentes situaciones cotidianas y en los grandes momentos que vivieron con Cristo.
El enfermo, por estar malito, no deja de tener su personalidad, carácter, defectos y peculiaridades propias. Por eso no está de más que refresquemos esta obra de misericordia espiritual, tanto los que acompañamos al que sufre la enfermedad como el que padece enfermedad. La enfermedad es momento de confrontarnos con paciencia con nuestros dones, virtudes y sobre todo con los defectos propios y ajenos.
No se trata de idealizar o de echarnos a temblar: en cualquier situación nos manifestamos tal como somos. La persona enferma se manifiesta, normalmente, en estado genuino es decir, el que es gruñón es normal que enfermo siga refunfuñando, el considerado y delicado procura dar el menos trabajo posible, como siempre; el que tiende al pesimismo y la “depre”, seguirá sus rutinas negativas y tenderá a desanimarse; quien es reservado va a sufrir en silencio; quien es demandante y comodón ahora tiene razones legitimas para aprovechar el tirón de la enfermedad… y así sucesivamente. Esto mismo podemos mirarlo del lado de los cuidadores y acompañantes: podemos ser empáticos si normalmente lo somos, perfeccionistas en el cuidado, tranquilos y serenos, nos podemos escaquear y decir que los cuiden los profesionales o morir en el intento sin pedir ayuda; también podemos pecar de excesivamente positivos o de negacionistas de la gravedad o de cualquier cuidado por innecesario… con todo esto y más defectos hay que contar…
Jesús nos invita a profundizar en lo que supone ser cuidado y acompañar cuidando en la enfermedad contando con gran dosis de paciencia y sentido del humor para afrontar los defectos vengan de donde vengan… el enfermo es enfermo con sus defectos. Al enfermo no se le eliminan de un plumazo sus defectos ni al cuidador se le otorgan todas las virtudes de repente. Va a cuidar con sus defectos y el enfermo los tendrá que vivir con grandes dosis de paciencia. . Sí, esa paciencia que según San Pablo viene acompañada de otras virtudes como la misericordia, de la bondad, benignidad y sobre todo humildad y mansedumbre mirando siempre a Cristo (Filipenses 2,3 y Mc 11,29)
Sí, tenemos que pedir al Señor, “aguantarnos” o “sufrirnos” los unos a los otros con caridad, con amor, en lugar de ejercer la queja, el lamento o la crítica despiadada. Pedir y cultivar la caridad generará un ambiente de agradecimiento en el que da (que también recibe) y en el que recibe (que también da). Cuidar, ser “cirineos” del enfermo es un privilegio y ser cuidado un regalo que nos hace Dios y los hermanos. Con el amor caritativo, con paciencia se generará esa mansedumbre que vemos en Cristo sufriente y que nosotros podemos desear en forma de serenidad, confianza, sencillez para acoger la realidad de la enfermedad y crecer humana y espiritualmente de manera que nunca pudimos imaginar.
No dejemos de mirar con sentido del humor tantas situaciones inhabituales, situaciones que nos pueden aliviar y generar complicidad con los defectos propios y ajenos en medio de la vulnerabilidad e impotencia. Mirar con alegría y buen humor nuestros defectos y limitaciones creo que forman parte de la caridad que nos propone la obra de misericordia “sufrir, llevar con paciencia los defectos de los demás”. En la situación de enfermedad se hace más necesaria la misericordia que surge de Cristo que se conmueve con la miseria, la vulnerabilidad y limite humano. Aprendiendo de Dios que siempre nos mira con ternura, misericordia y sin llevar cuenta de nuestros defectos. Dios, Jesús nos acompaña y padece con nosotros en toda situación.